Sobre héroes y hazañas
En algún lugar de su obra Francisco de Quevedo afirmó que la poesía en todas partes tiene numerosos feligreses y en ninguna altar público. La poesía, en efecto, es el reino de la excepción. Y la poesía de César Vallejo es la excepción de la excepción: insólita, señera. El carácter de raridad (y aquí, contra el parecer graciano, la raridad no encarece la moderada perfección, porque la perfección no es moderada) de la poesía de Vallejo, con énfasis en Trilce, y con más énfasis aún en los poemas del ciclo familiar, comentados con pulso experto por Julio Ortega, es por lo menos triple: sintáctico, lexical y semántico.
Nadie puede imitar a Vallejo porque Vallejo inventó una sintaxis y unas palabras para poder expresar, con autenticidad de raíz, su concepción del mundo, del hombre, de la vida. La distancia entre la concepción y la expresión es, en este poeta, computable en cero.
Para salvar esa distancia Vallejo trastocó la gramática del español y, en un acto de opulenta humildad, mostró el espíritu en su desnudez primera: las palabras como recipientes precisos de su emocionado decir: “estoy cribando mis cariños más puros./Estoy ejeando ¿no oyes jadear la sonda?/¿No oyes tascar dianas?/Estoy plasmando tu fórmula de amor/para todos los huecos de este suelo” (poema LXV, Trilce).
Quizá por esto, porque su estética no tiene nada de previsible, Vallejo no fue comprendido en su dimensión en ese tiempo suyo, el de la primera mitad del siglo XX. Y acaso la mejor herencia de su poesía consista en haber ensanchado un horizonte que todos podemos atisbar, pero cuyos frutos prometidos nadie puede conquistar por ese mismo camino.
Porque su camino no puede ser andado por otros. La diferencia entre la creación de palabras del ingenio lúdico y la poesía de Vallejo es radical: no hay invención verbal posterior a la concepción del acto poético en el autor de Trilce, sino simultánea y concomitante.No se pone a pensar en argucias inventivas extraordinarias: las nuevas palabras son reflejo de pasiones recientes. Desde la perspectiva semántica la poesía de Vallejo pudiera ser ilustrada como tentativa holográfica: una réplica completa de su concepción general está representada dentro del aspecto menor de sí misma.
Dicho de otro modo: escójase un puñado de versos de Trilce y podrá entenderse la matriz a la que pertenece. Escójase un retazo del infinito y podrá recrearse el infinito al que pertenece. El culto de este poeta, entendido como una llamada de atención hacia la fidelidad de la voz creadora sin mediaciones ni obstáculos asfixiantes, ha encontrado en su país y en Hispanoamérica un fervor creciente: desde Blanca Varela, Jorge Eduardo Eielson y Javier Sologuren hasta José Lezama Lima y Eliseo Diego.
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