6.3.18

EL DÍA CUANDO HÉCTOR LAVOE FUE A PARAR A UNA CÁRCEL DE GUAYAQUIL


Anécdota de Héctor Pérez Martinez:


Una de las anécdotas más graciosas sobre el cantante Héctor Lavoe versa sobre un viaje a Santiago de Guayaquil, en Ecuador, en 1984.

La orquesta fue contratada para amenizar un espectáculo en una plaza pública que sería transmitido por televisión a toda la nación. Lavoe era un ídolo y allá llegó con sus músicos y acompañado por su representante, amigo y tocayo, Héctor Maisonave.

Héctor debía cantar desde una tarima de veinte pies y al intentar subir se le rajaron los pantalones de arriba abajo.

—Tocayo, tengo un problema, tengo un problema —le dijo Héctor a Maisonave.

—¿Qué le Sucede, Tocayo?

—Se me rajó el pantalón y no tengo calzoncillos…

—Chico, no tenemos tiempo para regresar al hotel. El show va a comenzar. Pero tengo una idea… canta de frente y no se te ocurra darle la espalda al público. No te muevas del micrófono. Recuerda que el show lo van a televisar.

—No hay problema —le respondió El cantante.

Héctor interpretó éxitos como “El rey de la puntualidad”, “El sabio”, “Barrunto”, “Mi gente” y otras favoritas del público ecuatoriano; fue un show de casi hora y media. Y cuando se disponía a despedirse, sorpresiva e insólitamente, hizo una de sus travesuras.

—Mi gente, pa’ que ustedes vean que yo soy un macho de verdad… ¡Miren esto!

Héctor se puso de espaldas y se dobló, mostrando sus nalgas. A los cinco minutos, un contingente de soldados con escopetas se les acercó para arrestar a Héctor y a Maisonave por exposiciones deshonestas.

Pasaron la noche en un calabozo. Y temprano, al día siguiente, los visito el alcalde de Guayaquil, Abdalá Bucaram Ortiz, apodado El Loco Bucaram.

“Vino el propio Bucaram al calabozo para decirnos que habíamos cometido un acto bochornoso, que todo el pueblo había visto”, recordó Maisonave. Sin embargo, Bucaram estaba dispuesto a liberarlos a cambio de mil dólares.

“Nos dijo: si ustedes me dan mil dólares en efectivo, yo abro esa puerta y los dejo ir”, relató Maisonave

—Señor alcalde, ¿qué garantías nos ofrece de que al salir no nos van a matar a balazos? —le pregunto Maisonave.

—Yo saldré con ustedes, pero de aquí se me van para el aeropuerto y no los quiero más por aquí —le increpó Bucaram.

Héctor Lavoe por su parte estaba ansioso.

Las había pasado peores y tenía el presentimiento de que iban a salir ilesos.

—Tocayo, ¿le diste los mil dólares?

—Sí.

—Pues abre la puerta y veámonos pa’l carajo.

—Chico, ¿y si nos matan?

Héctor Lavoe jamás regreso a Santiago de Guayaquil.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...