3.6.09

RESPONSO PARA UN PEQUEÑO COMBATIENTE: UN POEMA DE OSWALDO REYNOSO

El gran Oswaldo Reynoso.
Leyendo la antología que Tito Cáceres Cuadros publicara en el 2007 sobre poesía arequipeña de la segunda mitad del siglo XX me encuentro con una selección de poemas de un libro que el primer Oswaldo Reynoso publicó en 1965 —antes de trasladarse definitivamente a la narrativa (sin olvidar la prosa poética desde luego)—, bajo el título de Luzbel, poemas en los que destaca más la irreverencia —cargada de cierta ironía juvenil— que el ejercicio estilístico o la búsqueda de una propia voz. Pero no todos los poemas son de este calibre, ya que el último texto seleccionado por Cáceres es un hermoso poema extraído de otra antología que publicó Luis Yáñez Pacheco en 1955 titulada Nueva poesía arequipeña. Aquí es evidente, además de un buen ejercicio poético, su adhesión ideológica —un rasgo fundamental de casi toda la generación del 50, sobre todo en lo que respecta a la llamada “poesía social” o “comprometida”—. No se sabe qué hitos marcaron dicho traslado, pero de lo que sí podemos estar seguros es que en Lima se trunca el buen poeta para dar paso al gran narrador que es, el día de hoy, el gran autor de Los inocentes. (Siempre, a pesar de otros).

Cabe recordar que Reynoso, en sus primeros años en Arequipa, y antes de mudarse definitivamente a Lima donde se adhirió al grupo “Narración”, perteneció a “Avanzada sur”, un colectivo de muchachos irreverentes, casi rebeldes, que comenzaron a hacer de las suyas, y en una de sus visitas a Lima (Reynoso, junto a los poetas Efraín Miranda, Jorge Bacacorzo y Aníbal Portocarrero), a donde partieron con un programa cultural lleno de exposiciones y recitales, fueron llamados —irónicamente— “bestias e inmorales”. (José Córdova).

Disfruten el poema (y al primer Reynoso):


Responso para un pequeño combatiente
Un sabor de durazno amanecido
recién maduraba en tu rostro
y te mataron cuando mirabas la tarde!

Te gustaba morder dulcemente un clavel
a orillas de la noche mientras cogías
del cielo un pájaro estrella
pero te mataron cuando mirabas la tarde!

Tus manos hacían veleros de papel
y la nieve escribía con fuego
en tus ojos la biografía de una niña
y te mataron cuando mirabas la tarde!

Y esa tarde alzaste tu cuaderno manchado con sangre
y esa tarde cuando
sembraron el dolor en todos los surcos
tocaste la campana de junio
y esa tarde una bala rubricó en tu frente
la muerte clara del trigo
y te mataron cuando mirabas la tarde

Las estrellas lloraron en tu tumba
y el maíz mostró sus puños de sangre

Las niñas que te amaban bajaron
de la escuela con las trenzas deshechas
rompieron sus mandiles
besaron tus heridas y con agua de la luna
lavaron tu cuerpo joven.

¡Y te mataron cuando mirabas la tarde!

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