6.11.11

SOBRE LOS COMENTARIOS, PATALETAS Y ACUSACIONES DE MARIO BOJÓRQUEZ, UN LECTOR IMAGINARIO.


Por Maurizio Medo

Hace dos años, en el marco del II Certamen de Poesía Festival de la Lira, celebrado en la ciudad de Cuenca, la crítica y poeta argentina Tamara Kamenszain notó cómo la expresión de los discursos neobarroco y neobarroso venían convirtiéndose en algo “neoborroso”. Con el fin de aclarar este panorama confié a la editorial “Ruido Blanco” mi trabajo “País imaginario: escrituras y transtextos 1960-1979”. Su publicación originó que el poeta sinaloense Mario Bojórquez se indigne, sin reparar que en dicha publicación se consigna todo lo que reclama de manera airada.


Museo del Monasterio de Las Conceptas. Fines del 2009. En el marco del II Certamen de Poesía Festival de la Lira, evento al cual el poeta Mario Bojórquez y quien suscribe asistimos en calidad de invitados, se organizó una mesa sobre el neobarroco como una de sus últimas actividades. Tuve el honor de estar de panelista junto a poetas (y amigos) como José Kozer, Tamara Kameszain, Eduardo Espina y Roberto Echavarren.

En dicha ocasión, Bojórquez se puso de pie y sombrero en mano regaló a la concurrencia una improvisada performance en donde se esmeró en “demostrar” que el neobarroco había muerto como ¿movimiento?, ¿escuela?, ¿militancia?, ¿discurso “de moda”?, ¿cómo qué? No lo entendí bien, en eso acierta el joven Calderón, discípulo de Bojórquez. Sin embargo, la sola idea de que, en aquella ocasión, el poeta sinaloense haya “decretado” (?) (para poder decretar la persona ha de tener autoridad o facultades para ello) la muerte del neobarroco, resulta por demás absurdo. En todo caso, quien abogó por la “muerte” metafórica del neobarroco-neobarroso, preocupada por cómo ciertos tipos de escritura “imitaban” a la de estos poetas fue una de sus supérstites y máximas teóricas: Tamara Kameszain. Tamara se refirió a ello como algo “neoborroso” en lugar de neobarroso término acuñado por Perlongher para referirse exclusivamente a los poetas de Río de Plata o “neobarroco”. Nadie, como sostiene el poeta de Sinaloa y si no es él muy probablemente su fiel Calderón, “aceptó el reto de darle muerte”, pues en ningún momento fue planteado como si se tratara de una eutanasia.

En aquel evento, vale recordarlo y son testigos de esto Kozer, Kameszain, Espina y Echavarren, sin mucho aspaviento señalé que el neobarroco, en stricto sensu, es decir, de acuerdo con las escrituras de los poetas mencionados se trataba de un discurso superado por su condición de “clásico”, pues, como lo demuestro en “País imaginario: escrituras y transtextos 1960-1979”, el neobarroco, que parece obsesionar a Bojorquez, se había convertido en un flujo de lenguaje, el mismo que, unido a aquél otro de corte conversacional, había generado una serie de capas intermedia de lenguaje. Como puede leerse “País imaginario: escrituras y transtextos 1960-1979”: La escritura llegó, al menos para la mayoría de los poetas aquí reunidos, de una manera opuesta que para los del viejo canon: lo conversacional y lo neobarroco no eran más comportamientos estancos del lenguaje, paradigmas opuestos, fácilmente distinguibles uno del otro, sino que, más bien, sus entrecruzamientos e intersecciones, ajenas a todo tópico representativo, se constituyeron en flujos generadores de nuevas capas y sedimentos lingüísticos, yuxtaposiciones de uno y otro hasta borrar la última referencia de sus orígenes. Con la llegada del nuevo milenio, no hubo más un discurso, menos un estilo. La escritura aparece como mezcla y fusión, como asimilación de formas marginales nunca, o mucho antes, consideradas poesía.

Noches atrás, ya venía trabajando en este proyecto desde hacía mucho tiempo, hastiado como Tamara Kameszain, de la musiqueta epigonal que caracteriza la poética de algunos autores, empecinados en dar vueltas y vueltas sobre un tipo de lenguaje sí, el neobarroco al igual que un gato persiguiéndose el rabo, sin poder encontrar una SALIDA, hablé con el entusiasta de Sinaloa sobre la necesidad de “matar” estos tipos de remake, en una conversación que me fue bastante grata. No se crea que el café compartido con el poeta de Sinaloa fue una conspiración. Semanas antes de asistir al evento, me parece, digo, me parece, el poeta de Sinaloa había concedido una entrevista a Jorge Mendoza Romero en donde declaraba lo cito: Ahora has dicho "alteridad", que es una palabra que tiene mucho que ver con el trabajo que estoy realizando actualmente, el cual es un trabajo de crítica de la poesía latinoamericana. Pero voy a completar esta idea acerca de lo que José Kozer comprendió como en una revelación a partir de una conversación que tuve con él, poeta que admiro, respeto y con quien tengo un afecto, una amistad muy remarcable. Íbamos en un viaje. Estábamos en medio de un tráfico horroroso como los que se viven en nuestras ciudades, entonces yo le decía, "¿Kozer, cómo vas a hacer para cantar esto? Y él me respondía rápidamente, sin eficacia pero con rapidez: "Eso lo tendrás que cantar tú". Desde Luego Kozer, que es un gran poeta, siguió pensando en esto mucho tiempo después y dijo: "No, no es un asunto de Mario Bojórquez resolver esta situación. Es un asunto de todos nosotros." Yo debo pensar en ese problema. ¿Cómo voy a cantar la realidad? ¿Cómo voy a cantar el tráfico de la ciudad de México? ¿Cómo voy a poder cantar esta velocidad que estamos viviendo, estos nuevos tiempos? Y entonces en una entrevista que está haciendo junto con Maurizio Medo (este poeta peruano a quien admiramos y respetamos) él comenta: "En poesía, en América desde Brasil hasta los Estados Unidos en español, en portugués y en inglés, se están haciendo cosas maravillosas. Las nuevas generaciones: autores que van desde los veinte a los cuarenta años están realizando una poesía en la que están vinculando la poesía coloquial y una poesía de la dificultad. Una poesía que tiene una expresión barroca y por otro lado la coloquialidad. Eso es lo que estamos haciendo en poesía en América. La gente de hoy está tomando lo mejor que pudieron darnos los neobarrocos, empezando desde luego con Lezama Lima y siguiendo con otros magníficos poetas antes de llegar a los que son conocidos hoy. Pienso por ejemplo en Severo Sarduy. Entre los mexicanos, a doña Coral Bracho, pero antes de ella a don Alí Chumacero.

Efectivamente, eso es lo que estamos haciendo en poesía en América y eso, también, es lo que se recoge en “País imaginario: escrituras y transtextos 1960-1979”, pues, como señala Oscar Galindo “los elementos más renovadores de la poesía del período se encuentran definidos por la búsqueda de la superación del poema como unidad textual, para dar lugar a la noción de libro como obra abierta hacia la realidad y la vida; el conceptualismo puro no tiene lugar en el espacio de una escritura fuertemente marcada por el gesto testimonial y político”. Sin embargo, Bojorquez, quien, obsedido, parece encontrar el eco de Perlongher hasta en las canciones de Timbiriche, sostiene que “País Imaginario: escrituras y transtextos 1960-1979” es un refrito de “Medusario”, su lugarteniente agrega que los valores (planteados en el libro), luego de enmendar la plana a su maestro, y contradecirse, declara: “La antología, sin duda, no es un nuevo Medusario, pero pensémoslo, sus valores siguen siendo los mismos. La visión de la poesía es la misma: discursos fragmentarios, polifonía, el poema maniatado como vehículo comunicativo, diálogo perenne con las vanguardias, supresión o difuminación del yo, progresión metonímica (enumeración sin ton ni son), búsqueda del sinsentido y el absurdo, el sabor a lo kitsch, problematización formal e intelectual del poema, la apuesta por la contingencia y lo imprevisto, aceptación de formas no perfectas… es lo mismo del Medusario. Pero más grave, es lo mismo del Octavio Paz de 1966 y aún de Lezama!! No es lo mismo pero es lo mismo.

A ver, el libro, lo he declarado más de una vez, no es una “antología”, no es solo “poesía” ni tampoco es latinoamericana, todo está explicado desde la carátula hasta en el prólogo. En segundo lugar, si bien a “País imaginario: escrituras y transtextos 1960-1979” se le apoda “por joda”, como señala Mario Arteca, “Medosario”, el libro es tan “pro-neobarroco” que recoge las voces de Martín Gambarotta, Edgardo Dobry, Edwin Madrid, Jerónimo Pimentel, entre otros, cuyos discursos nada tienen que ver con este movimiento, sobre el cual han mostrado una postura bastante crítica.

En efecto, Gambarotta, al responder a una interrogante de Mauro Libertella señala: En un principio, los noventa se definen como antibarrocos; vuelve el “realismo” y el barroco es una boludez. Pero después empezás a confrontarte con los textos y aparece “Cadáveres” de Perlongher. Y lees Austria-Hungría de él y en esencia está lo que después pasó en la poesía de los noventa. En ese sentido, no hubo una negación del neobarroco en su conjunto”.

Edgardo Dobry, otro de los antologazos, se manifiesta a través de una escritura y una línea de pensamiento que constituye una reacción ante los neobarrocos o neobarrosos, ampliamente difundidos en Río de la Plata en la década del 80. Edwin Madrid, “revela una búsqueda alejada de las modas culturales y las revisiones experimentales, y una posición incrédula frente a las teorías literarias que matan a la creación poética y que dan a luz textos secos, muertos, mecánicos, como las personas que los componen” (Astudillo, José Luis)”. Julio Inverso desdeña la “poesía gimnasia”, para concebir, de acuerdo con Luis Bravo, la poesía como una “actividad del espíritu”, y “cultivar la palabra en su poder de “volver real la belleza”, señalar el destino del poeta como el de un devenir en “centro radiante” que habrá de enarbolarse por el laberinto del mundo”, en concordancia con nuestro Bojórquez.

Podría así mencionar a todos y cada uno de los habitantes del País imaginario pero no vale la pena pues el provincialismo, como escribió Pound, es más que la ignorancia, es ignorancia más apetito de uniformidad y, especulo, hay poetas víctimas de este síndrome, incapaces de reconocer las diferencias entre uno y otro autor.

El poeta de Sinaloa me acusa también de haber “maltratado” (junto a unos 300 firmantes) a un grupo de jóvenes, entre el cuales se encuentra Calderón, todos antologados por la editorial Visor, en conjunto con otras cuatro editoriales en Latinoamérica, en un libro titulado Poesía ante la incertidumbre: Antología de nuevos poetas en español.

Tamara Kameszain, al referirse a la misma (Ñ de Clarín, 26/6/2011), señala que su tono anacrónico “parece más afín a un momento literario español que a las tensiones que atraviesa la producción poética latinoamericana...”, en respuesta de lo cual, un manifiesto señala ideas tales como: “En la poesía actual, ese camino supone oponerse a quienes tanto han trabajado para que la poesía se entienda, se humanice, se aproxime a la gente corriente. Si en la segunda mitad del siglo XX los mejores poetas de nuestra lengua abandonaron las liras y las torres de marfil, la poesía última, en busca de un nuevo camino, de una nueva actualidad literaria, se ha subido a un pedestal. En esta tarea se han visto legitimados por algunos poetas cuyos proyectos literarios fracasaron de manera estrepitosa precisamente por abrazar el barroquismo gratuito y la frivolidad de la moda literaria (…)”. “Queremos mostrar nuestra desolación ante esta dinámica que nos parece destructiva para la poesía porque conduce, de manera inevitable, a su deshumanización”.

El “virulento ataque”, mencionado por Bojórquez, se trata de una carta abierta en donde se consignaban “perjurios” tales como: “Las personas que firmamos esta carta creemos firmemente en esta pluralidad poética heredada a la que hemos tratado de contribuir activamente con nuestro propio trabajo y por eso nos mostramos resistentes a cualquier forma de cierre normativo. Creemos necesario alzar un muro de contención ante actitudes que pretenden reproducir debates que «ya» no son legítimos que, en realidad, nunca lo fueronporque representan en sí mismos una agresión a esa misma pluralidad conquistada, al trabajo y legado creativo, teórico y vital de muchas poéticas y poetas precedentes y que recogen de manera natural el legado incuestionable de los padres de la modernidad poética: del romanticismo inglés y alemán al surrealismo pasando por Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé. Ha costado mucho desterrar de nuestro campo literario el cainismo y la exclusión. No vamos a consentir ahora que vuelvan a reproducirse estrategias envenenadas similares. El debate de poéticas es necesario, útil el contraste filosófico, intelectual, en torno a la creación, pero siempre en el marco de un respeto escrupuloso a la diversidad y el disenso (…)”. “Así, queremos reivindicar la convivencia de poéticas, la pertinencia del debate crítico, la belleza de la pluralidad como alimento de lo creativo. Y rechazamos de manera frontal cualquier estrategia de apropiación, simplificación o reduccionismo literario”. Por ende, el poeta de Sinaloa pareciera ver molinos de viento donde, ni siquiera hay Quijotes y demuestra lo que él mismo rubrica:

Todos
tenemos una partícula de odio macerando sus jugos
enmarcando su alegre floración
su fruta lánguida.


La pregunta es, ¿odio hacia qué o quién?¿A la imposibilidad de contar con el aval para establecer su propio canon?, ¿Odio hacia toda forma poética cuya estética se aleje de la emotividad –no sé por qué pienso en Arjona- o de eso “simple” capaz de hacer del poema una lectura ad hoc para la celebración de quinceañeros, matrimonios, Bodas de Plata y otros eventos sociales?¿ Odio porque el grupo del poeta de Sinaloa, reunido en la antología “El oro ensortijado” vive convencido de que un “perverso e invisible poder los ha arrinconado como a una tribu de pieles rojas y les ha cerrado puertas para publicar y darse a conocer” (Lumbreras, Ernesto)? ¿O acaso tal como se lo pregunta mi buen amigo Adán Echeverría los poetas, aburridos en ocasiones, tenemos que denostar los ideales del otro para no llegar a nada, y tener el sano pretexto de escribir? Pareciera que el grupo del poeta de Sinaloa viviera decretando, como dice Teddy López Mills (poeta a quien respetamos y de quien somos admiradores), “esto no es poesía y, generalmente, la que aprueba el examen se asemeja a la que escriben ellos. La tradición se busca en los otros. Como si el conocimiento sólo pudiera ser autorreferencial”.

Agradezco al poeta de Sinaloa, a su lugarteniente, y sus ejércitos la atención dedicada a “País imaginario: escrituras y transextos 1960-1979”, sí un consejo, sería prudente leer el libro (en lugar del comentario de Mario Arteca escrito sobre el mismo) Debido a mis múltiples ocupaciones doy por concluida una polémica en la cual nunca participé, salvo para calmar la “partícula de odio” del poeta de Sinaloa, y si hice algo más fue con mi silencio. Si el agresor interpretó este como un desprecio a sus ideas, puede que no se haya equivocado.

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