Escribe: Gloria Mendoza Borda
Del 19 al 21 de noviembre del 2009 fuimos convocados a Chile escritores de varios países, primordialmente se dio un hermanamiento de dos Premios Nobel, la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de España y la Fundación Gabriela Mistral de Chile.
Todo el evento fue dirigido por un joven poeta, ganador de premios internacionales de poesía, últimamente radicado en España, Benjamín León. En mi lectura de escritora peruana me parece una aventura literaria inimaginable cómo un joven escritor pudo realizar tremenda actividad que congregó a diversas instituciones como la Ilustre Municipalidad de Vicuña, Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de España, Junta de Andalucía, Diputación Provincial de Huelva, Universidad de La Serena de Chile y la Universidad Bolivariana. Nuestro joven poeta recibió el apoyo del Fondo de Fomento del Libro y la Lectura, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile. Hace unos años conocí a Benjamín León en el Encuentro Internacional de Escritores convocado anualmente por el Académico de la Lengua en Chile, Omar Monroy. Lo vi sencillo, humilde y grande, respetuoso del ser poeta, quedé impactada, adiviné un camino abierto, resonante en su delgada figura y acento chilenísimo en la voz. Mi impacto fue mayor cuando en las Jornadas participó toda su familia en la organización, tíos, tía (que sobrepasa los 80 años bailando una cueca en la clausura), padres, hermanos, su sobrinita Sofía Belén de menos de un año con los pies desnudos por la calor, y especialmente su bella compañera, la poeta española Sara Castelar Lorca. Le pregunté si era descendiente del poeta Federico García Lorca, me dijo que sí, pero en lejanos lazos. El recuerdo que tengo es la de una familia ejemplar, en mi país casi nunca ocurre esto, no lo sentí, salvo cuando vivía mi padre quien gozaba leyendo mis artículos en los diarios. Creo que se trata de un joven poeta surgido en tiempos especiales en espacios especiales y con la estrella de un talento de una lengua cada vez más vivida. Celebro a la distancia el último Premio Nacional de Poesía que obtuvo en Chile, primer puesto. Benjamín escribe por una imperiosa necesidad de mostrarnos la poesía oculta que duerme en las ciudades que lo habitan.
Había un grupo de jóvenes poetas y conocedores de la literatura, amigos suyos que conocí en otro viaje que realicé a La Serena representando al Perú, invitada a la 23 Feria Internacional del libro 2007 por gestión del poeta Arturo Volantines. Estos jóvenes apoyaron a Benjamín en diversas comisiones. No faltaba nada, todo estaba dispuesto, ellos estaban siempre atentos, facilitándonos lo indispensable. Que esta nota sea un homenaje no solamente a la gran Gabriela Mistral, a Juan Ramón Jiménez, sino también al surgimiento de una nueva voz de la poesía chilena que con todo derecho ocupa un lugar particular en la literatura latinoamericana, Benjamín León, que con un máximo afecto nos convoca a vivir la maravilla de un país que se nutre de literatura, donde se respira poesía y no hay fronteras para la cultura.
El evento empezó el 19 de noviembre con la participación de escritores locales y en la respectiva sustentación de sus ponencias: Cristian Geisse, Héctor Hernán Herrera, Erna Aros, Paulo San Paris, Carlos Piñones, Cecilia Vega, y particularmente de Diego Ropero Regidor, Director de Archivo Histórico Iberomaricano, Moguer, España.
En la ceremonia de inauguración “Jornadas Internacionales de Estudios Mistralianos” en la Ilustre Municipalidad de Vicuña, la tierra de Gabriela Mistral, tomó la palabra el Alcalde de la ciudad don Fernando Guamán Guamán, fue bellísima la presentación de la Orquesta de niños Gabriela Mistral de Vicuña. Impactantes las palabras del estudioso de la poesía de Gabriela Mistral don Jaime Quezada Ruiz como Director de la Fundación Gabriela Mistral. Yo particularmente quedé conmovida en mi inocencia de poeta de los andes escuchar declamar un poema mío por una niña del Colegio Lucila Godoy, La niña declama sin decir el autor, solamente al final, fueron momentos de emoción intrínseca. En el acto nos dieron distinciones a cinco escritores extranjeros: Antonio Ramírez Almansa, Director de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, de España; a la doctora Cecilia Corona Martínez de la Universidad de Córdoba, Argentina; a la joven poeta española Sara Castelar Lorca, a Diego Ropero también de España; y a la que escribe esta crónica. Además del distintivo como “participantes notables” nos dieron hermosos cofres de madera de la artesanía de Vicuña más un costalillo de tierra que simboliza Gabriela Mistral.
En Vicuña todas las casas tienen árboles frutales, un aroma a fruta nos impregna, pues cómo no escribir poesía en ese valle. Nos llevaron al Hospedaje de Vicuña, allí mismo se había hospedado Gabriela Mistral luego del Premio Nobel. La poeta Erna Aros salía temprano con su laptop para escribir y regresaba con un vaso de damascos recogidos al pie de un árbol del hostal, endulzábamos nuestro aliento antes del desayuno. Yo hacía lo mismo, buscaba damascos. Está en la memoria Vicuña con sabor a Damasco, a ciruela. Día antes del evento, vía Santiago, Lan Chile nos llevó a La Serena. Un tío de Benjamín nos recogió del aeropuerto y nos condujo a Vicuña. Con Erna adquirimos Chirimoya, palta, pan, damascos y comimos en plena plaza principal, en el centro hay una inmensa escultura con el rostro de Gabriela. Las calles, los hostales, los recreos, las tiendas, los colegios, todo tiene el nombre de la poeta. Allí se respira ternura.
El primer día a la hora de almuerzo, un escritor y esposa estaban frente a mí. Yo conté sobre las primeras lecturas que tuve en mis años de inicio universitario de la poesía chilena, cayó a mis manos un libro de contemporáneos míos 33 nombres claves de la actual poesía chilena, donde leí a Carlos Sarabia, Jorge Etcheverry, Nain Nomez, Erik Martínez, entre otros. El doctor Julio Piñones de la universidad La Serena me dijo “yo soy uno del libro”. Le contesté entonces estoy sentada frente a parte de la historia de la literatura chilena. Julio Piñores era Carlos Sarabia: me estoy cerrando / como una herida o un templo.
El día central de las ponencias internacionales fue el viernes 20 de noviembre. Importantes sustentaciones como la del Dr. Rolando Manzano de la Universidad de La Serena; Dra. Claudia Valenzuela, Universidad Bolivariana; Dr. Jorge Rosas, Universidad Católica de la Santísima Concepción; Dr. Iván Carrasco, Universidad Austral de Chile; Dr. Efraín Roco, Universidad de La Serena; Dra. Edith Cerda, Universidad Católica de la Santísima Concepción; Diego Ropero Regidor, España; Gloria Mendoza Borda, del Perú; Antonio Ramírez Almansa, España; Sara Castelar Lorca, España; Dr. Juan Araya, Universidad del Bio Bio; Dra. Cecilia Corona, Universidad de Córdoba.
Una nota especial para mí fue el obsequio de revistas que me dio el Dr. Rolando Manzano. Al día siguiente lo busqué para retribuirle con mi libro, ¿Es Ud. el doctor Durazno? El escritor dijo me han bautizado de durazno y recién me di cuenta de mi equívoco. Todos estábamos en nombre de Gabriela Mistral, todas las ponencias referidas al mundo mistraliano. Mención especial me gustaría hacer de Sara Castelar Lorca y su ponencia sustancial Gabriela Mistral en las poetas de la Generación del 27, un trabajo meritorio de las mujeres que tuvieron la complicidad de hablar de su pasión por la literatura, para abrirnos el camino, muchas de ellas amigas de Mistral, otras relegadas de la generación del 27, nombró a Josefina de la Torre, María Zambrano, María Teresa León entre otras. En un aparte hablamos de una dramaturga cubana que me apasiona Gertrudis Gómez de Avellaneda, no la querían aceptar en la Academia de la Lengua de España porque era mujer. Además como poeta Sara Castelar tiene resonancia, mundo personal, inventiva, imaginación, cielo sevillano. A nuestra poeta también le apasionaba doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Yo sufría en el evento porque dejé a mi madre muy enferma y todos preguntaban por ella. Antes de partir le dije que me esperara, que no se fuera todavía. Regresé, le di un beso en la frente y en menos de dos horas murió mi madre. Me esperó. Esa rara magia de las madres, esa intuición, ese presagio, esa espera maternal es absolutamente increíble. Me esperó.
Dirigidos por el estudioso Jaime Quezada recorrimos la ruta Mistraliana, viajamos entre valles y montañas y llegamos al pueblito donde nacieron los padres de Gabriela. Recorrimos viñedos y adquirimos vino y pisco de Elqui. Visitamos la hermosa tumba de Gabriela en medio de la solemne montaña. Al pie de sus restos leíamos poesía de la poeta en un silencio espectral, austral, mágico. Visitamos la Casa Museo Gabriela Mistral.
Durante las Jornadas en la Biblioteca de Vicuña la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía presentó la exposición “Juan Ramón Jiménez. Aquel chopo de luz”. Compuesta por 35 paneles repletos de historia y de documentos importantes sobre Juan Ramón Jiménez y Gabriela Mistral.
Termino contando un viaje absolutamente poético, cerca al cielo, nos llevaron al Observatorio Comunal del cerro Mamalluca, allí a la media noche, espectamos un cielo abrumado de estrellas, constelaciones, luces, venus, sagitario, todo el espacio celeste estaba poblado, allí leímos poesía, y no queríamos irnos, nos dieron un cóctel, bocadillos, pisco sour chileno. Diversos astros como flechas iluminaron nuestros rostros, Benjamín León se acercó “aquí quién no es poeta”. Sara Castelar contó que años atrás allí se comprometieron en la vida y en la poesía, que la brillantez del cielo los acompañe eternamente amados poetas. Sabemos que estos observatorios del norte de Chile son mundialmente conocidos como los mejores de todo el hemisferio. Realmente cómo no ser poetas allí. Termino poblada de estrellas en el recuerdo de mis constantes viajes a Chile por razones estrictamente literarias. Si la poesía es un acervo de experiencias que nutren nuestros corazones, a escribir poetas luego del asombro en Mamalluca.
Todo el evento fue dirigido por un joven poeta, ganador de premios internacionales de poesía, últimamente radicado en España, Benjamín León. En mi lectura de escritora peruana me parece una aventura literaria inimaginable cómo un joven escritor pudo realizar tremenda actividad que congregó a diversas instituciones como la Ilustre Municipalidad de Vicuña, Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de España, Junta de Andalucía, Diputación Provincial de Huelva, Universidad de La Serena de Chile y la Universidad Bolivariana. Nuestro joven poeta recibió el apoyo del Fondo de Fomento del Libro y la Lectura, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile. Hace unos años conocí a Benjamín León en el Encuentro Internacional de Escritores convocado anualmente por el Académico de la Lengua en Chile, Omar Monroy. Lo vi sencillo, humilde y grande, respetuoso del ser poeta, quedé impactada, adiviné un camino abierto, resonante en su delgada figura y acento chilenísimo en la voz. Mi impacto fue mayor cuando en las Jornadas participó toda su familia en la organización, tíos, tía (que sobrepasa los 80 años bailando una cueca en la clausura), padres, hermanos, su sobrinita Sofía Belén de menos de un año con los pies desnudos por la calor, y especialmente su bella compañera, la poeta española Sara Castelar Lorca. Le pregunté si era descendiente del poeta Federico García Lorca, me dijo que sí, pero en lejanos lazos. El recuerdo que tengo es la de una familia ejemplar, en mi país casi nunca ocurre esto, no lo sentí, salvo cuando vivía mi padre quien gozaba leyendo mis artículos en los diarios. Creo que se trata de un joven poeta surgido en tiempos especiales en espacios especiales y con la estrella de un talento de una lengua cada vez más vivida. Celebro a la distancia el último Premio Nacional de Poesía que obtuvo en Chile, primer puesto. Benjamín escribe por una imperiosa necesidad de mostrarnos la poesía oculta que duerme en las ciudades que lo habitan.
Había un grupo de jóvenes poetas y conocedores de la literatura, amigos suyos que conocí en otro viaje que realicé a La Serena representando al Perú, invitada a la 23 Feria Internacional del libro 2007 por gestión del poeta Arturo Volantines. Estos jóvenes apoyaron a Benjamín en diversas comisiones. No faltaba nada, todo estaba dispuesto, ellos estaban siempre atentos, facilitándonos lo indispensable. Que esta nota sea un homenaje no solamente a la gran Gabriela Mistral, a Juan Ramón Jiménez, sino también al surgimiento de una nueva voz de la poesía chilena que con todo derecho ocupa un lugar particular en la literatura latinoamericana, Benjamín León, que con un máximo afecto nos convoca a vivir la maravilla de un país que se nutre de literatura, donde se respira poesía y no hay fronteras para la cultura.
El evento empezó el 19 de noviembre con la participación de escritores locales y en la respectiva sustentación de sus ponencias: Cristian Geisse, Héctor Hernán Herrera, Erna Aros, Paulo San Paris, Carlos Piñones, Cecilia Vega, y particularmente de Diego Ropero Regidor, Director de Archivo Histórico Iberomaricano, Moguer, España.
En la ceremonia de inauguración “Jornadas Internacionales de Estudios Mistralianos” en la Ilustre Municipalidad de Vicuña, la tierra de Gabriela Mistral, tomó la palabra el Alcalde de la ciudad don Fernando Guamán Guamán, fue bellísima la presentación de la Orquesta de niños Gabriela Mistral de Vicuña. Impactantes las palabras del estudioso de la poesía de Gabriela Mistral don Jaime Quezada Ruiz como Director de la Fundación Gabriela Mistral. Yo particularmente quedé conmovida en mi inocencia de poeta de los andes escuchar declamar un poema mío por una niña del Colegio Lucila Godoy, La niña declama sin decir el autor, solamente al final, fueron momentos de emoción intrínseca. En el acto nos dieron distinciones a cinco escritores extranjeros: Antonio Ramírez Almansa, Director de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, de España; a la doctora Cecilia Corona Martínez de la Universidad de Córdoba, Argentina; a la joven poeta española Sara Castelar Lorca, a Diego Ropero también de España; y a la que escribe esta crónica. Además del distintivo como “participantes notables” nos dieron hermosos cofres de madera de la artesanía de Vicuña más un costalillo de tierra que simboliza Gabriela Mistral.
En Vicuña todas las casas tienen árboles frutales, un aroma a fruta nos impregna, pues cómo no escribir poesía en ese valle. Nos llevaron al Hospedaje de Vicuña, allí mismo se había hospedado Gabriela Mistral luego del Premio Nobel. La poeta Erna Aros salía temprano con su laptop para escribir y regresaba con un vaso de damascos recogidos al pie de un árbol del hostal, endulzábamos nuestro aliento antes del desayuno. Yo hacía lo mismo, buscaba damascos. Está en la memoria Vicuña con sabor a Damasco, a ciruela. Día antes del evento, vía Santiago, Lan Chile nos llevó a La Serena. Un tío de Benjamín nos recogió del aeropuerto y nos condujo a Vicuña. Con Erna adquirimos Chirimoya, palta, pan, damascos y comimos en plena plaza principal, en el centro hay una inmensa escultura con el rostro de Gabriela. Las calles, los hostales, los recreos, las tiendas, los colegios, todo tiene el nombre de la poeta. Allí se respira ternura.
El primer día a la hora de almuerzo, un escritor y esposa estaban frente a mí. Yo conté sobre las primeras lecturas que tuve en mis años de inicio universitario de la poesía chilena, cayó a mis manos un libro de contemporáneos míos 33 nombres claves de la actual poesía chilena, donde leí a Carlos Sarabia, Jorge Etcheverry, Nain Nomez, Erik Martínez, entre otros. El doctor Julio Piñones de la universidad La Serena me dijo “yo soy uno del libro”. Le contesté entonces estoy sentada frente a parte de la historia de la literatura chilena. Julio Piñores era Carlos Sarabia: me estoy cerrando / como una herida o un templo.
El día central de las ponencias internacionales fue el viernes 20 de noviembre. Importantes sustentaciones como la del Dr. Rolando Manzano de la Universidad de La Serena; Dra. Claudia Valenzuela, Universidad Bolivariana; Dr. Jorge Rosas, Universidad Católica de la Santísima Concepción; Dr. Iván Carrasco, Universidad Austral de Chile; Dr. Efraín Roco, Universidad de La Serena; Dra. Edith Cerda, Universidad Católica de la Santísima Concepción; Diego Ropero Regidor, España; Gloria Mendoza Borda, del Perú; Antonio Ramírez Almansa, España; Sara Castelar Lorca, España; Dr. Juan Araya, Universidad del Bio Bio; Dra. Cecilia Corona, Universidad de Córdoba.
Una nota especial para mí fue el obsequio de revistas que me dio el Dr. Rolando Manzano. Al día siguiente lo busqué para retribuirle con mi libro, ¿Es Ud. el doctor Durazno? El escritor dijo me han bautizado de durazno y recién me di cuenta de mi equívoco. Todos estábamos en nombre de Gabriela Mistral, todas las ponencias referidas al mundo mistraliano. Mención especial me gustaría hacer de Sara Castelar Lorca y su ponencia sustancial Gabriela Mistral en las poetas de la Generación del 27, un trabajo meritorio de las mujeres que tuvieron la complicidad de hablar de su pasión por la literatura, para abrirnos el camino, muchas de ellas amigas de Mistral, otras relegadas de la generación del 27, nombró a Josefina de la Torre, María Zambrano, María Teresa León entre otras. En un aparte hablamos de una dramaturga cubana que me apasiona Gertrudis Gómez de Avellaneda, no la querían aceptar en la Academia de la Lengua de España porque era mujer. Además como poeta Sara Castelar tiene resonancia, mundo personal, inventiva, imaginación, cielo sevillano. A nuestra poeta también le apasionaba doña Gertrudis Gómez de Avellaneda. Yo sufría en el evento porque dejé a mi madre muy enferma y todos preguntaban por ella. Antes de partir le dije que me esperara, que no se fuera todavía. Regresé, le di un beso en la frente y en menos de dos horas murió mi madre. Me esperó. Esa rara magia de las madres, esa intuición, ese presagio, esa espera maternal es absolutamente increíble. Me esperó.
Dirigidos por el estudioso Jaime Quezada recorrimos la ruta Mistraliana, viajamos entre valles y montañas y llegamos al pueblito donde nacieron los padres de Gabriela. Recorrimos viñedos y adquirimos vino y pisco de Elqui. Visitamos la hermosa tumba de Gabriela en medio de la solemne montaña. Al pie de sus restos leíamos poesía de la poeta en un silencio espectral, austral, mágico. Visitamos la Casa Museo Gabriela Mistral.
Durante las Jornadas en la Biblioteca de Vicuña la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía presentó la exposición “Juan Ramón Jiménez. Aquel chopo de luz”. Compuesta por 35 paneles repletos de historia y de documentos importantes sobre Juan Ramón Jiménez y Gabriela Mistral.
Termino contando un viaje absolutamente poético, cerca al cielo, nos llevaron al Observatorio Comunal del cerro Mamalluca, allí a la media noche, espectamos un cielo abrumado de estrellas, constelaciones, luces, venus, sagitario, todo el espacio celeste estaba poblado, allí leímos poesía, y no queríamos irnos, nos dieron un cóctel, bocadillos, pisco sour chileno. Diversos astros como flechas iluminaron nuestros rostros, Benjamín León se acercó “aquí quién no es poeta”. Sara Castelar contó que años atrás allí se comprometieron en la vida y en la poesía, que la brillantez del cielo los acompañe eternamente amados poetas. Sabemos que estos observatorios del norte de Chile son mundialmente conocidos como los mejores de todo el hemisferio. Realmente cómo no ser poetas allí. Termino poblada de estrellas en el recuerdo de mis constantes viajes a Chile por razones estrictamente literarias. Si la poesía es un acervo de experiencias que nutren nuestros corazones, a escribir poetas luego del asombro en Mamalluca.
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