Escribe: José Gabriel Valdivia
El primer libro de un poeta tiene sus marcados defectos y sus impactantes virtudes. Son pocos los extraordinarios primeros libros. El tiempo se encarga, muchos años después, de dar brillo a los mejores poemas que pasan a formar parte de las antologías personales, las obras completas o los corpus de una literatura nacional, continental o universal. La mayoría de los primeros libros rara vez alcanzan la unidad temática, la conjunción de formas con el decir y el sentir del yo poético, menos aún logran la uniformidad del lenguaje y la audacia de las figuras y las propuestas.
El poemario de Carlos Quenaya logra las mejores respuestas de aprobación ante las variadas inquisiciones que los lectores de poesía nos hacemos con los primeros libros. Uno, el tema: la propia poesía. Dos, el lenguaje: sobrio y diestro en el trato de la palabra, aunque no tan sólido en el tratamiento retórico.
Un epígrafe de ese gran poeta argentino, Roberto Juarroz, el de Poesía Vertical, abre el libro que contiene 25 poemas concisos, que con el mismo título circularon en versiones inéditas y lograron el segundo premio en un concurso de poesía, auspiciado por los estudiantes de Literatura de la Universidad de San Marcos, cuando Carlos Quenaya estudiaba Filosofía en la cuatricentenaria casa superior de estudios. Y nos llama la atención el pórtico de Juarroz, porque es una especie de lítotes del conjuro poético, situado entre el silencio y la palabra, y muy emparentado con el tema y las formas elegidas por Quenaya para su escritura poética. El texto se cierra con unas sentidas y precisas palabras —escritas en la contratapa— de Pedro Granados, poeta limeño ligado a la generación del ochenta.
La joven poesía arequipeña y peruana no esperaba este libro sugerente y equilibrado, adusto y comprometido con el clásico y renovado oficio del poeta. Nuestra tradición poética se ha ido consolidando a lo largo del siglo XX, hasta convertirse en una de las más importantes en el contexto hispanoamericano. La poética arequipeña se ha sumado a este concierto de la mejor poesía peruana con voces de las diversas generaciones en las que provisionalmente se ha organizado nuestro corpus literario. Con su primer libro, Carlos Quenaya se ubica con sobrado esfuerzo y marcada actitud poética entre los mejores trovadores que abren el siglo XXI.
Carlos Eduardo Quenaya.
Elogio de otra vana invención.
Lustra Editores. Lima-Perú. 2008. pp 44
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