Por Fernando Chuquipiunta Machaca
Hace 21 años Boris Espezúa Salmón publicó su primer libro de versos, “A través del ojo de un Hueso”. No sabía entonces que por azares de la vida su actividad como poeta se iba a unir a una inusual ocupación para alguien que trata con las sugestiones superficiales, la de conquistador de varias afroditas del interior solar.
Boris Espezúa Salmón tuvo que hacer frente a un levantamiento ciudadano en la urbe del Altiplano, al que logró acallar resolviendo sagazmente el pliego petitorio. A decir de su placidez, demostró entenderse muy bien tanto con las musas como con las masas. Ahí recibió el apelativo que hasta ahora ostenta: “El Gamaliel Andino”.
Boris Espezúa Salmón, nacido en Juli (Puno) en 1960, ha cultivado desde entonces una obra que transita con igual soltura por el ánimo lírico como por la preocupación social, quizá en evocación de las labores madrigalescas a las que se dedicó en su plenitud al lado de su progenitores, en las riberas del Titi-Qaqa. Además de los cuatro poemarios, o libros publicados, tiene una profusa actividad como promotor cultural. En alguna oportunidad, incluso, viajó a Lima y allí tuvo gran amistad, nada menos que a los poetas de la generación “Hora Zero”.
En ese tránsito intenso por el devaneo cultural, cultivó algunas amistades con las cuales mantuvo después una profusa relación epistolar: con Enrique Verástegui, Tulio Mora, Juan Ramírez Ruiz, José Watanabe, Jorge Pimentel, Abelardo Sánchez León, entre otros tantos. Lamentablemente, Boris Espezúa recuerda que: “Tulio Mora —su gran amigo entrañable— le dijo en un monologo verbal: ‘El Perú en América no tiene amigos’. Penosamente, ahora todas esas reflexiones son cenizas.
La editorial Adrus de la ciudad de Arequipa, al celebrar sus cuarenta años de poeta, le publicó un libro de derecho: “La protección de la dignidad Humana”, en una edición voluminosa y muy conservadora. Allí se hallan sus conocimientos de Magíster en Derecho Público, y, es de resaltar el libro que es una prolija valoración sobre los principios de la Constitución Exigible.
No sin razón alguna digo que la poesía de Boris Espezúa Salmón “es contenida, sobria, antípoda de la elocuencia del sello hispano y se caracteriza por su naturalidad”. Por ello Espezúa bien se luce en esa brevedad que exige un relámpago rápido, la inmediata captura de una imagen o metáfora definitiva. Y ahora que el poeta lucha valientemente contra una afrenta política, esperamos que se reponga totalmente para que siga dándonos más elocuencias, necesarios para la vida misma, de nosotros.
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