10.4.09

EL PRIMER HISTORIADOR AREQUIPEÑO: “EN EL CIELO DE TRAVADA”



Hace doscientos cincuenta años, el 18 de abril de 1758, el vicario Pedro Murillo sepultaba en la Iglesia de la Recoleta a un cura rural “con derechos sencillos, porque murió como pobre”; escribió en la partida de entierro. El difunto era Buenaventura Fernández de Córdova y Peredo, párroco durante mucho tiempo de Salamanca, y otros pueblos de la sierra arequipeña. Considerado por Francisco Mostajo como el mejor poeta en prosa de esta tierra por El Suelo de Arequipa convertido en Cielo, obra que el clérigo compuso en 1752 con el nombre de pluma con el que ha pasado a la historia: Ventura Travada y Córdova.
Por César Sánchez Martínez

Una vida humilde 

Había nacido el 14 de julio de 1695 en esta ciudad, hijo de don Juan Fernández de Córdova, natural de Locumba y de la arequipeña doña Francisca de Peredo; años después adoptaría como nombre de pluma el apellido de su padrino de bautizo, Antonio de Travada. Destinado desde su juventud al clero, sirvió como sacerdote en Camaná, Cabanaconde, Lari, Salamanca y Pocsi, transcurriendo su vida como la de cualquier cura de campo dieciochesco alejado de la corte episcopal, pero en su caso particular entregado a la lectura, especialmente de escritores menores de la antigüedad cristiana y de filósofos como Platón y Pitágoras. 

El legado de Travada 

Ese acervo clásico le serviría para redactar el voluminoso manuscrito que viera luz un día de 1752, con el largo título de El Suelo de Arequipa Convertido en Cielo En El Estreno del Religioso Monasterio de Santa Rossa de Santa Maria que fundó EL Ilmo. Señor Dr. Dn. JVAN BRAVO DE RIVERO DEL CONSEJO DE SU MAGESTAD DIGNISSIMO OBISPO DE AREQUIPA, por el Doctor Don Ventura Trabada.
Tomando como pretexto la inauguración del Monasterio de Santa Rosa en 1747, el padre Travada quiso “copiar en un solo rasgo la hermosura” de su ciudad natal; empezando por describir su Suelo, exponiendo “su primera fundación gentílica”, los “crueles insultos” (terremotos y erupciones volcánicas) que han afectado a la ciudad, “su fundación cristiana y sus blasones, tocará la pluma las heroicas lealtades que han hecho uno y otro sexo”, así como otras cosas interesantes con respecto al orden temporal de Arequipa; luego se ocupará de su Cielo, representado por la segunda parte del manuscrito, dedicada a la historia eclesiástica de la diócesis y sus obispos y la exaltación celeste de la Iglesia de Arequipa, donde cada orden religiosa y cada iglesia representa un Signo del Zodíaco.
En este punto las referencias a la mitología clásica y las elaboradas construcciones retóricas se hacen bastante copiosas, demostrando la erudición y talento del cura de Pocsi para la composición literaria barroca. La última parte corresponde al estreno del Monasterio de Santa Rosa, precedido de una preámbulo donde el clérigo exhibe su erudición mitológica a propósito del viejo nombre arquetípico de la Rosa, luego narra las fiestas de la inauguración y acaba presentándonos una colección de las “muchas poecías que en todos metros [se] compucieron para la fiesta del estreno del Templo y Monasterio de Sta. Rosa”.
Casi todos los que se ocuparon de este libro, criticaron el énfasis en milagrerías del buen Padre Travada, expresado en una de las secciones de la Primera Parte, donde refiere los múltiples sucesos prodigiosos y sobrenaturales ocurridos en Arequipa. El recuento de prodigios era un lugar común en la explicación aristotélica de la realidad, especialmente en materia histórica, pero ya para los tiempos del autor de El Suelo se le consideraba como superada. Travada la conservó pues se ajustaba a las necesidades de expresión del discurso criollo arequipeño de su tiempo, que requería de una elaborada y erudita exposición barroca, relativamente tardía para su época pero capaz de aumentar exponencialmente el prestigio de su suelo, en el contexto en que una ciudad recoleta de comerciantes e hidalgos labriegos ingresaba con tardanza en el juego identitario de la exaltación de la urbe criolla, en que otras ciudades peruanas como Cusco o Lima —e incluso Potosí— llevaban harto tiempo enfrascadas.

Palabras finales 

Al margen de los múltiples conceptos y figuras sugerentes en los que su obra es riquísima, Travada curiosamente reivindica la capacidad de la literatura (tanto en cuanto lenguaje como en cuanto ficción) para ser una herramienta efectiva para la historiografía, criticando a los “genios tan rígidamente austeros que sin conocer, que la Fábula es la mas proveída Despensa de la Philosophia en que ocultó la avaricia de la Sabiduría su nutrimento, no gustan de su Magisterio”. Es un verdadero deber, ahora más que nunca, reivindicar a este sabio escritor olvidado, considerado por el difunto Guillermo Galdós Rodríguez como el mejor prosista arequipeño de todos los tiempos, y que representa la figura fundacional de la literatura, la historia e incluso la filosofía estética en Arequipa.

* Publicado en el semanario El Búho nº 321 (22 de abril de 2008).

1 comentario:

Brizeth dijo...

Buena biografía

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