Existe mucha obra inédita de Gamaliel Churata. |
Hacia la repatriación de los manuscritos de Gamaliel Churata.
Por Juan Zevallos
Aguilar (Ohio State University).
Después de participar en el “Simposio Internacional sobre
Estudios Transandinos” en la Ruhr-Universität Bochum , que tuvo lugar entre el
31 de enero y 2 de febrero, en un suburbio de la ciudad alemana de Dusseldorf,
un grupo de participantes nos dirigimos a Berlín. La mayoría tenía el plan de
visitar la legendaria biblioteca del Ibero-Amerikanisches Institut que conserva
joyas bibliográficas sobre y de Latinoamérica que sólo se encuentran allí.
Otros querían ver las películas que concursan para obtener los Osos de Oro del
Festival de Cine de Berlín que se realiza durante esta semana. La primera noche
en Berlín cenamos en el restaurant pub “La batea” donde se juntaban los
exiliados chilenos en tiempos de la dictadura de Pinochet. Entre varios,
Antonio Skármeta era un asiduo cliente. Los dueños, los Vergara, son chilenos y
las meseras son guapísimas cubanas. La mayor parte de los clientes son alemanes
que tratan de practicar su castellano con interlocutores bilingües. En una mesa
cercana destaca una “top model” rubia que conversa en alemán y castellano con
un hombre de la tercera edad que habla con acento boliviano. El menú es
ecléctico. Contiene una selección de los platos más conocidos de los países
latinoamericanos. Cuando los veo en las mesas aledañas, me doy cuenta que la
fusión culinaria ha tenido lugar en todo el mundo. Noto que al lomo saltado y a
la papa a la huancaína le han añadido otros ingredientes, quizás sauerkraut. En
una mesa charlamos Riccardo Badini,
el editor del libro “La resurrección de los muertos” (2011) de Gamaliel
Churata, Marco Bosshard, crítico suizo de literatura latinoamericana, y quien
escribe estas líneas. La mesera nos sirve con una cálida sonrisa y empezamos a
comer empanadas de carne y queso, acompañadas de pico de gallo (salsa mexicana)
y tomamos vino tinto chileno, en un afán de encontrar un pedazo de
Latinoamérica en la fría y nublada ciudad de Berlín.
Continúan las conversaciones iniciadas durante el evento de
Dusseldorf en “La batea”. Marco Bosshard se despide prometiendo un paseo a la Alexanderplatz al
día siguiente. En la mesa quedamos Riccardo y yo. Con canciones de Willy Colón,
Luis Miguel y Lucho Gatica de música de fondo, hablamos sobre Gamaliel Churata
y pedimos una segunda jarra de vino tinto. De pronto irrumpe el tema de los
manuscritos del autor de “El pez de oro”. Le cuento a Riccardo que corre el
persistente rumor en el Perú de que él posee los originales y, cuando le llegue
la época de las vacas flacas, los peruanos piensan que él los venderá a alguna
biblioteca europea o norteamericana para asegurar una holgada vejez. Riccardo
se incomoda, enuncia un “maremma maiala” que no entiendo, pierde su humor
italiano y me aclara, con voz alta, que el rumor es tan falso como la honradez
de García Pérez o la enfermedad terminal de Fujimori. Me enfatiza que los
herederos de Gamaliel Churata no son tontos. Son conscientes del valor de la
obra de su padre y atesoran sus manuscritos. A Riccardo sólo le permitieron
sacar fotocopias y que si no se apura en estudiarlas las va a perder
definitivamente. Añade, con melancolía, que las copias fotostáticas se hacen
cada vez más borrosas con el paso del tiempo y, por el lento ritmo que ha
adquirido su investigación por sus múltiples responsabilidades académicas, teme
que sólo va a encontrar una ruma de papeles amarillentos en los próximos meses.
Luego de la aclaración, Riccardo está más calmado. Ha
recuperado el humor. Le hago más preguntas y me cuenta una saga de cómo tuvo
acceso a los manuscritos. Yo ya sabía parte de la historia después de leer
entrevistas que le hicieron a Riccardo en varios medios. Le hago preguntas
aclaratorias sobre los libros inéditos y los hijos de carne y hueso de Churata.
Me da la primicia que con la ayuda de su colega sarda, Paola Mancosu, están
elaborando la edición crítica de la poesía completa en la Universidad de
Cagliari, Cerdeña. Me cuenta que Fedor Peralta, hijo mayor de Churata residente
de la ciudad de Nueva York, falleció antes de la publicación de Resurrección de
los muertos. Churata tiene varios nietos y todavía pocos biznietos. Los dos
hijos sobrevivientes están en base siete. Estrella Peralta vive en la ciudad de
Nueva York y Amaratt Peralta reside en Miami. No son tan afluentes como otros
rumores los pintan.
Hablamos sobre el perdón que el congreso peruano le ha
pedido a Gamaliel Churata a principios de febrero de este año. Recordemos que
el autor de “El pez de oro” fue despedido y deportado por la dictadura de
Sánchez Cerro en 1932. Cuando retornó al Perú en 1964 fue maltratado otra vez
por las autoridades de la burocracia gubernamental. En este evento habló en
nombre de la familia Estrella Peralta y leyó un emotivo discurso donde
perdonaba al Estado peruano. Coincidimos con Riccardo en la apreciación de que
fue un buen gesto del gobierno, pero si se quiere hacer un verdadero
reconocimiento al autor de “El pez de oro”, el congreso peruano debería hacer
las gestiones para repatriar los manuscritos. Los documentos deberían ser
catalogados y conservados en la Biblioteca Nacional del Perú. Así estarán
disponibles para los investigadores de todo el mundo.
Esta propuesta no es tan disparatada. El congreso y el
gobierno peruanos ya están otorgando pensiones especiales y premios a artistas
y escritores. En una época de bonanza económica, 100 mil dólares, por ejemplo,
no son nada si contribuyen a la creación de un fondo del gobierno peruano y las
corporaciones que están haciendo de las suyas en la exitosa economía
neoliberal. Si los funcionarios de la Biblioteca Nacional
no se apuran, una biblioteca europea o norteamericana va a comprar los
manuscritos a sus herederos. Otra vez los ciudadanos peruanos residentes en su
país se verán privados de la consulta de estos documentos que necesitan ser
estudiados. Las novedades sobre nuestra cultura e historia vendrán desde afuera
como siempre ha ocurrido. La repatriación de los manuscritos es urgente. Este
será el verdadero reconocimiento que se merece uno de los más importantes
escritores peruanos del siglo XX.
Berlín, 7 de
febrero 2013.
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