En el marco del Festival Cultural Amo Amazonía, el Museo de Arte de San Marcos presentará la exposición “El hombre lluvia, el cielo y la tierra”, que inaugura el 22 de octubre, a las 7:00 p.m., en la Sala Víctor Humareda del Centro Cultural de San Marcos (Av. Nicolás de Piérola 1222, Parque Universitario).
Esta muestra es un intento por acercarnos a la visión indígena del territorio. Es la lluvia el pretexto para señalar el recorrido, pues ella atraviesa todos los espacios del paisaje: el cielo, la superficie de la tierra y el subsuelo.
La exposición está ilustrada con magníficas piezas —cerámica, adornos, tallas de madera, telas, pinturas— de los pueblos indígenas amazónicos Awajún, Asháninka, Bora, Kandozi, Harakmbut, Matsés, Wampís, Yanesha, Tikuna, Shipibo y Uitoto. Las piezas nos revelan formas diferentes de percibir el entorno y de relacionarse con él. Para los pueblos amazónicos el cosmos está conformado por varios ámbitos poblados por seres visibles e invisibles con los cuales se establecen relaciones para lograr mantener el equilibrio con la naturaleza y una vida armoniosa.
“Miramos al agua como una persona. Por donde ella andaba caía lluvia, hacía bien a las plantas, los animales y a los insectos. Pero también hacía perjuicio al hombre para hacer su chacra, para cazar y pescar. El hombre lluvia hubiese estado con nosotros hasta ahora, pero Kumpanamá lo mató y de su carne sembraron y de allí nació el pijuayo, una palmera que es útil para la humanidad y que hasta ahora es una persona importante”, explica Nahwiri Chanchari, del Pueblo Shawi.
La exhibición es un trabajo conjunto de los curadores Gredna Landolt, Luisa Elvira Belaúnde y Armando Williams, involucrados desde hace muchos años con la Amazonía.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 7 de noviembre y puede visitarse de lunes a sábado de 10:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 2:00 p.m. a 5:00 p.m. El ingreso es libre.
Para mayores informes o coordinaciones para entrevistas puede comunicarse al teléfono: 6197000 anexo 5207 ó 5214.
El Hombre Lluvia
Esta muestra es un intento por acercarnos a la visión indígena del territorio. Es la lluvia el pretexto para señalar el recorrido, pues ella atraviesa todos los espacios del paisaje: el cielo, la superficie de la tierra y el subsuelo.
La exposición está ilustrada con magníficas piezas —cerámica, adornos, tallas de madera, telas, pinturas— de los pueblos indígenas amazónicos Awajún, Asháninka, Bora, Kandozi, Harakmbut, Matsés, Wampís, Yanesha, Tikuna, Shipibo y Uitoto. Las piezas nos revelan formas diferentes de percibir el entorno y de relacionarse con él. Para los pueblos amazónicos el cosmos está conformado por varios ámbitos poblados por seres visibles e invisibles con los cuales se establecen relaciones para lograr mantener el equilibrio con la naturaleza y una vida armoniosa.
“Miramos al agua como una persona. Por donde ella andaba caía lluvia, hacía bien a las plantas, los animales y a los insectos. Pero también hacía perjuicio al hombre para hacer su chacra, para cazar y pescar. El hombre lluvia hubiese estado con nosotros hasta ahora, pero Kumpanamá lo mató y de su carne sembraron y de allí nació el pijuayo, una palmera que es útil para la humanidad y que hasta ahora es una persona importante”, explica Nahwiri Chanchari, del Pueblo Shawi.
La exhibición es un trabajo conjunto de los curadores Gredna Landolt, Luisa Elvira Belaúnde y Armando Williams, involucrados desde hace muchos años con la Amazonía.
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 7 de noviembre y puede visitarse de lunes a sábado de 10:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 2:00 p.m. a 5:00 p.m. El ingreso es libre.
Para mayores informes o coordinaciones para entrevistas puede comunicarse al teléfono: 6197000 anexo 5207 ó 5214.
El Hombre Lluvia
Nahwiri Chanchari del Pueblo Shawi
Miramos al agua como una persona. Por donde ella andaba caía lluvia, hacía bien a las plantas, los animales y a los insectos. Pero también hacía perjuicio al hombre para hacer su chacra, para cazar y pescar. El hombre lluvia hubiese estado con nosotros hasta ahora, pero Kumpanamá lo mató y de su carne sembraron y de allí nació el pijuayo, una palmera que es útil para la humanidad y que hasta ahora es una persona importante. La hormiga isula con los sapitos juntaron la sangre de la lluvia derramada y una vez juntada ella se fue, como evaporación, al espacio. También se fue el alma del hombre lluvia, como un espíritu, y fue mandando la lluvia al pasar por el espacio. De esa lluvia se formaron grietas que Kumpanamá convirtió en quebradas y ríos, tumbando un cedro, para formar los cauces. Las astillas del cedro las transformó en peces y se formó un espacio más. Allí viven peces de todas las especies, la sirena (“madre” del agua aquí en la tierra), la boa (hamaca de la sirena) y el lagarto (su canoa). Por eso el agua es importante, porque es sangre de una persona. Y por eso necesitamos que esté pura, limpia.
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