22.3.09

UNA ENTREVISTA A CARLOS TAPIA POR MIGUEL COAQUIRA


Después de 10 años de haber publicado “Música para afeitarse”, retorna a Arequipa el poeta que en la década de los 90 legara su único poemario. Pese al tiempo trascurrido, es uno de los textos referentes para las nuevas hornadas de poetas.

¿Cómo fue la génesis de “Música para afeitarse

Los gérmenes que dieron vida a este poemario están en “Del viento como una caria psicológica”, poemario que ganó los juegos florales de la escuela de Literatura de la UNSA en el año noventa y siete, si mal no recuerdo. Ese poemario creó “Música para afeitarse” que fue el primer libro de mi generación conformada por Tania Rozan, Jimmy Marroquín, Guliana Ramos, Mirtha Núñez, entre otros. El libro rompía humildemente ese vacío entre las publicaciones que venían de la generación de Oswaldo Chanove, José Gabriel Valdivia, Alonso Ruiz Rosas.

¿Y el nombre de dónde proviene?

Nace de querer coger un elemento cotidiano de la ciudad, teñida con lirismo, en un inicio pensé en ponerle “papel para envolver pescado”, pensando en el mercado San Camilo, pero luego conversando con un pata una mañana mientras me afeitaba escuchaba música y me puse a pensar en qué diferente es afeitarse escuchando a Pink Floyd a afeitarse escuchando Led Zeppelin. De hecho que con el primero las sensaciones serán más fuertes y violentas, sólo recordar la Pared y recordar cuando el tipo se afeita las cejas.

¿Cuál sería entonces el espíritu del texto?

Tiene un espíritu vitalista, espontáneo, natural, muy intenso, desgarrado en algunas partes, tiene también mucha presencia femenina. En realidad Música para afeitarse, está conformado por dos libros en uno; el primero “Tu sonrisa un pase gratis” pequeña historia de amor, y el segundo “Esa melodía de avión” cercana más a las experiencias urbanas y callejeras y tienen que ver más con la vida caótica de la urbe, en medio del caos, smog y la contaminación matizada con la violencia que reinaba.

¿Puedes hacer un análisis de la forma en el lenguaje de “Música…”?

Era un lenguaje intuitivo, no pretendía acercarme a la poesía con distancia, si no con una proximidad un poco riesgosa, trataba de expresar mis emociones en todas sus gamas, tanto de odio, amor, como de amistad y ternura, en muchos casos con mucha velocidad.

Los noventas fueron una época bastante especial para literatura…

Bastante intensos, bastante trajinados, no solamente en los circuitos literarios, si no también en los circuitos urbanos marginales y eso tiene su cuota de riesgo y toda esa experimentación es lo que se vuelca en Música para afeitarse. El libro ha logrado captar esas emociones, con figuras urbanas tal vez porque hasta ese momento yo percibía que no había mucha literatura de la urbe. Arequipa era un poquito cerrada a esas voces que te hablan de las avenidas, de los parques, de Charly y de vez en cuando por ahí de sustancias ilícitas.

Bonus poetic:

Bajo el llanto del poste
en una danza de garúa y suspiros
se han ido en el último colectivo
sin sonidos, sin oxígeno, sin heridas
La luna:
bellísimo cadáver de la tarde.
(en la brevedad del tiempo y del espacio, de fallidos destellos).

* Entrevista e imagen tomadas del semanario El Búho nº 309 (29 de enero de 2008).

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