25.1.11

EL JINETE CABALGA DE NUEVO: ENTREVISTA A OSWALDO CHANOVE


Por Marcela Robles

“Fui a Texas en 1998 por invitación de mi hermano. ¿Qué hago ahí? Es una vida extraña. Cada mañana me levanto exactamente a la misma hora y me siento en la computadora a corregir mis textos hasta que me duele la espalda. Soy un fan de Amazon.com y gracias a eso cada semana dejan en mi puerta interesante material de lectura y música. Por otro lado, soy un vicioso del cine, así que estoy suscrito a Netflix, lo cual me permite tener acceso a casi todas las películas que existen. Yo mismo preparo mi comida peruana de tal manera que casi no tengo que salir de mi casa. En resumen, supongo que podría calificar para lagarto ilustrado”.

Tus amigos dicen que eres un ermitaño. Que te encierras en tu casa en Arequipa cuando llegas de El Paso y no sales casi nunca. Extraño para un hombre que, como tú, dice que siempre quiere partir…

Hubo un tiempo en que tuve una tribu pero de alguna manera se ha disuelto. Noto con cierta alarma que en la última década casi he olvidado mis escasas técnicas de socialización. La única ventaja es eso de que “la soledad es el imperio de la conciencia”. O dicho de otra manera: yo solito me jaraneo.

En mi caso, siempre digo que soy una “des generada”. ¿Te identificas con alguna generación de escritores?

No sé. Me gustaban los años setenta y ochenta, esa onda tan vital, esas insaciables ganas de vivir cada instante. Pero a nivel estrictamente literario creo que soy un poco insular.

Desde “El héroe y su relación con la heroína”, pasando por “El jinete pálido”, hay una obsesión por los caballos, es como si fueras el Llanero Solitario de los poetas…

(Risas) Sí… Y ahora vivo también en las praderas de Texas, lugar favorito de tipos como Billy the Kid.

SER O NO SER

“La teoría de cuerdas, que sugiere que la materia tiene su esencia en “estados vibracionales”. En cierto modo este libro es una manera de confrontar lo humano en su más básica dimensión, y la civilización, ese engendro de la inteligencia. Creo que en el libro pretendo sumarme a los que piensan que la definición de poesía se halla justo en ese punto primordial donde se encuentra la definición de lo humano. Ya lo dice Luis Cardoza con humor: La poesía es la única prueba de la existencia del hombre”.

En tu libro de narrativa “Inka Trail” hay un epígrafe que dice: “El ser es la más estricta de las prisiones”. ¿Alguna alternativa para ser libre Oswaldo? ¿No ser?

El suicidio es la más radical de las alternativas. Pero como tu bien sabes el amor es una manera mucho más placentera de dejar de ser tan ferozmente uno mismo. Y claro, queda siempre la literatura, que permite trepar en la nave de la imaginación y salir por la ventana.

¿Cómo te decidiste por la utilización de los entre paréntesis en algunos versos, que permite prácticamente dos lecturas?

Bueno, en primer lugar es una manera de colocar lo retórico y accesorio en diferentes niveles, marcados por un guiño. También es para evitar la linealidad de los textos y agregarles una dimensión espacial. Pero sobre todo para “abrir” los textos y ensanchar su significado, incluso para insertar cierta insidia en el discurso poético. Algunos me han dicho que entorpece la lectura, pero al quebrar la fluidez inevitablemente el diseño de los poemas presenta un perfil fragmentario que da espacio a la polifonía. Eso es para mi es muy importante. Las reflexiones que han sido poetizadas pretenden ostentar su carencia de nitidez.

El plexo solar tiene que ver con el sistema nervioso, que dirige el funcionamiento de ciertos órganos del cuerpo sin intervención de la voluntad. ¿Cómo se manifiesta la voluntad mediante la palabra?

Yo no sé cuanto de libre tenga el libre albedrío. Especialmente para la poesía. A veces me parece que la marea inmensa del cosmos incluye la voluntad como una intrincada licencia poética.

En tu poesía abundan los cuchillos y la sangre, ¿por eso vives en El Paso, considerada como una de las ciudades más seguras de Estados Unidos?

Solo algunos afortunados escogen las ciudades donde viven. Yo resignadamente disfruto de lo que me ha dictado el azar. El Paso es una ciudad muy tranquila, pero hasta en la tienda de la esquina venden libremente pistolas, rifles, cuchillos y todas esas cosas de mortífera belleza.


* Tomado del suplemento Luces del diario El Comercio, sábado 22 de enero 2011.

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