Luis Eduardo García, el reconocido poeta trujillano empezó la entrevista a Julio Villanueva Chang tratando de entender al personaje, a lo que dijo: Julio es capricornio, es el director fundador de la revista Etiqueta Negra, ha publicado Mariposas y murciélagos una recopilación de sus historias en el diario El Comercio de Lima, donde fue reportero principal; Un día con Julio Villanueva Chang, y Elogios Criminales una antología de sus perfiles. Es un editor maniático y buen verificador de datos.
Textos suyos han aparecido en El País de España, La Nación de Argentina; Gatopardo y El Malpensante de Colombia; Reforma de México; Vogue en español y The Virginia Quarterly Review de Estados Unidos. Ha sido conferencista en la Harvard’s Nieman Conference on Narrative Journalism y en la Universidad de Yale. Antes de desnudar al personaje con sus interrogantes terminó la presentación diciendo “no sabe nada de astrología, ni de mandarín. Vive en Lima como si estuviera de visita”.
Le preguntó sobre la relación que tenía con su abuelo materno. A lo que Julio Villanueva respondió que la opresión barrial le hizo crear el ideal de ser un chino de ojos grandes. “Mi abuelo, él fue un cantonés con un raro sentido apostador de caballos”.
La curiosidad de su buen amigo Luis Eduardo se colaba en sus palabras y preguntó ¿Cuál es la idea de normalidad que tú tienes? A lo que Julio, citando a Caetano Veloso, dijo: de cerca nadie es normal. De inmediato lanzó una reflexión “… pasas con los personajes unos minutos y luego tienes la arrogancia de decir cómo son creando situaciones artificiales”.
Cuando indagó sobre el oficio de Julio, éste le dijo que le gustaba escudriñar en la vida de determinados personajes. Su oficio era el de la indiscreción. Asombrarse sobre lo que nadie sabe. De ahí numeró la serie de perfiles que había hecho, de los que destacó los realizados a Juan Diego Flores; Gabriel García Márquez; Apolinar Salcedo, el gobernante colombiano ciego. Este último personaje llamó su atención porque se trataba de un tipo tres veces marginado: era ciego, negro y pobre; y a Werner Herzog.
De ahí surge la repregunta del entrevistador ¿Qué llama la atención de Julio Villanueva? Esa mezcla entre extraordinario y lógico.
En medio del diálogo mencionó a los periodistas que influenciaron su carrera como periodista y cronista, a pesar de haber estudiado pedagogía en la Universidad de San Marcos. La lista era selecta, como él suele llamarlos “las vacas sagradas del periodismo: Alma Guillermoprieto, Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez, Jon Lee Anderson y Ryszard Kapuscinski”.
Luego le preguntó por el nombre de su libro “Elogios criminales” que en Perú saldrá publicado en mayo por la editorial Planeta. Julio explicó “cuando uno escribe un buen perfil, desde la admiración tratando de contar su vida. Uno no sabe si le vas a hacer más bien, o mal al personaje. Por eso no hagan el trabajo infame que estoy haciendo”.
Al final de la entrevista Luis Eduardo cerró con una crítica que le hizo César Hildebrandt: «¿Y las crónicas? Las últimas dignas de llamarse así las escribió hace pocos años, en El Comercio, Julio Villanueva Chang. Pero Villanueva Chang huyó de la prensa de masas y se refugió en un experimento tan brillante como minoritario. Y como él, los mejores se han ido yendo y las redacciones se han llenado de espectros obedientes».
Oficina de prensa (prensa@atalperu.org)
Textos suyos han aparecido en El País de España, La Nación de Argentina; Gatopardo y El Malpensante de Colombia; Reforma de México; Vogue en español y The Virginia Quarterly Review de Estados Unidos. Ha sido conferencista en la Harvard’s Nieman Conference on Narrative Journalism y en la Universidad de Yale. Antes de desnudar al personaje con sus interrogantes terminó la presentación diciendo “no sabe nada de astrología, ni de mandarín. Vive en Lima como si estuviera de visita”.
Le preguntó sobre la relación que tenía con su abuelo materno. A lo que Julio Villanueva respondió que la opresión barrial le hizo crear el ideal de ser un chino de ojos grandes. “Mi abuelo, él fue un cantonés con un raro sentido apostador de caballos”.
La curiosidad de su buen amigo Luis Eduardo se colaba en sus palabras y preguntó ¿Cuál es la idea de normalidad que tú tienes? A lo que Julio, citando a Caetano Veloso, dijo: de cerca nadie es normal. De inmediato lanzó una reflexión “… pasas con los personajes unos minutos y luego tienes la arrogancia de decir cómo son creando situaciones artificiales”.
Cuando indagó sobre el oficio de Julio, éste le dijo que le gustaba escudriñar en la vida de determinados personajes. Su oficio era el de la indiscreción. Asombrarse sobre lo que nadie sabe. De ahí numeró la serie de perfiles que había hecho, de los que destacó los realizados a Juan Diego Flores; Gabriel García Márquez; Apolinar Salcedo, el gobernante colombiano ciego. Este último personaje llamó su atención porque se trataba de un tipo tres veces marginado: era ciego, negro y pobre; y a Werner Herzog.
De ahí surge la repregunta del entrevistador ¿Qué llama la atención de Julio Villanueva? Esa mezcla entre extraordinario y lógico.
En medio del diálogo mencionó a los periodistas que influenciaron su carrera como periodista y cronista, a pesar de haber estudiado pedagogía en la Universidad de San Marcos. La lista era selecta, como él suele llamarlos “las vacas sagradas del periodismo: Alma Guillermoprieto, Gabriel García Márquez, Tomás Eloy Martínez, Jon Lee Anderson y Ryszard Kapuscinski”.
Luego le preguntó por el nombre de su libro “Elogios criminales” que en Perú saldrá publicado en mayo por la editorial Planeta. Julio explicó “cuando uno escribe un buen perfil, desde la admiración tratando de contar su vida. Uno no sabe si le vas a hacer más bien, o mal al personaje. Por eso no hagan el trabajo infame que estoy haciendo”.
Al final de la entrevista Luis Eduardo cerró con una crítica que le hizo César Hildebrandt: «¿Y las crónicas? Las últimas dignas de llamarse así las escribió hace pocos años, en El Comercio, Julio Villanueva Chang. Pero Villanueva Chang huyó de la prensa de masas y se refugió en un experimento tan brillante como minoritario. Y como él, los mejores se han ido yendo y las redacciones se han llenado de espectros obedientes».
Oficina de prensa (prensa@atalperu.org)
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