31.10.08

ABUNDANCIA DE LA BREVEDAD: LAS NUEVAS POSTALES DE JOSÉ GABRIEL VALDIVIA


Por: Carlos Eduardo Quenaya

Luego de que en el 2003 apareciera Funesta Trova, libro que reunía toda la producción poética de José Gabriel Valdivia, habíamos esperado una nueva entrega que nos confirmara la presencia literaria de una de las voces más rigurosas y personales dentro de la nómina de poetas aparecidos en Arequipa en la década del 80.

Postales (Cascahuesos Editores, 2008) es una orgánica colección de poemas breves, cada uno de los cuales se inscribe dentro un registro de acendrado lirismo y expresivo desamparo, como si el curso de los años hubiera afianzado una dicción que encontrara en el despojo la verdadera sustancia de la creación poética.

Sólo tengo tiempo para decir lo que no quiero decir… (fax para Anaís). Distancia y duda sobre el oficio. El poeta sabe que libra una pugna con los límites de lo comunicable, por eso en el poema liminar declarará: Qué difícil expresar ternura en esta angustia tiznada de estrellas a la manera de un cuerpo en la desgracia (prólogo).

Una zozobra cierta, una búsqueda de fraternidad y de verídico amor recorren las cinco partes en que se halla dividido el libro. La primera sección, Rondas Infantiles, nos traslada al advenimiento inminente de un nuevo ser: Como un vocerío de huesos rotos su llanto en las calles se avecina Tu pecho se ha de partir en dos para ser madre… (capullo de estrella). El hablante poético debe admitir también los ciegos avatares que aguardan al recién llegado. En memoria del corazón, podemos leer: Ni tus palabras ni tus actos han de ser su memoria ni su historia Ni tus deseos ni tus miedos Ni sus triunfos ni canciones Han de ser tu infortunio ni destino

La segunda sección de Rondas Infantiles aborda el tema del amor filial, la infancia resurge como un espacio de protección y gozo: Recostado en tu vientre escucho el girar del universo como un sollozo de niebla en el patio… (mamapacha).

Las siguientes secciones, Homínicas y Ecológicas, nos confrontan con una realidad hostil, el yo poético ha abandonado el cálido refugio de la infancia y se ha instalado contemplativo y taciturno en su nuevo entorno: Cuando pienso entristezco (0). O en este otro poema: Los pájaros pían sobre las tumbas y gotas de lluvia destapan los ojos desenterrados de los inocentes… (6). Asimismo, el contacto con la naturaleza aparece aquí como una súbita donación de nuestro júbilo perdido: Que tus manos acaricien el agua la hierba los pájaros las piedras como si fueran los talles perfumados de flores de las muchachas que ames (5).

Las últimas dos partes del libro llevan títulos más nítidamente literarios: Madrigales y Coplas. El primero recoge el tema amoroso y un anhelo de fraternidad con los otros: Un abrazo hondo i tierno como una mirada llevada por el viento o el paladear de un recién nacido en el pecho. Coplas constituye, en cierto modo, la cifra de lo que el sujeto poético nos ha estado diciendo a través de cada una de las secciones del poemario.

Aun cuando José Gabriel Valdivia demuestra un manejo sólido de la brevedad y la elegancia poéticas, pensamos que algunos disfuerzos verbales acusan un excesivo control sobre la materia artística, restándole frescura a algunos poemas del libro. No obstante, por todos los aciertos señalados, creemos que Postales nos devuelve a una propuesta que con el paso de los años ha ido afirmando una vocación ajena a las premuras editoriales y a las agendas literarias de moda, erigiéndose con solvencia en medio del actual desconcierto de la producción poética peruana.

Postales, 85 pp.
José Gabriel Valdivia,
Arequipa, Cascahuesos Editores, 2008

30.10.08

ANTES DEL SUEÑO: UN CUENTO DE PORFIRIO MAMANI MACEDO


ANTES DEL SUEÑO

Como todos los días, antes de meterme en la cama, tenía la costumbre de cambiar el agua a las flores que había sobre la mesa. Hace ya un año, que no realizo este rito a causa de un viento muy fuerte que entró en la casa, abriendo la puerta, envolviendo una sombra humana, doblada hacia adelante. Yo no esperaba a nadie, pero la sombra entró tropezándose con sus propios pies, y dijo casi ahogándose entre la lluvia y el viento:

—¡Me retrasé a causa de la lluvia!

Yo no le dije nada, aunque me dio ganas de empujarlo hacia afuera; sin embargo, me quedé mirándola cómo llegaba, casi llevado en vilo por el soplo del viento que entró con él. Luego de encontrarse junto a la mesa, tambaleando como si estuviese ebrio o atolondrado, empezó a quitarse su negro saco mojado, los zapatos llenos de barro y las medias húmedas que las tenía pegadas a los pies, los cuales aparecieron desnudos, humedecidos como corchos arrugados. Fue dejando caer al piso cada cosa con disgusto y resignación, por algo que tal vez ya lo estaba destruyendo interiormente.

—Me retrasó la lluvia —volvió a decir, mirándose los dedos desiguales de sus pies.

Luego dejó caer su cuerpo como una piedra pesada sobre la silla. No me atreví a decirle nada, por temor a que descargara su angustia endemoniada conmigo. No entendía por qué azar se encontraba en mi casa, y por qué me repetía la causa de su retraso, pues yo no esperaba ni a él, ni a nadie.

—La lluvia, es a causa de la lluvia —la voz nuevamente se expresaba desde un túnel, lejana, ronca y solitaria.

Las cosas que yo miraba en el piso, y que él había dejado ahí, formaban un montón de trapos viejos, que alguien había abandonado para siempre. Pero él estaba allí, viéndolos, o quizá sin verlos. Quedó con la cabeza metida entre las palmas de sus manos sin darse cuenta dónde, ni en qué circunstancias se hallaba. Pensé que se había vuelto loco mientras regresaba a su casa.

—Llegué demasiado tarde —dijo una vez más.

Me acerqué a él para ver si podía reconocerlo. No. Me era extraño y lloraba. Se le caían las luminosas lágrimas en la oscuridad. Viendo su rostro acongojado, por un momento lo confundí con la muerte. Retrocedí un poco más para verlo mejor en la poca luz que alumbraba la habitación. Distinguí una cara envejecida, y su barba crecida le daba una apariencia de decrepitud. Las abundantes y silenciosas lágrimas que brotaban de sus ojos, me impedían dimensionar su dolor.

—¡Esta maldita lluvia! —dijo dando un fuerte golpe con los talones en el piso.

Un silencio imprevisto súbitamente se apoderó de nosotros. Nada, en circunstancias parecidas, es definitivo.

—Yo no he querido llegar tarde —resonó su voz en lo amplio de la habitación, como si deseara que todas las cosas lo escucharan.

La puerta se había quedado abierta, y a ratos me daba la impresión que la luz del foco se iba a apagar con el viento, confundiéndola con la luz de una vela, por lo cual la cerré. Hice correr el pestillo para más seguridad, seguridad que sólo mi mente podía concebir. El hombre se paró y se puso a caminar lentamente por la habitación, arrastrando una sombra pálida que producía la luz débil, dejando las huellas húmedas de sus pies en el piso. Yo me quedé pegado junto a la puerta, viéndolo andar como fantasma, con las manos en los bolsillos. De vez en cuando se las llevaba a la altura de la cara, y allí las juntaba en señal de una súplica o muestras de una desesperación extraña. Su frente se fruncía, y sus ojos se hacían grandes como si estuvieran viendo un abismo. Me daba miedo interrumpirlo en su divino enfrentamiento.

—La lluvia, la lluvia —repetía de rato en rato, mientras su cuerpo se desplazaba de un lado a otro.

Subrepticiamente me deslicé hacia el lado de la ventana para ver si nada anormal estaba ocurriendo afuera. Nada. La calle estaba dormida en la incipiente noche lluviosa de otoño. Algunas ramas de los árboles se movían con el viento. Cuando me di la vuelta para verlo, estaba arrodillado en un rincón. Sólo podía verle su curvada espalda y sus pies desnudos. Oí que lloraba. Este incidente me hizo sentir ligeramente incómodo y extraño en mi propia casa. No sabía qué hacer con este hombre desconocido. Me daba piedad echarlo a la calle, pues afuera caía una lluvia torrencial. En la mesa tenía un vaso con flores, aquel mismo vaso que yo le había obsequiado a mi mujer, hace ya más de diez años. Las flores me hacían recordar el primer día que las traje. Era la fecha de nuestro encuentro. Un día como hoy. Me quedé pensando en esas flores y en la forma en que fui recibido por mi mujer, quien, desgraciadamente ya no estaba conmigo. Le prometí que cambiaría las mismas flores hasta el final de mi vida. Promesa que he cumplido siempre. Me acerqué más a las flores y allí vi la sombra pálida del hombre que las cubría enteramente. Levanté la vista y el hombre no estaba tan cerca, pero me estaba mirando con recelo. Volví a escuchar su voz cavernosa, que salía de su cuerpo antiguo. Las manos le colgaban de los hombros como frágiles ramas muertas.

—La lluvia, es a causa de la lluvia. ¿No oye cómo suenan las gotas afuera? Hoy parece ser el único día que ellas pueden expresarse a la vida. Ahora que la oigo, la siento caer en mi cuerpo, la siento que perfora mi alma.

Imposible saber si me hablaba a mí, a las flores, a su sombra o a alguien que estaba imaginando. De pronto un impulso muy fuerte se apoderó de mí, el que me incitaba interiormente, a echarlo a la calle, o por lo menos a preguntarle quién era y qué hacía en mi casa.

—Estoy mojado y no tengo sed —dijo la voz monótona, retrocediendo hacia su rincón.

Seguí parado cerca de las flores frescas y su aroma me tranquilizó un poco, pero no impidió que le dijera:

—¿Quién es usted y qué hace en mi casa?

Escuché mi voz como nunca antes la había escuchado: seca y pastosa. Sólo recién me di cuenta que me había quedado sometido a la voluntad de un ser extraño.

—Yo no tengo la culpa de nada —dijo él.

Su voz quedó ahogada en su garganta.

—¿Quién es usted? —volví a repetirle, pensé que se trataba de un enfermo mental. Pero en el fondo de mí mismo, tenía esta definida voluntad de echarlo a la calle. No podía seguir soportando esa presencia indeseada. Felizmente que sus labios se abrieron para decirme:

—Soy Onel.

Respiró un poco y continuó:

—¿Qué piensa hacer conmigo?

En esos momentos yo no pensaba en nada, tenía la cabeza vacía. La sangre se me había agolpado a la cara. Quedé con las manos tensas, y los labios se me habían secado.

—Me llamo Onel —dijo—. Como estaba lloviendo, llegué demasiado tarde. No sabía qué hacer allí, por eso me puse a errar por las calles sin darme cuenta adónde me dirigía. Sólo quería alejarme de allí, era lo único que quería hacer: alejarme.

Mientras hablaba, se sentó en la silla y volvió a ponerse los zapatos y los calcetines tal como estaban. Ya no se le notaba las lágrimas del principio. Había logrado dominar su desesperación. Le dije que podía quedarse por esa noche o al menos hasta que la lluvia disminuyera. Parecía que no me escuchaba.

—Ya no deseo nada —dijo—, ahora es demasiado tarde para todo.

Le dije que esperara un poco mientras le preparaba algo caliente, pensando que la lluvia calmaría. Murmuró algunas palabras que yo no entendí. Me fui a la cocina y lo dejé, ahí, parado como un tronco, mirándome con sus ojos negros. Cuando regresé, ya no estaba, se había ido. Dejó la puerta abierta; y hacia ella me precipité con la taza de café en la mano. Afuera no había nadie. Ya no llovía. Cerré la puerta y me acerqué a la mesa: habían desaparecido también el vaso con las flores. Ahora del vaso sólo queda una huella circular en el centro de la mesa, y las flores, a mi mujer, se las llevo a su tumba.

*Porfirio Mamani Macedo (Arequipa, 1963) es Doctor en Letras en la Universidad de la Sorbona. Ha publicado poemas y cuentos en varias revistas de Europa, Estados Unidos y Canada. Ha publicado los libros : Ecos de la Memoria (poesía) Editions Haravi, Lima, Pérou, 1988. Les Vigies (cuentos) Editions L’Harmattan, Paris, 1997. Voz a orillas de un río/Voix sur les rives d'un fleuve (poesía) Editiones Editinter, 2002. Le jardin el l’oubli (novela), Ediciones L’Harmattan, 2002. Más allá del día/Au-delà du jour (poemas en prosa), Editiones Editinter, 2000. Flora Tristan, La paria et la femme Etrangère dans son œuvre (ensayo) L’Harmattan, 2003. Voix au-delà de frontière, L’Harmattan, 2003. Un été à voix haute (ensayo) Trident neuf, 2004. Poème à une étrangère, Editions Editinter, 2005. Ha enseñado en varias universidades francesas. Actualmente reside en París. Imagen superior, fotografía del autor sacada de aquí.

28.10.08

BALDOMERO ALEJOS EXPOSITION / EXPOSICIÓN EN BERLÍN


Para quienes no se habían enterado, además de estos fotógrafos geniales: el cusqueño Martín Chambi y los arequipeños hermanos Vargas, en Ayacucho se hizo, hace algunos años, el descubrimiento de otro, también genial, fotógrafo: Baldomero Alejos, cuyo “legado artístico, de más de 60,000 imágenes, es el testimonio visual más completo, documentado y valioso de más de 50 años de vida social, cívica, religiosa y cultural de la sociedad ayacuchana durante los tiempos de paz previos a la guerra civil”.
·
Y ahora, inagotable, sus fotos están siendo expuestas en museos de varios países del mundo entero. Ahora le tocó a Alemania (la nota es de Lucia Alejos quien administra el Archivo Baldomero Alejos):

“El 4 de Noviembre se inaugura la exposición de Baldomero Alejos en el Museo de la ciudad de Berlín. Luego de exitosas exposiciones en la Universidad de Harvard y en París, las fotografías continuan su camino a una mayor difusión tanto nacional como internacional.

La exposición, que cuenta con el apoyo de diversas instituciones y la Embajada de Perú, forma parte del mes de fotografía en la capital alemana.

El Archivo Fotográfico Baldomero Alejos consciente de su gran valor, no sólo como pieza artística, sino social e histórica, está llevando a cabo un proyecto para digitalizar las imágenes. De esta manera, queremos contribuir con un Archivo Fotográfico más participativo y, así, logre sus objetivos como instrumento de reconstrucción de una memoria histórica e identidad para el pueblo ayacuchano”.
·
Si quiere enterarse más de este genial fotógrafo, y ver gran pate de su obra, visite la web del Archivo Baldomero Alejos, o visite esta página donde también se le rinde culto.

26.10.08

MIRTHA NÚÑEZ CUEVA: HABITANTE DE TIERRA LÁCTEA


Por: Carlos Eduardo Quenaya

Imágenes en dispersión continua, restos de un naufragio interior contemplado desde lejos. El primer poemario de Mirtha Núñez se percibe opaco y meditado, provisto de un lenguaje profuso, reacio a las interpretaciones fáciles y expeditivas. Tierra láctea (AQP Libros, 2006), anuncia desde el título su materia simbólica: humus, arena, grava, sedimento, savia, agua, etc. configuran este mundo poético que convoca a la naturaleza desde la mudez y la ocultación.

Decía Hesíodo que “antes que todas las cosas fue Caos; y después Gea la de amplio seno…” Esta parece ser también la consigna que animan los poemas de Mirtha Núñez. La Tierra, madre de todos los dioses, cobija además una materialidad que precisa ser escuchada: Oigo la madera susurrando/ Quizás es ella levantando alas de sidra/ envenenada (de Savia). Por eso en Reflejo vítreo, el yo poético declarará: Escucho el agua paseando por las habitaciones de la casa/ zambullendo las bardas/ los animales/ las criaturas paganas como en una bíblica/ historia de mares levantados. Solo que, a diferencia del poeta griego, las fuerzas naturales son, acaso, los vestigios de un orden antiguo o de una civilización en ruinas: Tiempo de lluvia en los meandros de este cuaternario desierto. Es decir, no aburrida descripción del paisaje sino atractiva plasmación de la oscura animación vegetal y humana.

Asimismo, ya en el primer poema —Gránula— asistimos a la desintegración del sujeto poético: Desmembrada/ vencida por el agua aglutinada/ disgregada, entre los dedos hundiendo/ multiplicando sus formas subterráneas/ arena lamiendo el soplo del poniente incendiado en sus fragmentos. Cada poema se enunciará a partir de la descomposición, de la pérdida de un centro que vertebre estas imágenes donde la cotidianidad asoma como la disolución de sí misma: Tu cuerpo se escurre incoloro/ Acoplado al tenue sembrío urbano.

Ni proclama ecológica ni narciso recogimiento, la animación de la naturaleza que se desenvuelve en estas páginas es, en mayor medida, una inédita posibilidad del ser, de esa otredad secreta en la que el sujeto poético proyecta su existencia.

A pesar de lo dicho, y de hallarnos aquí a kilómetros de la ya inviable poesía de género, esta propuesta no llega a convencernos del todo. Ciertos tropiezos rítmicos, un excesivo uso de gerundios, un fraseo desprolijo en los poemas menos logrados, nos dan la impresión de encontrarnos frente a una poeta que no hubiera madurado lo suficiente. La inconsistencia formal de no pocos poemas enturbia los logros expresivos del conjunto. Sin embargo, pensamos que es lícito sostener que Tierra láctea —una vez superados los desaciertos estilísticos y afianzados la intensidad y la libertad artísticas— puede constituir un paso significativo en la conquista de un lenguaje y una voz que, quizás, en el futuro nos revele una sugestiva mirada de la condición humana de nuestro tiempo.

Tierra láctea, 60 pp.
Mirtha Núñez Cueva,
Arequipa, AQP Libros - Fondo editorial, 2006

24.10.08

I ENCUENTRO SUR PERUANO DE ESCRITORES “Lampa: El lugar de mis sueños” 2008


El Honorable Concejo Provincial de Lampa del Departamento de Puno, invita y se adhiere al desarrollo de la literatura mediante la convocatoria al I Encuentro Sur Peruano de Escritores “Lampa: El lugar de mis sueños” 2008, con la finalidad de promover la cultura en el entorno del sur del país.

Ciriaco I. Díaz Aréstegui
Alcalde de la Municipalidad Provincial de Lampa

LUGAR:

SALÓN CONSISTORIAL DE LA MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE LAMPA

PARTICIPAN:

Tacna, Moquegua, Arequipa, Cusco y Puno.

CONVOCATORIA:

La Comisión Organizadora presidida por la Municipalidad Provincial de Lampa, el Grupo editorial “Hijos de la lluvia” & LagOculto editores, convocan a todos los narradores y poetas del Sur del país (con carácter de invitados especiales), con motivo de desarrollarse del 27 al 30 de noviembre el I ENCUENTRO SUR PERUANO DE ESCRITORES “Lampa: El lugar de mis sueños” 2008.

La fecha límite para enviar sumillas vence el 23 de noviembre, luego se enviará una respuesta para el envío de ponencia el 24 de noviembre de 2008. Una vez notificada la aceptación de ponencia, el participante deberá confirmar su participación antes del 26 de noviembre de 2008 para que pueda ser incluído dentro del programa.

Se contemplará un cobro de inscripción que otorgará derecho a participar de todas las actividades académicas, culturales y de integración, así como a certificados, carpeta, credencial, papelería, materiales y beneficios que por convenios obtenga la gestión del evento. Los cobros por inscripción varían entre 20.00 y 30.00 nuevos soles de acuerdo a la procedencia o nivel profesional del participante. Toda consulta o duda sobre estas pautas se deberán presentar a la Comisión Responsable del Encuentro al correo mencionado.

TEMARIO GENERAL:

Las ponencias a presentar deben circunscribirse a la siguiente propuesta metodológica:
1. Problemática de la teoría literaria Sur peruana.
2. Discursos canónicos (narrativa, poesía, teatro y ensayo).
2.1. Discursos no canónicos (discursos híbridos, literatura infantil, literaturas étnicas, testimonio y performance).
3. ¿Existe una crítica para revalorar la literatura Sur peruana?
4. ¿Cuáles son los criterios para escribir la historia de la literatura andina?
5. ¿Cuáles son los escritores importantes en la literatura andina contemporánea?
6. ¿Cuál sería el esquema adecuado para escribir una nueva literatura Sur peruana?
7. Análisis de la literatura y problemática social en el Sur del Perú.
8. Literatura regional.
9. Narrativa breve en el sur del Perú: el cuento
10. Literatura y testimonio
11. Literaturas sur peruanas contemporáneas: los 90 y el post dos mil.

ESPECIFICACIONES SOBRE LAS PONENCIAS:

Los ponentes deberán enviar un disquete con una copia del archivo conteniendo su ponencia íntegra, con una sumilla de su trabajo que los organizadores compilarán para la publicación correspondiente en formato impreso como testimonio del I ENCUENTRO SUR PERUANO DE ESCRITORES “Lampa: El lugar de mis sueños” 2008. Caso contrario, al momento de la lectura, cada ponente deberá entregar una copia de su ponencia, respetando el siguiente formato:

1. Título explicativo.
2. Descripción de la ponencia (entre 15 o 20 líneas).
3. Propuesta de la ponencia (máximo 10 líneas).
4. Bibliografía básica (5 títulos).
5. Palabras clave (máximo 5).
6. Reseña del autor (apellidos y nombres, lugar de origen, institución, grado académico, correo electrónico, teléfono).

CONTACTOS:

22.10.08

JUICIO: UN CUENTO DE LUIS ORMACHEA AZPILCUETA


Continuando con el "II Concurso Literario de Poesía, Cuento y Ensayo Breve 2008" que organizó el semanario El búho, el ganador del género cuento fue el poeta Luis Ormachea Azpilcueta, y gracias también a su gentileza, nos ha proporcionado el relato con el que logró dicho galardón. Bon appétit!


JUICIO

El viejo estaba acostado, una venda cubría su cráneo hasta la altura de la nariz; le escocían las cavidades donde habían estado —durante ochenta años— sus ojos; tenía sed. A tientas, apoyándose en los bordes del velador adormecido por la noche, puso primero un pie en el piso de losetas heladas, luego el otro. Caminó cauteloso, extendiendo los dedos, las dos manos a la altura de sus rodillas, mientras un zumbido cada vez más intenso le cerraba los oídos.

No tuvo que tocar la suavidad de la cama desocupada frente a él para saber que existía, y se alegró por ser capaz de sentir, aún así, inundado como estaba por las sombras. No supo explicarse cómo era que un rectángulo abierto en la pared y, más allá, las puertas verdes, se dibujaban con toda claridad en su mente.

Un aplomo inusitado se apoderó de su voluntad. A su derecha —supo—, los ascensores, las gradas. A la izquierda, las enfermeras. Felizmente las sandalias de goma apagaban el sonido de sus pasos. Sabía que era el cuarto piso, ¿lo habría escuchado? No importaba. Sorteó fácilmente al ascensorista que, adormilado y cubierto por la frazada y el pasamontañas de lana negra, en esa caja de metal entreabierta que nadie requeriría hasta el día siguiente, dejó que una voz susurrante se perdiera escaleras abajo.

El escozor y unas intensas llamaradas en todo su cuerpo comenzaron a hacerse insoportables. A lo largo de los vendajes que dejó atrás, una mancha rojiza se repetía como si la hubiesen impreso, como distintivo de fábrica. Estaba atontado por la fiebre.

Siguió con la mano la baranda tubular, descendió por una trabajosa espiral de peldaños anchos, contó ocho semicírculos antes que el frío le mordiera la espalda y, de pronto, lo viera todo con claridad: la letra g del aviso de emergencia que parpadeó rutinariamente sobre los autos estacionados, el guachimán, marrón como un muñeco de chocolate, los cipreses de forma animal, las estrellas tras nubes ya descargadas, las ondulantes líneas del aire en el que se debatían papeles y plásticos, los faros de los vehículos, veloces en la avenida. ¡Lo primero que haga, lo primero! Pensó, anhelando poseer siquiera una moneda cuando la vendedora de emolientes saludó enchalinada, respetuosa ante esos párpados hundidos. Con la mano alzada, sudoroso ya, detuvo un taxi: pago en mi casa. La sed y las avenidas avanzaron rápidamente.

La fotografía de un transeúnte nocturno, las bolsas de basura desparramadas por los perros, y el brillo de los colores —algo atenuados por la hora alta de la helada luna de mayo—; cada cosa afincada en la noche había recobrado para él toda su sorprendente singularidad. Aquella, por fin, era la esquina conocida, la de los diarios y el pan: a su derecha, la de tres pisos, ordenó. Esta es. El chofer, atónito, quiso ayudarlo, pero él se zafó con una mueca autosuficiente.

Oprimido con tenacidad, el alboroto metálico del timbre; tuvo que dar varias vueltas sobre las camas de los dormidos para que por fin regresara a su centro en el silencio de la casa. ¡¿Qué haces aquí?! ¡Dios mío! Gritó la nieta al abrir. Pero, aunque les pareció a todos que realmente había recuperado la vista, entre el extravío de los papeles del seguro social, el error de las piernas al vestir una sola bota del pantalón por la prisa y los gritos ofuscados al teléfono, esa misma madrugada, el viejo se murió de sed y de una septicemia fulminante: aún no se sabe si ganarán el juicio que han entablado por negligencia contra medio mundo.

* Luis Manuel Ormachea Azpilcueta, (Cusco, 1974), Actualmente radica en Arequipa. Finalista en la XIII Bienal internacional de Poesía premio COPE, 2007. Ha publicado Índice (Arequipa, edición del autor, 2004), Bóveda (Arequipa, Grita ediciones, 2005), Apología del absoluto cotidiano (Arequipa, Editorial Dragostea, 2007), y Tela de juicio (Arequipa, Editorial Dragostea, 2008). En la imagen superior "Lautre cote" litografía-1984 de Gerardo Chávez extraida de Sol de Guernica.

21.10.08

POESÍA DE CROMWELL CASTILLO CABREJOS


La última poesía peruana es todavía un territorio inexplorado, un magma verbal sujeto al cambio y a la discusión. Y es que, en poesía, sólo debiera importarnos lo esencial, aquello que —en obediencia a nuestro más riguroso hábito de lector— realmente merece llamarse poesía.

Cromwell Pierre Castillo Cabrejos (Lambayeque, 1981) es autor de “Agua”, serie de poemas compleja y lúcidamente vertebrados, dueños de una meditada densidad artística, un impecable trabajo formal y una inquietante hondura. “Agua” logra eso que Maquieira reclamaba para el quehacer poético: fotografiar lo desconocido. (Carlos Eduardo Quenaya).


AGUA

1

Esta vez
su disposición adquiere la forma de mi lenguaje,
es decir,
su aspecto se hace universal desde mi boca.
De todas sus posibles determinaciones,
aquí, en lo habitable,
sólo se espera su adaptabilidad;
después de esto,
quizá ella deba ser algo que no comprenda.
Pero lo no comprendido
se explica también a partir de mi desorden:
Silenciosa ventaja suya
la de enturbiar mi contenido.
Todo forma y se deforma
magníficamente
a partir de su espacio,
entonces,
de mi voz a lo insondable,
ella
es un poema
transmutando
sus abismos.


2

Al representarla,
también esta hoja mimetiza su apariencia
y se torna transparente:
No hay nada aquí que no se advierta,
no hay nada aquí que no contenga su curso
y fluya
desde su impenetrable hondura.
A veces ella,
en este fondo blanco,
no resiste su propia densidad
y pareciera
recortarse
a medida
que tocan
sus giros,
mis palabras.
Pero no,
siempre desde estos trazos
desbordará su cualidad a más imágenes,
entonces su retorno
seguirá siempre cambiante
y escurridizo entre mis manos.
Hay suficiencia en su tocante sencillez.
Contemplo cercana su multiplicidad
tan influyente como entrañable.
A partir de toda representación,
incluso ella, en sí,
frecuentará su mimética apariencia
para afluir aquí, a cada instante,
Agua.


3

Enigmática
caracola: Poesía,
donde siempre se escucha mi voz
como mar enfurecido.
En ti, el Agua
también vive fantasma,
desencadenando sonidos
de palabras,
que a veces,
jamás escribo.


4

Más allá, en mí,
correspondo al impulso súbito
de parecer Agua:
Ella tiende a sublimarse;
yo asisto a esa evasión.
Cuando ocurre,
mi canto en lo alto prolonga ceremonias
pero no es escuchado:
No hay nada más allá arriba,
sólo ella hablándome,
imperturbable acaso y apartada
de nuestra vida circular
entre todo lo inexacto.
Por eso,
allá en la cima,
no contiene ninguna respuesta:
Es la respuesta.
Y desde esta sencilla superficie
blanca,
solemne se la puede escuchar.


5

Sentado a su orilla,
he fijado en mí, la fascinación de un pozo.
Es breve y minúsculo
en comparación con mis sueños,
excepto
cuando lanza variaciones semejantes
desde lo inalcanzable.
Tocar
por un instante sus designios,
es desfigurar con certeza
lo que aún no sé
(círculos encierran mi tacto
en señal de un limitado roce heredado,
a su proximidad).
Su extraña superficie es tolerante,
el Agua ágil y serena que la habita
me devuelve otra vez imágenes
y una perspectiva clara
entre lo que no se ve. Ahí estoy yo,
sumergido también
desde su origen olvidado y engañoso.
Intento opacarla nuevamente
sin algún temor discutible,
pero con la sospecha de no saber
con exactitud,
quién me llama de su posible profundidad.


6

Ella lanza quebrado paso;
como un espejo surge,
recorta el tiempo
y no supone lo difusa
que ha de verse en su sentido.
Cae en su reflejo.
Sigue cayendo
verticalmente
cada segundo
en la espesura
del abismo.
Sin embargo hay días
que redobla su cauce,
se despeja
y cristalina ha de verse en su corriente.
Agua:
Gota, charca,
río, catarata,
porción de mar
se oculta en su costado.
Como el humo se dispersa,
avanza ágil
y no sabe su trayecto
a las puntas del espacio…
Al suelo lo condensa en su caída:
Vertiginosa,
en declive su salto máximo,
cae
y es principio contenerla.


7

Si estoy aquí
es por el Agua.
¿Cómo no
transfigurarla más
cuando desciende?
Esta vez
discurre desde mí
bajo la forma
de lágrimas.


8

Aunque su orientación
siga siendo la misma,
se han primitivado mis palabras
buscando apariciones en lo absoluto.
Huyen mortalmente como imágenes
sedientas de esta superficie:
Desde aquí,
desplomarse en círculos
como un poema hondo.
Después de todo este tiempo,
en todo lo que surge de mí,
no han dejado de allanarse
a partir de mi tintura: Agua oculta,
inmanente,
confirmación de todo lo extraviado
en mi desorden.
Pero al ser yo quien las escribe,
yo quien merodea en torno
a esta superficie incalculable,
soy una especie de Agua oscura
que observa otra
sin sentido aparente
para intentar escapar de las palabras,
que también me escriben;
entonces
sucumbe la forma de lo que no se ve
entre lo que está dispuesto a frecuentarme.
Soy yo
la misma búsqueda de siempre.
La misma aparición en lo transcurrido.
Lo mismo.


9

Si la nombro,
toda emisión que origina la palabra
es oquedad, y me habita:
Compleja indiferencia la del lenguaje.
Complejo su envío que toda sed organiza.
Puedo saber que al papel le sucede lo que al agua,
advertir el desplome que contiene
cada página en blanco sin tocar el golpe.
Comprendo en mí su precipitación.
Es posible todo desde algún lugar:
Lugar exacto yo
destinado al precipicio.
Desde allí,
frente a cada rumor que admita,
toda caída
se irá fragmentando
en gotas.


10

Quizá
haya más certeza en su interior
que en mis palabras
(la hay en lo transcurrido).
Con ellas
me incomunico en ellas
y mi única perspectiva
es la dispersión a la altura
que es incierta.
Pero el Agua
habita hasta lo que no conozco
y yo, sospecha constante,
soy lo impreciso en toda emisión.
Me contiene sólo
cuando escondo intenciones
que nacen a partir de mi descenso.
El descenso se transfiere.
Su generalidad sujeta.
Aquí
no es el Agua una cuestión semántica.

20.10.08

LUZGARDO MEDINA EGOAVIL POR MARCO MARTOS:

A fines de Julio viajé a Lima para asistir a la 13ª FIL 2008, y el viernes 1 de agosto a las 7:00 de la noche se llevó a cabo la presentación de libros ganadores de la XIII Bienal de Poesía “Premio Copé Internacional 2007”: El zoo a través del cristal de Rocío Castro Morgado, Entre la sombra y el fuego de Juan Carlos Lázaro, Bajas pasiones para un otoño azul de nuestro amigo Luzgardo Medina Egoavil, así como la antología de los finalistas. Disertó Pedro Granados y casi terminando la presentación fué Marco Martos quien hablo —elogiosamente— sobre este tercer lugar:

«[Luzgardo] ha merecido también el COPE de Bronce en este concurso. Y, yo tuve —realmente—, el placer de encontrar, de descubrir, —para mí—, este… a un poeta de fuste ya en 1993. Y, a lo largo de estos años, he ido viendo poemas suyos en algunas revistas, y ahora me doy con la sorpresa de este libro suyo: Bajas pasiones para un otoño azul. Y él consigue aquí algo que no es muy frecuente en la poesía aunque sí en la novela, —en algunas novelas—. Se ha dicho —hablando de la novela— que una de las cosas más difíciles para un novelista varón es describir los sentimientos de una mujer, y viceversa. En las novelas de mujeres, a veces, los hombres parecen comparsas, entonces —en realidad—, hay que hacer un esfuerzo muy grande como el que hacen los dramaturgos, —por ejemplo—, de poner las voces justas en varones o mujeres, en obras de teatro o en novelas. Pero lo mismo ocurre en poesía y casi nadie intenta, a veces, hablar con voz de otros sino con su propia voz. Es Marguerite Yourcenar la que ha señalado que la mente del mejor creador es andrógina; es decir, que el creador que se esfuerce más tendrá que poder hablar como mujer o como hombre, como niño o como anciano, como adulto o como adolescente; todas las voces deben tener la capacidad de entrar en el estro de un poeta de fuste; y aquí Luzgardo consigue hablar —en algunos poemas—, con tono femenino. Según me decía un miembro del jurado —conversando posteriormente en estos días—, me dice: “todos preguntaban quién será esta poeta, de qué país será” (porque este […] concurso ya era internacional), y era un poeta de Arequipa que había sabido poder meterse en piel femenina en algunos de estos poemas magníficos».

Al finalizar la ceremonia y luego de comprame un par de paquetes de la colección: los tres primeros lugares más la antología de los finalistas (que estupendamente costaban sólo s/ 5.00 nuevos soles), nos tomamos algunas fotos junto a Lolo Palza, el mismo Luzgardo, Filonilo Catalina, Oscar Limache y Lenin Velarde Paredes con quien fui a celebrar por el premiado amigo (pues Luzgardo tenía que regresar esa misma noche por motivos de trabajo) con un delicioso vino en Pueblo Libre. (José Córdova).

*El vídeo fue grabado y subido a youtube por mi amigo Lenin Velarde Paredes.

18.10.08

TRAPECISTA: POEMAS DE FILONILO CATALINA


En este "II Concurso Literario de Poesía, Cuento y Ensayo Breve 2008" que organizó el semanario El Búho, resultó ganador el poeta Filonilo Catalina, y gracias a su gentileza, nos ha proporcionado el conjunto de poemas con el que logró dicho galardón. Bon appétit!


( I )
Pongo el mar sobre éste poema y el agua se rebalsa

Soy
Ese animal disecado
Que no sabe que murió hace tiempo

Mi país mide lo que miden mis zapatos

Todo árbol tiene
Un pájaro aprisionado en su pecho
Y
Si no cito un ave en éste poema
Es / porque
No quiero que esta hoja se vaya volando.


( II )

Voy a contarles
Del secreto temor que guarda mi bolsillo derecho
Y de cómo
Me era fácil adivinar la edad de una flor encontrando mariposas muertas
[a su alrededor

ESTAMOS HABLANDO DEL DOLOR
Colgar animales vivos de los pies
E / instruirse en el arte de las flores secas

Recuerdo
La risa discreta que tenía la puertaycalle de la casa
--------Y la imposible mueca de una flor

LES HABLARÍA DE MI ZAPATO
PERO ESTE POEMA NO TIENE COMO TEMA LA TERNURA

ESTAMOS HABLANDO DEL temor
Y de cómo duerme disecada en mi cama una emoción

Pero un poema solo es un poema
Mejor / hablar de ternura
Y tocar —de una vez Y PARA SIEMPRE— mis zapatos
Que cargan todo el día con éste corazón.


( III )


Te he visto desnudo en los mercados
Maldecirte
Y NO poder llorar
Ese animal que todos llevamos dentro
TE HE VISTO
Calcular el peso de la luna por las calles
Sobre la banca de los parques
En cada una de tus manos
Sobre la rama más alta de los árboles
·
CALCULAR
La diferencia de tu corazón —en Kg. Masa— con un astro
E intentar / una fórmula que resuelva la intensidad de la pena

Te he visto------------------------------------------------------------------------------------ Al final del día
Desatar tus zapatos
—y también tu corazón—
Para descansar
DESPERTAR
Sin percatarte
De los días que te miran como animales mansos
Salir sin peinarte y decir “buenos días” en la calle

Ajustarte los zapatos
Acordarte del corazón
Desnudarte con paciencia
Y
ESPERAR...


(IV)

Yo sé lo que te cuesta
Arrastrar tus sueños por la calle
Luchar —a cada paso—
Contra la fuerza de la gravedad
Conozco
—aun cuando escondas en los bolsillos—
El más descarnado gesto de tus manos
A veces
Hemos roto la luna en nuestros ojos
Y el olfato nos dijo que siempre sería peor
Sé / del gris color que te espera cuando estás solo en tu cuarto
Del filudo metal que pende sobre tu cabeza mientras sueñas
Cuando sueñas
Lunas / que se pierden en los ojos redondos de las niñas
Que alargan su mano / señalando
Un camino que siempre está ausente de tus pasos.


(V)
Yo he visto
Crecer la soledad como la flor más rara en aquel macetero de tu cuarto
Y luego / te he visto cosecharla con esmero
Por ello te propongo
Dejar / que se derrita la luna en nuestros pechos
Todos los días / asistir al desfloramiento del mar
Salir de nuestro cuerpo y
Abrazar / ese astro que desaparece en el espacio
Pintarnos / de violeta el corazón
¡Pero no sigas llorando! que mojas el más bello de mis sueños
No llores / que me recuerdas / a un girasol muriendo
¡Pequeño ángel ebrio que inaugura las mañanas!

Mantén abierta la palma de tus manos
Y deja
Que los sueños choquen a toda velocidad con la luz de los semáforos
Es de noche / hace frío
La ciudad vomita toda clase de zapatos
Las calles
Se sacuden los pasos del amanecer y se colocan su abrigo clásico

Quizá este sea el último pajarito de papel que tiro al espacio
... extiende / la palma de tu mano.

En la imagen: el autor.

14.10.08

RESULTADOS DEL CONCURSO LITERARIO DE EL BUHO 2008


Los concursos literarios generan siempre expectativa y, también muy a menudo, se vuelven pábulo y pretexto de soterradas polémicas. El Semanario “El Búho” dio a conocer esta semana los resultados del “II Concurso Literario de Cuento, Poesía y Ensayo Breve 2008”. A continuación la lista de ganadores de este año, con el compromiso de comentar los textos una vez hayan sido publicados. (Carlos Eduardo Quenaya).


CATEGORÍA CUENTO

Primer puesto:
Luis Manuel Azpilcueta Ormachea con el cuento: Juicio

Mención Honrosa:
Juan Emanuel Baca Chávez con el cuento: Mal tiempo

Mención Honrosa:
Jorge Monteza Arredondo con el cuento: Muchacha de espejos rotos

Mención Honrosa:
Manuel Fernando Mayca Delgado con el cuento: Wañuchay

CATEGORÍA POESÍA

Primer puesto:
Luis Rodríguez Castillo con el texto: Trapecista

Mención Honrosa:
Jorge Alejandro Vargas Prado con el texto: Los bonitos también cagan

Mención Honrosa:
Rosario Cardeña Tintaya con el texto: Sin título

Mención Honrosa:
José Ignacio Infantas Moscoso con el texto: Pálida arca de insectos

Mención Honrosa:
Arthur Daniel Zeballos Herrera con el texto: Amadeo

Mención honrosa:
Paul Adriel Tavera Aragon con el texto: Museo de bruma

CATEGORÍA ENSAYO
Primer puesto:
Rafael Alberto Bedregal Carpio con el ensayo: Nuestra posmoderna libertad

Mención Honrosa:
María Esperanza Miranda Medina con el ensayo: El sur

Mención Honrosa:
César Félix Sánchez Martínez con el ensayo: Símiles, estética y funcionalidad literaria en Ventura Travada


Nota: El primer puesto de cada categoría se lleva MIL nuevos soles. La ceremonia de premiación será anunciada próximamente. Los trabajos ganadores serán publicados a partir de la próxima edición. Ver la nota completa haciendo click aquí.

13.10.08

UNA CARTA DE GLORIA MENDOZA BORDA


Hace algunos días recibí un e-mail de la poeta Gloria Mendoza Borda, donde me contaba algunas anécdotas sobre el accidente que sufrió cuando estuvo, junto a sus alumnos de la Escuela de Artes Carlos Baca Flor, dando un paseo por el pueblo tradicional de Quequeña. Sin embargo, gracias a su buena voluntad "llena de moretones, bultos, un poco mareada" me contó que se "dio tiempo para escribir y leer". Y prueba de ello es este poema (que publico a continuación) que me envió en archivos adjuntos, como respuesta a esa "mala pasada" y escrito después de salir del hospital. Pronta recuperación estimada Gloria. (José Córdova).


CARTA A LAS CATARATAS DE QUEQUEÑA

Para Jennifer Carpio Espinel
A los estudiantes del II Semestre-Docencia de la ESACBF

No lo esté tentando al Señor, señora
(Traumatólogo-Hospital de Yanahuara-Emergencia)

La mañana discurría plácida / como un río / girasol abierto / durazno fragancioso / te encontré muerte / con tu lenguaje /de pájaro acuático salvaje / juro que no te busqué / Señora nuestra

en un vericueto de segundo / me jugaste una pasada / como si fuese una imberbe / me tentaste a subir a la cima / bajo un límpido cielo / detrás de la alegría de los muchachos / auscultando el movimiento / de las palomas en sus nidos / encima de la / catarata / y en los árboles

escalé la montaña / me hiciste trepar / a una inmensa roca /no supe decir no / rocasca de muerte / me arrojaste a la poza / extraviada / entre chorros de agua de la catarata / caí como a quince metros de altura

debajo del agua / la muerte me tomó / en sus brazos / me paseó por pequeñas parcelas / hermosas piedrecillas de colores / me prodigaron su calor / comprendí que el poema jamás morirá / el poeta sí / el agua era limpia fría limpia / me convertiste en pez sin saber nadar / en ese naufragio inalterable de transparencia / creíste haber ganado la batalla / atrevida muerte respetada muerte / pensé en mis hijos en mis nietos / en la familia toda / en el padre de mis hijos / en mi inocencia más allá de lo absurdo / en mi anciana madre / en mis libros inéditos aún sin organizar/ dormí el sueño de los sueños / dentro de tu desnudez de garza desorbitada / conocí que la memoria de los muertos / es más fuerte que la de los vivos

me dije ¿qué pasó? / no pensé morir como Alfonsina Storni

pensé en mi entierro / la corriente traía notas / de campesinos tocando sicuris / ¿igual que a mi padre? pensé / en este éxtasis profundo / con la muerte / de pronto un ángel salvador / se había tirado a las aguas / me sacudió / estaba inconciente / me cogió de los hombros / me sentó en una roca / no podía mantenerme de pie /

¿estoy vida? pregunté / un silencio nostálgico / cruzó nuestras miradas / Jennifer Carpio con una criatura / en el vientre / arriesgó su vida / mi salvadora / Jennifer cálido abrazo de los míos / sé que Ananí quedó petrificada / gritaba junto al ruido estruendoso de la catarata / ¿del agua salimos y al agua regresamos? / bajó de las altas rocas / Elvis el joven motivador del paseo campestre / dio su negra casaca para cubrirme / usted no manda profesora ahora / hemos decidido regresar al pueblo

más de media hora taquicardia / no teníamos alcohol ni nada / no tengo fracturas / sino golpes fuertes en los brazos / las rodillas y todo el cuerpo / los médicos estupefactos en emergencia / dicen que es un milagro / unos días inmovilizada / para que los cauces internos / tomen su lugar / los colibríes picotean en mis dedos / para escribir esta memoria / mi travesía en Quequeña
·
tengo sustísimo / Elpidia llamó mi ánimo/ respeto la tierra el agua las piedras / estos días leí narrativa de Doris Lessing / Silvina Bullrich y Walter Lingán
·
Adalberto fabricó un bastón para el regreso / a Quequeña / Denis cargó mi bolso y perdió mi pañoleta

sé que perdurará el ruido de las cataratas / sí / el agua es dulce el agua es también vida / tomaré el bastón / para correrte muerte por la hojarasca verde / de la florecida campiña

ya puedo decir / Gracias a la vida como Violeta Parra


Arequipa, 02 de octubre del 2008
Primavera

12.10.08

AQUÍ VAMOS


Desde un día como hoy, hace 516 años, con el arribo de Colón a América Occidente comenzó radicalmente a implantar, no sólo el nombre del continente, sino también la escritura como el mejor medio de comunicación, haciendo que la oralidad aparezca como parte del estadio propio sólo de sociedades subdesarrolladas, incivilizadas, salvajes, o atrasadas, a las que, por simple menosprecio, aún no había llegado atisbo alguno de civilización, representada, como ya dije, por la escritura (y en ese histórico caso: la Biblia). Si bien es cierto que la escritura históricamente ha ayudado a que permanezcan las ideas, también —y muy contradictoriamente—, ha permitido que, viéndola desde nuestro tiempo, muchas de ellas nos parezcan cavernarias, invigentes e inservibles—. Sin embargo, hoy, de alguna manera la oralidad vuelva a estar en pie, a través de esta colosal autopista de la información (y que algunos ya la tildan como la cultura de la electronalidad, y que yo podría denominarla como oralinet) que no respeta razas, religiones, ideologías, nacionalidades, o cualquier otro tipo de característica que nos hace diferentes. Por que es justamente la Internet (especie de oralidad escrita, escritura fugaz) la que está permitiendo que los textos no sean eternos, sino cambiados constantemente, modificados, enriquecidos, remendados o eliminados, etc. por quien le venga en gana. Y es también por eso que ahora nos iniciamos en este proyecto, para dar a conocer “oralmente” y a través de signos matemáticos y logarítmicos (con los links que se convierten en especie de metatextos o hipotextos) y a través de estos espacios de flujo, lo que acontece con respecto a la literatura y la cultura afín a ella, en cualquier parte del mundo y donde uno menos se lo espera. (José Córdova).

* La imagne de arriba ha sido tomada de aquí.
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