Ricardo González Vigil nos ofrece a través de Poetas peruanas de antología (Mascapaycha Editores, 2009) un amplio panorama de la producción creativa de las poetas en el Perú: desde el siglo XVII hasta las propuestas más recientes.
Correo: Usted rehúye el uso del término “poetisa”.
Ricardo González Vigil: Bueno, el término está registrado en el diccionario de la academia y señala correcto usar gramaticalmente “poetisa”. Pero yo estoy entre la gente que cree que hay que recuperar el origen de esta palabra que viene del griego y que es “poeta”. Y esa “a” del griego no marca género femenino. En otras palabras que vienen del griego como “atleta”, “gimnasta”; nunca se ha dicho, por ejemplo, “gimnatista”. Lo que pienso es que el término poetisa reflejaba un trato distinto y no un trato igualitario de calidad artística. Siempre hay el prejuicio de que la mujer tiene menos inteligencia, menos vuelo intelectual. Y yo estoy en desacuerdo con eso.
C: No cree tampoco en una “poesía femenina”?
RGV: Me parece que hay estereotipos de lo que sería la sensibilidad femenina. Aunque no niego que hay una diferencia biológica, que hay ciertas experiencias más propias de la mujer que del hombre. Sin embargo, creo que el factor más importante es el factor sociocultural. Se hacen construcciones culturales y depende de cada época. La manera cómo se entiende lo femenino o cómo se entiende lo masculino no es una esencia inmutable. Me parece que es peligroso aferrarse a una concepción y crear la idea de un alma femenina, de un alma masculina. Me parece que además eso limita las posibilidades expresivas porque en última instancia la poesía es la expresión del ser humano a secas.
C: La antología demuestra que es una variedad tanto temática como estilística de las poetas mujeres.
RGV: Claro, esa es la idea. Y probar que las mujeres han abordado todos los temas y que pasan por todas las corrientes literarias. Porque en realidad, la tradición poética es una sola, pues Vallejo influye a todas. Y, al revés, Blanca Varela puede influir a los hombres. Por hablar de una tradición poética peruana.
C: La antología tiene un carácter reivindicativo.
RGV: Por una serie de marginaciones y actitudes me parece que no se había investigado suficientemente, aunque hay aportes que reconozco en el prólogo y en la bibliografía, en diarios o revistas lo que habían publicado las mujeres. Me parece que al hablar de literatura peruana no se las considera suficientemente. Cuando tú hablas, por ejemplo, de la generación del 50, sólo mencionas hombres con la excepción de Blanca Varela, como si fuera la única. Hay una tendencia a no darles el rango que merecen.
C: Hay varios rescates en la antología. ¿Algunos nombres que merezcan más atención de la que tienen?
RGV: Todas las poetas que he puesto me parecen de interés, por eso están allí. Pero, por ejemplo, en el caso del virreinato creo que son muy valiosas Sor Paula de Jesús Nazareno y sobre todo Sor Josefa de Azaña. Por ejemplo, no se ha reparado mucho en que Rosa Larco, que es más famosa como compositora, dejó unos poemas interesantes. Esther Allison a mí me parece una autora central; creo que habría que recuperar la obra de ella. En la generación del 50 se están rescatando cada vez más a Nelly Fonseca y Julia Ferrer. En el caso del 70, Agueda Castañeda creo que merece mucha atención. Y creo que del 80 para acá es donde hay más nombres.
*Tomado del diario Correo (20-01-10).
Correo: Usted rehúye el uso del término “poetisa”.
Ricardo González Vigil: Bueno, el término está registrado en el diccionario de la academia y señala correcto usar gramaticalmente “poetisa”. Pero yo estoy entre la gente que cree que hay que recuperar el origen de esta palabra que viene del griego y que es “poeta”. Y esa “a” del griego no marca género femenino. En otras palabras que vienen del griego como “atleta”, “gimnasta”; nunca se ha dicho, por ejemplo, “gimnatista”. Lo que pienso es que el término poetisa reflejaba un trato distinto y no un trato igualitario de calidad artística. Siempre hay el prejuicio de que la mujer tiene menos inteligencia, menos vuelo intelectual. Y yo estoy en desacuerdo con eso.
C: No cree tampoco en una “poesía femenina”?
RGV: Me parece que hay estereotipos de lo que sería la sensibilidad femenina. Aunque no niego que hay una diferencia biológica, que hay ciertas experiencias más propias de la mujer que del hombre. Sin embargo, creo que el factor más importante es el factor sociocultural. Se hacen construcciones culturales y depende de cada época. La manera cómo se entiende lo femenino o cómo se entiende lo masculino no es una esencia inmutable. Me parece que es peligroso aferrarse a una concepción y crear la idea de un alma femenina, de un alma masculina. Me parece que además eso limita las posibilidades expresivas porque en última instancia la poesía es la expresión del ser humano a secas.
C: La antología demuestra que es una variedad tanto temática como estilística de las poetas mujeres.
RGV: Claro, esa es la idea. Y probar que las mujeres han abordado todos los temas y que pasan por todas las corrientes literarias. Porque en realidad, la tradición poética es una sola, pues Vallejo influye a todas. Y, al revés, Blanca Varela puede influir a los hombres. Por hablar de una tradición poética peruana.
C: La antología tiene un carácter reivindicativo.
RGV: Por una serie de marginaciones y actitudes me parece que no se había investigado suficientemente, aunque hay aportes que reconozco en el prólogo y en la bibliografía, en diarios o revistas lo que habían publicado las mujeres. Me parece que al hablar de literatura peruana no se las considera suficientemente. Cuando tú hablas, por ejemplo, de la generación del 50, sólo mencionas hombres con la excepción de Blanca Varela, como si fuera la única. Hay una tendencia a no darles el rango que merecen.
C: Hay varios rescates en la antología. ¿Algunos nombres que merezcan más atención de la que tienen?
RGV: Todas las poetas que he puesto me parecen de interés, por eso están allí. Pero, por ejemplo, en el caso del virreinato creo que son muy valiosas Sor Paula de Jesús Nazareno y sobre todo Sor Josefa de Azaña. Por ejemplo, no se ha reparado mucho en que Rosa Larco, que es más famosa como compositora, dejó unos poemas interesantes. Esther Allison a mí me parece una autora central; creo que habría que recuperar la obra de ella. En la generación del 50 se están rescatando cada vez más a Nelly Fonseca y Julia Ferrer. En el caso del 70, Agueda Castañeda creo que merece mucha atención. Y creo que del 80 para acá es donde hay más nombres.
*Tomado del diario Correo (20-01-10).
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