29.10.09

OTRA PUBLICACIÓN INTERNACIONAL EN CASCAHUESOS EDITORES: “JARDÍN DE ARENA” DEL POETA ECUATORIANO CRISTÓBAL ZAPATA.


Nos complacemos en anunciarles nuestra próxima publicación internacional, se trata de un nuevo libro de Cristóbal Zapata, uno de los poetas más importantes de Ecuador aparecido a finales del siglo XX, quien además es, crítico literario y de arte. Su nuevo libro, que ya se encuentra en prensa, se llama Jardín de arena y viene acompañado de un gran prólogo del poeta cubano José Kozer.

Cristóbal Zapata nació en Cuenca-Ecuador, en 1968. Ha publicado los libros de poesía Corona de cuerpos (1992), Te perderá la carne (1999), Baja noche (2000), y No hay naves para Lesbos (2004), además del “cuarteto narrativo” El pan y la carne (2007), por el que recibió el Premio Nacional de Cuento “Joaquín Gallegos Lara” de ese año. Además, ha editado la antología de relatos de Huilo Ruales Hualca, Historias de la ciudad prohibida (1997), y la poesía reunida de Roy Sigüenza, Abrazadero y otros lugares (2006), ediciones precedidas de exhaustivos estudios introductorios.

También ha dirigido varios talleres de literatura en Cuenca y Quito; y es además autor de numerosos ensayos sobre arte y literatura, y curador importantes exhibiciones dedicadas a artistas ecuatorianos, siendo designado en 1997 Coordinador General de la VI Bienal de Pintura de Cuenca. Artículos sobre arte contemporáneo y literatura han aparecido en importantes revistas nacionales, y entre otras selecciones, su poesía consta en la Antología de poesía ecuatoriana, publicada este año por Alfaguara en España.

Jardín de arena es un rostro de prismas que se desintegra reintegrándose desde una constante poética que tiene como propósito implícito, tal vez inconsciente, alcanzar la originalidad por la vía de la tradición, de la recombinación participatoria de los numerosos jardines que conforman a estas alturas la historia de la escritura. Así, maravilla leer aquí textos donde no hay funcionamiento aspaventoso, desmesura epatante, sino por el contrario contención sabia, sabiduría que engarza y engasta los elementos de rigor, desde un rigor que talla, trabaja, elabora y reelabora, se aquieta y se entusiasma, según unos límites que son, precisamente, los del jardín (espacio constreñido con subsuelo que bulle y hormiguea, que nunca cesa) y la arena, signo ésta de la desintegración de todo lo humano, de toda criatura de cualquier índole que sea, y a la vez amplio, habitable desierto, donde la línea de demarcación entre crecimiento y destrucción, entre fertilidad y aparente esterilidad, se esfuma”, ha dicho José Kozer sobre este nuevo libro.

27.10.09

ORLANDO MAZEYRA GUILLÉN: LAS MALAS ELECCIONES (UNA ANÉCDOTA IMPÚDICA NO APTA PARA SEÑORITAS)


LAS MALAS ELECCIONES (una anécdota impúdica no apta para señoritas)


Escribe: Orlando Mazeyra Guillén

A mi amigo Martín,
que me contó esta historia
desde algún rincón de la selva…

¿Sabes qué? Ayer me pasó algo muy curioso.

Desde hace unos meses vengo explorando los encantos de la selva peruana. Así pospongo antojadizamente mi retorno definitivo a Milán, a donde volveré para ganarme los frijoles que el Perú me niega desde siempre (los mismos frijoles que Italia me dio ilegalmente para, ahora, disfrutar de estos días de calor en todas sus acepciones; y si de acepciones se trata, la patria de Berlusconi, ¡oh sí!, me dio pasta en todas sus variantes).

No viene a cuento, pero igual lo diré: a medida que siento que este periplo va llegando a su fin, tomo conciencia de que lo único que me puedo llevar de mi país radica precisamente en los recuerdos que, como un rompecabezas vital, voy armando con este viaje que empezó en Tacna y promete terminar en Punta Sal o quizá en la frontera con Ecuador. Que el azar lo decida.

Anoche, supuestamente iba a salir a bailar con una profesora de la selva moyobambina que conocí en una pequeña tienda de libros y souvenirs eróticos que me llenaron de malos pensamientos. Digo “salir”… salir a conversar, a tomar un café o a algo parecido. Creí que habíamos quedado para salir los dos, a conocernos un poco; pero ella se apareció con una tipa de unos veinte años que —después lo supe— se llamaba como mi ex enamorada. Yunely no se lo esperó mucho para aclararme que había traído a Gabriela porque su coqueta amiga seguramente se encontraría con su novio; o sea, terminaríamos saliendo de a cuatro… sin necesidad de terminar armando un cuarteto… ¡Esa vieja fantasía que me persigue desde que, con mi hermano y dos de sus amigas, probamos el San Pedrito en la Punta de Bombón!

Caímos, pues, los tres en una discoteca llamada Papillon. Mi intención era clara y bastante corta: bailar tranquilo, tomar algún traguito y conversar sobre cosas entretenidas. Así, bailaba unas piezas con una y, sin darme un descanso, luego sacaba a la otra. Fue entonces que, al llegar su turno, la tal Gabriela, se me empezó a insinuar sin mucha sutileza (¿acaso no tenía novio?): había ido con una minifalda demasiado provocadora y, además, me tomaba de la mano delante de Yunely. El alcohol cumplió sus mandatos y, cuando ella me abrazó en medio de la pista, yo le correspondí sin pensármelo mucho. Yunely, a la distancia, no supo ocultar su enfado. Noté la forma de su entrecejo y su mirada desprovista de esa ternura con la que se ofreció darme un tour por el Valle del Alto Mayo cuando coincidimos en la librería.

Yo no me hice mucho problema y seguí bailando con Gabriela, quien, ahora lo sé, resultó ser una muchacha verdaderamente decidida: me dio un buen beso y con su cimbreante lengua husmeó por debajo de la mía. Yo me excité y, para bajar las revoluciones hormonales, regresé a la mesa para bailar con Yunely. Ella se anticipó con desdén:

—¿A qué vienes, Martín? Sigue bailando con ella, pues… yo mejor me…

—Pero, Yunely, permíteme que te lleve…

—No, no me hagas favores, ¡quédate con ella! ¡Quédate, quédate! ¿Acaso no es eso lo que quieres?

—No sé —le dije, y mi inseguridad, más que honesta, fue hiriente.

—¿Acaso no sabías que papillon quiere decir mariposa?

Yo estaba tan borracho que no llegué a asimilar su sarcasmo final (creo que hay una canción de Maná que cae a pelo). La vi desaparecer enfurecida. Eran las tres de la mañana. Luego, sólo atiné a pensar en lo que piensa un sujeto caliente que, como yo, siempre necesita un buen culo al lado, sobre todo si estamos hablando de la selva… Me quedé con Gabriela y ahora ya no podía soltarla hasta gastar toda la pista de baile.

Ella siguió en lo suyo: besándome y ni siquiera me dio tiempo para comentar sobre lo que había pasado con su amiga (la amiga que, hay que recordarlo, nos había presentado). Sus besos eran cada vez más atrevidos e insistentes y no me quedó otra que invitarla a mi hospedaje:

—Acá ya no pasa nada.

—¿Quieres ir a otro lado, Martín?

—Quiero ir a tu lado.

No conversamos mucho luego de salir de la discoteca. Nada. Solo esperé a tenerla en la cama, casi arrancarle la minifalda y retirar su calzón para descubrir a un cuerpo extraño, nauseabundo: una toalla higiénica. “¡La puta madre!”, pensé, “esta calientahuevos está con su ruler”.

La miré algo decepcionado (a decir verdad decepcionado no sé de qué o de quién, si de ella, de Yunely o de mí). Se sintió indefensa, pero no abochornada, con calma dijo lo que ya sabíamos los dos:

—Estoy con mi regla.

—Entonces vístete al toque y te llevo a tu casa.

Nunca falla. El olor del periodo femenino siempre me contiene. Ni siquiera unas raciones generosas de ron con Coca-Cola pueden vencerlo o aplacarlo ligeramente. Gabriela seguía recostada y parecía que no iba a moverse de ninguna manera:

—¡Me gustas mucho! Si no quieres estar, no te preocupes, aunque sea permíteme besarte… tocarte lo que quieras.

Yo miré su deseo desbordante y supe que en la selva son así: no respetan ni a sus amigas, no respetan ni a su periodo, ¿o estoy generalizando?

Dejé que me bese pero sólo la boca, ¡da mucho miedo que estas fogosas te la chupen! La llevé a su casa como todo un caballero y, al regreso, me quedé pensando en Yunely mientras agotaba un cigarro, repitiendo su nombre afanosamente después de cada pitada, jurando que ella estaba limpiecita, presta para una buena pachamanqueada y yo, en una mala elección, la había dejado pasar. No sólo eso: la dejé irse sola, con el calzoncito reluciente y… Mejor no te sigo contando, porque una de dos: o te burlas de mí… o escribes una historia, ¿verdad, Orlando?

26.10.09

“MANDALA” DE HUGO YUEN, GANADOR DEL SEGUNDO CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA “JAVIER HERAUD” EN CASCAHUESOS EDITORES


Continuando con sus publicaciones, Cascahuesos Editores anuncia que su siguiente título a publicar es Mandala, primer libro del poeta arequipeño Hugo Yuen Cárdenas, reciente ganador del Segundo concurso internacional de poesía “Javier Heraud”, que organizó la Fundación Yacana y cuyo jurado estuvo integrado por Raúl Zurita, José Antonio Mazzoti y Luis Cárcamo.

Hugo Yuen es un talentoso poeta que apareció a mediados de los años 80 y obtuvo diversos premios tanto en narrativa como en poesía en nuestra ciudad. Sin embargo pese a ello nunca se atrevió a publicar libro alguno a pesar que en los últimos años ha obtenido reconocimientos por su obra tales como la Mención Honrosa en el Premio Copé de Poesía (2005) y recientemente al haber ganado el concurso internacional de poesía Javier Heraud.

Yuen nació en Arequipa en 1964. Es abogado y licenciado en filosofía. Magíster en Dirección Estratégica y Gestión de la Innovación. Se ha desempeñado en diversas áreas, como la docencia universitaria, el periodismo, las Relaciones públicas y la gestión pública. Y ahora, Cascahuesos Editores, en co-edición con el Gobierno Regional de Arequipa se encargará de publicar Historia de Intramuros una trilogía compuesta por los libros Mándala (que ya se encuentra en prensa), Parafernalia y Retorno a Mandala.

23.10.09

PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN EN “TEORÍA DE LOS CAMBIOS” DE ENRIQUE VERÁSTEGUI POR RODOLFO YBARRA


Principio De Contradicción En “Teoría De Los Cambios” De Enrique Verástegui

Escribe: Rodolfo Ybarra

Para no repetirme,
y sentado como yoga,
aparto el macetero de helechos a un costado.
Platón, Aristóteles se equivocaron.
Mitos bíblicos, Babel, Babilonia,
se opusieron al universo.
Primavera austral me envuelve.
Sobre mi cabeza flota la luna.
Abajo el reflejo de la luna
permanece inalterable sobre el fluir del río.
El mundo que cambia es pasado:
teoría de los cambios florece cuando sueñas.

E.V.


Intro

Antes que nada, quisiera decir que conozco a Enrique Verástegui desde hace muchos años; primero lo leí a fines de la década del setenta, en el colegio, gracias a un profesor que había distribuido en esténciles algunos poemas de “Los Extramuros del Mundo”; luego, en la década de los noventas, después de leer varios libros de él, pude ir a visitarlo (atendiendo a una invitación bastante particular) en su casa-biblioteca de Cañete (casa que, por cierto, ya no existe; luego del sismo de Pisco se tuvo que demoler. Tengo una grabación en vídeo del lugar donde quedaba la casa, espero poder tener tiempo para colgarlo). Después de muchas conversaciones uno se va enterando y sacando sus cuentas de que la obra y el mismo Verástegui siempre está en constante contradicción. Recordemos cuando el poeta se reclamaba maoísta (en plena convulsión interna), luego estructuralista, seguidor de Wittgetstein, seguidor de Pound, etc., etc.

Ahora que acabo de leer Teoría de los Cambios, su último libro, encuentro que las contradicciones se acentúan, que las búsquedas se convierten en hallazgos, pero nunca dejan de ser impulsos, curiosidad intelectiva, puentes hacia algo que quizás sea inhallable, pues el conocimiento —como río heraclitiano— es inacabable.

En atrevimiento hacia una persona que estimo, no voy a escribir una reseña conformista con el texto, un laudatorio que no aporte a la crítica y que al final se arrume en todos esos textos que caminan sobre lo trajinado. Dicho esto paso a esta breve reflexión.

Explaye

Mao Zedong decía que la contradicción, principio hegeliano, era la ley principal de la dialéctica materialista y la herramienta de todo revolucionario. Verástegui, en varias entrevistas que se pueden rastrear desde mediados de los ochentas e inicios de los noventas, ha dicho que él es dialéctico y, por lo tanto, contradictorio. Teniendo esta premisa (segura distorsión para algunos o facilismo para otros) vamos a revisar uno de los últimos textos de este autor, baluarte de la generación poética del setenta y líder hipostático de “Hora Zero” (el otro era el desaparecido Juan Ramírez Ruíz; Pimentel siempre ha sido más terrestre, su poema “Balada para un Caballo” sigue a pesar de su “Tromba”, con algunos matices, en tropel hasta la actualidad). Teoría de los Cambios, 2009, así se intitula el libro editado en mancuerna proteica entre “Sol Negro” y “Cascahuesos Editores”.

Así, el poeta puede escribir este reclamo poético: quisiera florecer sin recibir nada / por mis poemas, publicar grandiosas novelas / sin que me paguen derechos de autor, / escribir ensayos fundamentales / sin hacerme famoso. // Déjenme así extraño y solitario. / Oh por favor déjenme florecer.

E inmediatamente, y en plena reverberación pide ayuda al presidente de la República tal y como dice la llamada del diario “Expreso” del 21/08/09.

Al parecer, para Verástegui la poesía es, muy a pesar suyo, algo así como el no lugar del pensamiento, una península que se adentra en un mar de contradicciones (¡dialéctica?) y donde lo único valorativo va a ser la expresión misma, sin necesidad que esta exprese alguna verdad o se remita a un hecho verosímil (aunque parezca). Total, la palabra es bella (no importa lo que exprese) y la metáfora (y toda la tropología) existen al margen de una correspondencia con la razón y la lógica. Sin embargo, es posible lanzar una pregunta al futuro sabiendo que la respuesta es sólo un deseo respaldado por lo que entendemos nuestra obra: ¿Cuántos siglos deberán pasar todavía / Antes de que la muerte sea finalmente vencida, / Y mis obras glorificadas?

Y donde quizás hasta lo biológico no tiene sentido sino expresan un deseo estético, un deseo del yo creator donde la lógica intelectiva tendría que imponerse a la naturaleza: ¿Para qué envejecer / Si no se ha escrito el gran libro de la juventud? Y por supuesto la autocita, necesaria para confirmar que el poeta no ha dejado de confiar en sí mismo: ¿Por qué no consultar ALBUS para salir de la desdicha?

Pero el poeta no establece las leyes del orden racional, al menos no las que dependen de su estro, uno tiene que descubrirlas o interpretarlas detrás de todo ese exorcismo de sentimientos y emociones que un escritor de la estirpe de Enrique Verástegui puede tener: “Así, si distingues Verdad de Falsedad / serás una Princesa consorte (o “con suerte”, apunte nuestro), comerás uvas frescas / y acertarás cuando leas poesía”. La poemancia como fin supremo de la virtud sirve también para alumbrarnos, como Diógenes, el camino.

Del mismo modo, Verástegui puede retorcer criterios de la homeostasis o de la enfermedad y oponerle un sentido sicalíptico y/o de servicio (salvo que se interprete al trajín físico y a la libido como elementos antimelanomas): “El cáncer tiene varias causas, / la misión cumplida, / y la impotencia. // Así nos mantendremos jóvenes, sin falsos elíxires, / logrando la eterna longevidad/.Que fluyan tus arterias sin grumos, y serás ágil. // Danza, mujer, danza como diosa de Oriente”.

Todavía recordamos ese enfrentamiento en el que el amigo Modesto Montoya le recomendó una clases de matemática para poetas (Verástegui contestó en Perú21, Lima 28/03/07, lo siguiente: “Escribo para el carretillero y para el físico nuclear inteligente que sea capaz de inventar una bomba de protones, pero no escribo para Montoya, pues. Que haga esta bomba y lo respetaré”; sin embargo, el asunto de la bomba de protones o las reacciones químicas que dan origen a la bomba de protones ocurre dentro de todo organismo biológicamente constituido, y un físico no pierde su condición ni su prestigio por tener que hacer una bomba); o esa petición extrasístole en la que Verástegui desbarraba en que Argentina y Perú invadieran Chile y lo desaparecieran del mapa ¿?. Verástegui insiste en su versión literaria de las matemáticas y en la simulación de un mito que, aunque él parezca dudar, es aceptado por sus seguidores: “Ch’in Chiu-Shao, matemático chino del siglo XII, rescribió un libro titulado las nueve secciones matemáticas en el que aparecen, aparte de algunos análisis escritos en tinta roja y negra, el símbolo del número cero —vacuidad y plenitud— que, desde entonces, revolucionaría todas las matemáticas hasta la actualidad. Sin embargo, no sólo escribió y revolucionó las matemáticas, sino también —y adelantándose a los tiempos de Ilya Prigogine—, revolucionó la poesía en su libro titulado ‘Teoría de los Cambios’, que el poeta y filósofo Enrique Verástegui ha traducido para bienestar de la humanidad. El manuscrito, hay que decirlo, fue encontrado en una biblioteca de New York”.

A pesar de ello, ciñéndonos a la verdad: los mayas descubren y emplean el cero en sus cálculos astronómicos. Utilizan un pequeño óvalo con un arco inscrito para representarlo, de esto más o menos cuando recién se iniciaba la era cristiana, mucho antes de Ch’in Chiu-Shao y muchísimo más antes de que los árabes lo introdujeran en Europa.

Quiero apuntar que Enrique Verástegui (Jarry para los amigos) es quizás uno de los poetas peruanos vivos de mayor importancia en el siglo XX, no interesan que sus postulados sean desvariantes (acaso Ezra Pound no se declaraba fascista, Artaud no reventaba de peyote en el “país de los Tarahumaras” gritando incoherencias. Quizás sea la locura del loco del rey Lear que está cuerdo) o que su verso tenga la forma del pensamiento oriental, capcioso y con pretendida sapiencia filosófica a modo de moraleja (él agregó el apellido chino AhTaoHo a su apellido vasco): Escribí ese poema en la otra vida / y lo refrendo ahora. No es un Karma, / es el apretón de manos entre el pasado y el futuro. / Tal vez no escribí ese poema ayer, / sino en un mundo múltiple / donde pasado, presente, y futuro se confunden: / luz al final del túnel / que traspasa la montaña hacia la luz.

Recordemos esa respuesta memorable en la referida entrevista de Perú 21:

¿No cree que su vida linda con la exageración y con la locura?

Yo me preguntaría: ¿cuánta locura hay en mí y cuánta hay en el mundo? Yo lucho por la razón en un mundo enloquecido. Mi lucidez está en la poesía porque he escrito Ética, un libro sagrado. Sin embargo, no sé cuánto de locura y cuánto de lucidez hay en mí. Bueno, la verdad es que creo que no hay locura en mí.

El poeta es siempre más que su poesía, más que su imaginación, e incluso más que su racionalismo y su lógica (en su internidad yace la palabra); cuando el terreno que se habita es mágico (“mundo múltiple”) no se puede esperar correspondencias o insinuaciones del expresionismo clásico, ni aplicar la lógica a la coloratura del lenguaje o el fotómetro al estallido de panoplias del pensamiento. Todo se ha abolido para el paso de la genialidad, incluido la razón: “Se me ha prohibido hacer filosofía, / Se me ha prohibido pensar, / Cuando de lo que se trata es de organizar el caos”.

*Tomado del blog de Rodolfo Ybarra.

WITOLD GOMBROWICZ, DANIEL GUEBEL Y EDUARDO BELGRANO RAWSON


Por Juan Carlos Gómez

El Casanova y el Abanderado son dos personajes muy conocidos del mundo de la farándula de los hombres de letras. No es que siempre aparezcan juntos pero la Hierática me contó que uno de estos escritores, al que las señoras del gremio han motejado con el apelativo de Casanova, había sufrido un soponcio cuando una periodista lo enteró en el mismo acto de entrega de premios que había recibido la segunda mención de un concurso literario bastante importante. El Abanderado, ilustre integrante del jurado, lo coronó con lo que el Casanova creyó era el primer premio, hasta que la correveidile le acercó la infausta nueva. Tanto el Abanderado como el Casanova son miembros conspicuos del club de gombrowiczidas, pero con respecto a Gombrowicz ambos tienen posiciones negativas si bien diferentes: uno lo desprecia olímpicamente y el otro resolvió el problema de una manera más radical, sencillamente lo ignora.

“[…] De todos modos, sí le escribo para aclarar que no me siento gombrowiczida ni practico el gombrowiczismo. Me siento, en cambio, afectuosamente, muy dipaoliano […]”.

El comentario del Abanderado es mucho más amargo y audaz que el del Casanova y roza deliberadamente el descaro.

“[…] Gracias por el material sobre Gombrowicz, a quien en realidad no he leído, cosa que en mi caso no significa nada, dado el enorme déficit que arrastro. Pero estamos a tiempo […]”.

Pero el Abanderado, a más del de Gombrowicz, tiene otro complejo de inferioridad: la admiración que siente por la filosofía de la ciencia física, y su imposibilidad de comprenderla pues sus conocimientos de matemática son muy elementales.

Si el Abanderado hubiese leído a Gombrowicz hubiera descubierto que ésta no es una verdadera dificultad. En efecto, los conocimientos de matemática de Gombrowicz eran menos que elementales, ya desde joven había manifestado un antitalento muy marcado para asimilar las ciencias exactas, una incompetencia que no se le atenuó con el tiempo, sino todo lo contrario, se le fue acentuando.

Se paseaba con una aparente seguridad por las teorías de la física: la cuántica, la ondulatoria, la de la relatividad, aunque reconocía que cualquier cuestionario de lo más elemental lo hubiese puesto en verdaderos apuros.

Vivió un momento de la historia en el que ya habían fermentado todas las revoluciones del pensamiento que tuvieron lugar en los cien años que van entre la mitad del siglo diecinueve y la mitad del veinte, y aunque Gombrowicz no era científico ni filósofo quedó muy afectado por todo esto.

El bamboleo existencial entre el pensamiento y la vida le presenta a Gombrowicz un problema parecido al que había resuelto Bohr con su noción de complementariedad para el caso de los protones y de los electrones. Las partículas atómicas hay que describirlas, ora con la imagen corpuscular, ora con la imagen ondulatoria, y esto debe hacerse así porque estas dos imágenes contradictorias son concurrentes.

Las relaciones de indeterminación, que son una consecuencia del cuanto de acción, no le permiten a las imágenes entrar en un conflicto directo. Cuanto más se quiere precisar una imagen por medio de observaciones, más la otra se hace necesariamente vaga. Las propiedades corpusculares y ondulatorias no entran jamás en conflicto porque no existen al mismo tiempo, son aspectos que se contradicen y se completan de manera complementaria.

Esta concepción contradictoria y complementaria de los fenómenos físicos está presente en el espíritu de la época, la época de la juventud de Gombrowicz, un espíritu que Gombrowicz expresa a su modo cuando se extraña de estar tan definido y tan indefinido al mismo tiempo.

Cuando se va de la Argentina siente que puede decir sobre ella una cosa u otra distinta y hasta contraria, veinte millones de vidas en todas las combinaciones posibles es demasiado para la vida de un solo hombre.

Quizás la Argentina lo atrajo porque se encontró en ella sin dinero, o porque había perdido los privilegios de los que gozaba en Polonia, o por la indolencia de su forma, o por su cruel brutalidad, no lo sabía.

En cuanto al Casanova vamos a decir que debe tener cuentas pendientes con Gombrowicz e intenta saldarlas apoyándose en el Asno, hasta pareciera que hace crecer demasiado a este discípulo para conseguir el propósito.

“[…] Dipi dejó que se le atribuyera una pertenencia y un legado; de él se dice que a su vez fue discípulo de Gombrowicz. Tal vez él mismo lo siga diciendo aún, yo no lo sé porque hace mucho que no nos vemos y este día del reencuentro no sirvió para actualizarnos del todo. Lo que quiero decir, o destacar, es que lo hecho por Dipi es mucho más arduo que la gesta gombrowicziana. Gombrowicz creó un círculo y utilizó su obra para crear su fama, lo que no era tan difícil, debido a que su figura tenía rasgos promocionales muy evidentes. No había manera de que a largo plazo la intelectualidad argentina se abstuviera de caer rendida a sus pies, independientemente de lo que pudiera pensar de sus libros. Yo creo que Dipi, hipotético discípulo, siguió el camino inverso […]”.

Leyendo estas palabras escritas de puño y letra por el Casanova me vino a la cabeza una idea que no es tan descabellada como pudiera parecer a primera vista.

Hasta el día de hoy la página en blanco ha sido la primera amenaza que enfrenta el hombre de letras cuando empieza a escribir, una amenaza que va disminuyendo a medida que va llenando las páginas, pero la última amenaza que debe enfrentar no está bien definida hasta el momento.

Supongamos que al terminar el trabajo las últimas palabras tuvieran la posibilidad de darle al escritor un fuerte puñetazo en un ojo, para el caso que hubiese escrito tonterías. Esta posibilidad, no puede ser de otra manera, debiera condicionar en parte la actitud del autor.

Yo creo que el Casanova hubiera tratado de reflexionar un poco más si hubiese tenido que enfrentarse con la perspectiva de recibir un puñetazo en un ojo por escribir tonterías sobre los rasgos promocionales de Gombrowicz. Pero no siempre la perspectiva de enfrentarse con ese tipo de puñetazo le hace cambiar el texto a un escritor, no creo por ejemplo que la perspectiva de recibirlo de un ciudadano alemán le hubiera hecho cambiar a Gombrowicz ni media palabra de los diarios que escribe sobre Berlín.

22.10.09

UN MUNDO ANCHO PARA JULIUS: SOBRE UNOS COMENTARIOS DE ALFREDO BRYCE EN CONTRA DE CIRO ALEGRÍA


DESDE ESPAÑA SALEN EN DEFENSA DE ALEGRÍA


Discrepan con opiniones de Alfredo Bryce. Autor de Un mundo para Julius afirmó que novelista no ha superado la prueba del tiempo.

Carlos Villanes Cairo. Madrid.

En una reciente entrevista (LR, 16/10/09), Alfredo Bryce ha lanzado una serie de juicios contra Ciro Alegría, llevados no por el parricidio generacional, sino por la falta de conocimiento del autor de El mundo es ancho y ajeno.

Vigencia del gran novelista

Bryce afirma que Alegría no tiene actualidad y que “ha caído en el olvido”. Le recuerdo que jamás dejó de ser publicado en Lima, en este momento imprimen libros suyos las editoriales Planeta, Mantaro, Norma y SM. En España lo han hecho en estos últimos años Espasa Calpe, Alianza, Alfaguara, y en Cátedra y en Ediciones de la Torre circulan ediciones críticas de Los perros hambrientos y El mundo es ancho y ajeno.

¿De cartón piedra?

Bryce dice: “Su visión del mundo andino es de cartón-piedra comparada con la de Arguedas de Los ríos profundos; el otro es los ríos secos, de la superficie”. Lo que ya no tiene actualidad es seguir comparando a los dos más grandes de la novela indigenista en un enfrentamiento arbitrario, interesado y estéril. Sólo quien no ha leído bien las tres novelas ejemplares de Alegría puede decir que sus personajes, hombres, animales y hasta la misma naturaleza carecen de vida propia, porque el mundo andino es así. ¿Ríos secos de la superficie? Decía Alberto Escobar que no hay novela peruana más bella y vital sobre un río como La serpiente de oro de Alegría.

La historia de Onetti

Emir Rodríguez Monegal y José Donoso inventaron una historia que ahora Bryce repite: “A Onetti… Alegría le ganó un premio importantísimo… se pueden imaginar, El astillero… Alegría es ocaso de sí mismo”. El astillero se publicó en 1961, pero dos décadas antes, Alegría ganó con El mundo es ancho y ajeno el Premio Latinoamericano de Novela. Jamás compitieron las dos novelas.

Nadie niega la calidad de Onetti, pero de allí a la mentira fabricada por esos críticos, hay un abismo. Vargas Llosa ha dicho que Ciro Alegría es el primer novelista clásico del Perú, y los clásicos no mueren. Tal vez, esta sea la manera de cómo Bryce une su voz a la celebración del Centenario de Ciro Alegría, o es, simplemente, fruto de su lamentable desinformación.

*Tomado del diario La República del día de hoy (22-10-2009)

21.10.09

UNA GRAN NOTICIA PARA LOS AMANTES DE LA BUENA POESÍA LATINOAMERICANA: JOSÉ KOZER EN CASCAHUESOS EDITORES


Continuando con un mes prolífico en publicaciones, Cascahuesos Editores por fin tiene el gran placer de anunciar la publicación de Figurado y literal, un extenso libro de poemas de uno de los mejores y más importantes poetas latinoamericanos contemporáneos vivos: se trata nada más y nada menos que el poeta cubano José Kozer.

En este nuevo libro, y en palabras del poeta Maurizio Medo, la «historia (si fuera posible hablar de una y no de miles de historias) retrata la condición anfibia de los migrantes (judíos, checos, italianos, alemanes) por estas latitudes: su desarraigo —del mundo original— y su asimilación de lo nuevo. Lo singular es que José Kozer a través de la poesía fusiona esta dicotomía para lograr un equilibrio para su “estar-en-el mundo” (Heidegger), uno que ya existía, cómo no, pero que con él pareciera reinventarse ampliando cada vez más sus fronteras hasta “desterritorializarse” (Deleuze)».

Cabe decir, que, además de poeta, Kozer es un gran ensayista, traductor y profesor universitario. De padres emigrantes judíos provenientes de Polonia y Checoslovaquia, actualmente reside en Estados Unidos de América desde 1960. Nació en La Habana-Cuba, en 1940, donde vivió sus primeros veinte años. Luego de establecerse en USA, de 1965 a 1997 (año de su jubilación), enseñó Lengua y literatura en español en Queens Collage de Nueva York, en donde, además, llegó a ser Jefe de Cátedra del Departamento de Literatura Comparada.

Su poesía une varias tradiciones poéticas importantes, como la judía o la norteamericana; crea un mundo poético personal y a la vez preocupado por el papel del lenguaje. Ha sido ampliamente antologado y publicado en numerosos periódicos y revistas de Europa, América Latina y Estados Unidos.

Recibió la Beca Cintas, la Beca Gulbenkian, y el Premio Julio Tovar de Poesía en 1974. Hasta el momento ha publicado más de 50 libros (en donde se reúnen sus más de 7,800 poemas), y entre los más importantes tenemos: Padres y otras profesiones (1972-USA); Por la libre (1973-USA); Este judío de números y letras (1975-España); Y así tomaron posesión en las ciudades (1978-España); Jarrón de las abreviaturas (1980-México, 2003-USA); La rueca de los semblantes (1980-España); Antología breve (1981-República Dominicana); Bajo este cien (1983-México); La garza sin sombras (1985-España, 2006-Argentina); El carillón de los muertos (1987-Argentina, 2006-México); Carece de causa (1988-Argentina, 2004-Argentina); De donde oscilan los seres en sus proporciones (1990-España, 2007-Chile); Et mutabile (1995-México); Los paréntesis (1995-México, antología); AAA1144 (1997-México); Réplicas (1997-Cuba, antología); La maquinaria ilimitada (1998-México); Dípticos (1998-España); Farándula (1999-México); Al traste (1999-México); Mezcla de los tiempos (1999-México); Rupestres (2001-Brasil y Panamá, portugués-español); No buscan reflejarse (2001-Cuba, selección antológica); Bajo este cien y otros poemas (2002-España, selección antológica); Rosa cúbica (2002-Argentina); La voracidad grafómana: José Kozer (2002-México); Anima (2002-México); Madame Chu & outros poemas (2002-Brasil y Panamá, portugués-español); Un caso llamado FK (2002-México y USA); Una huella destartalada. Diarios (2003-México); Ogi no mato (2005-México); Y del esparto la invariabilidad (2005-España); Íbis amarelo sobre fundo negro (2006-Brasil, portugués-español); Stet (2006-USA, selección antológica, inglés-español); Trasvasando (2006-Venezuela); De donde son los poemas (2007-México); Práctica (2007-México); Mueca la muerte (2007-Chile); Ocambo (2007-Chile); Veintidós poemas (2007-México); En feldafing las cornejas (2007-México); Trazas (Spuren) (2007-Suiza, alemán-español).

Finalmente y como nota aparte Cascahuesos Editores anuncia que con José Kozer se inicia la publicación de una serie de poetas latinoamericanos importantes y poco conocidos en nuestro país, con la intención de que el lector peruano tenga acceso y conocimiento de ellos. Los nombres serán anunciados periódicamente en la medida en que se realice su publicación. Estén a la espectativa.

20.10.09

“VIAJE SOBRE EL NIDO DEL CUCO”: POEMAS DE GROVER ALBERTO ANCO SILVA

Cuco.

Este año, el ganador en la categoría Poesía del “III Concurso Literario de Cuento, Poesía y Ensayo breve” organizado por el semanario El Búho, ha sido Grover Alberto Anco Silva por su libro Viaje sobre el nido del cuco. Aquí los textos extraídos de la edición virtual de dicho semanario. En la imagen: fotografía de un cuco (tomada de aquí). Se dice que el cuco nunca construye nidos y que deposita los huevos en nidos de otras aves incluso más pequeñas, por ello el recién nacido es varias veces más grande que su “madre adoptiva”.


SUEÑA

Que la estrella de tu luz sea el arco tensado
Donde la flecha es el sueño
Disparado al cielo.
Y desde el abismo de cemento
Cojo la corona de la luz
Inhalo el perfume de la muerte en el oxígeno.
Alimentado por la gravedad
De los asuntos más celestes
Reporto la crónica de este tiempo
Áspero
Como la semilla del durazno
Así de duro
Como cada centavo ganado a pulso


07
CUCO

Tarde tecleo mañana y en noche llegas
Para contar sobre “el-retraso” Conversacional conversas
Sin palabras preparas los desayunos:
Pan tostada; rubia ardes como el sol en la cocina desordenada
Estrechas calor con tus brazos de: “hola, mi vida es un fracaso”Bienvenidas sean las mejillas sonrosas la planchada de bofetadas
Donde los sueños asestan múltiples cuchillazos verbales sobre tu cuerpo
Este infierno es diferente pero nace con el fuego violento donde dices:

BASTA YA y trabaja para que la despensa no siga vacíaY deja de a l u c i n a r
Navegar por la ciudad Lee el periódico
Pregunta sobre el sueldo los horarios
Entonces la canela Entonces la cadena
Entonces la camisa limpia la corbata estrangula el frágil cuello se descarga y grita
BASTA pantalón bolsilloLlego fatigado
Y Friegas
Platos en la sala se instalan las visitan que se largan
Tarde tecleo mañana en noche llego
A cuentas cuento listas doy teléfonos recibo
Boleta factura ¡¡El gaaaaaass!! Vuelvo a llegar
A sorbo loco bebo de tu vientre y todo será distinto pan-con-tola
El día que te vayas con tu madre no me meto
Víbora maldita tos atacas la factura
De la luz el agua el cable la Internet que no sé ni para qué es
Sentir mirar tragar toda esa odiosa estupidez…

Sentir mirar tragar toda esta odiosa estupidez…
Sentir mirar tragar toda esta odiosa estupidez…
_________________________


21
EL DÍA ES NEGRO NO PORQUE TE HAS IDO
SINO PORQUE UNOS IDIOTAS PROTESTAN
Y QUEMAN LLANTAS
Ahora arrojo esta piedra y no arrojo
···················el pecado el pescado malogrado que nada en mi alma
········································································transparente

incendiada con explosivos
·····························ríos de lava
················································plancha
················y destroza de una buena vez esas ganas, loco.
··························································Qué te pasa que estás ido
················································ de vuelta de vuelto de sencillo
no sacas nada de humilde vistes de un oro que nadie oye, nadie mira
·········los sonidos de tus doradas ropas —esas alhajas invisibles
mezcladas con contaminados
····························gritos
····························con contadores médicos docentes enfermeros
···································································huelguistas enfermos
····························································que queman
·····················································llantas y muestran su cerebro
··············································lleno de asfalto y de concreto
··············································_________________________

52
ROMPECABEZAS-
ADAM CADMON
PROTOPLASTO
Todos duermen y despierto
·····························tras los muros invisibles de esta plastilina salgo
iluminado
·········································desde el polvo hacia el grito
qué rompe el cielo
aúllo ALA-DULCE-LUNA
····························pero la sal se instala en mis mejillas
para siempre
con el color de la tarde

en-punto-de-eclosión-mi-llanto-es-una-nube-de-leche-evaporada

Y espero una hora
·····················y espero unas horas
·······································y espero mientras lloro
············y espero mientras
·························meo
y espero mientras me cago en un sueño
··························································despierto
·········································y hago garabatos de sonrisas en mi cara.

··························································Levito y llego
···························al verano que abraza
··············································y al invierno que mata
······················y a todos los tiempos.

yo levito y me voy lejos de casa

Levito y vuelvo los ojos con
····················todos los vientos
····························y extraño el templo con base RADIANTE

MEVOYPARAMARTEa····· colgar ······mi······ graciosa ······levitación
········en las barbas del Abuelo Sol

Lo despeino ····· Le pregunto si ha visto
Última-Mente - Algún-Peligro


·································y le rayo la luna

··················································a los parabrisas

····································mientras levito
························································vuelo
·································los anuncios que viajan por las ondas del aire


······Pero si al crecer nada cambia
············································ y todo continúa
······························································ igual —otra vez levitaré.

(Entonces tendré las fuerzas suficientes
para llevar el esqueleto completo (o algunas partes al menos))

DESDE EL JUEVES 22 EN EL CENTRO CULTURAL DE SAN MARCOS: UNA VISIÓN DE LA AMAZONÍA A TRAVÉS DEL ARTE


En el marco del Festival Cultural Amo Amazonía, el Museo de Arte de San Marcos presentará la exposición “El hombre lluvia, el cielo y la tierra”, que inaugura el 22 de octubre, a las 7:00 p.m., en la Sala Víctor Humareda del Centro Cultural de San Marcos (Av. Nicolás de Piérola 1222, Parque Universitario).

Esta muestra es un intento por acercarnos a la visión indígena del territorio. Es la lluvia el pretexto para señalar el recorrido, pues ella atraviesa todos los espacios del paisaje: el cielo, la superficie de la tierra y el subsuelo.

La exposición está ilustrada con magníficas piezas —cerámica, adornos, tallas de madera, telas, pinturas— de los pueblos indígenas amazónicos Awajún, Asháninka, Bora, Kandozi, Harakmbut, Matsés, Wampís, Yanesha, Tikuna, Shipibo y Uitoto. Las piezas nos revelan formas diferentes de percibir el entorno y de relacionarse con él. Para los pueblos amazónicos el cosmos está conformado por varios ámbitos poblados por seres visibles e invisibles con los cuales se establecen relaciones para lograr mantener el equilibrio con la naturaleza y una vida armoniosa.

“Miramos al agua como una persona. Por donde ella andaba caía lluvia, hacía bien a las plantas, los animales y a los insectos. Pero también hacía perjuicio al hombre para hacer su chacra, para cazar y pescar. El hombre lluvia hubiese estado con nosotros hasta ahora, pero Kumpanamá lo mató y de su carne sembraron y de allí nació el pijuayo, una palmera que es útil para la humanidad y que hasta ahora es una persona importante”, explica Nahwiri Chanchari, del Pueblo Shawi.

La exhibición es un trabajo conjunto de los curadores Gredna Landolt, Luisa Elvira Belaúnde y Armando Williams, involucrados desde hace muchos años con la Amazonía.

La muestra permanecerá abierta al público hasta el 7 de noviembre y puede visitarse de lunes a sábado de 10:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 2:00 p.m. a 5:00 p.m. El ingreso es libre.

Para mayores informes o coordinaciones para entrevistas puede comunicarse al teléfono: 6197000 anexo 5207 ó 5214.



El Hombre Lluvia

Nahwiri Chanchari del Pueblo Shawi

Miramos al agua como una persona. Por donde ella andaba caía lluvia, hacía bien a las plantas, los animales y a los insectos. Pero también hacía perjuicio al hombre para hacer su chacra, para cazar y pescar. El hombre lluvia hubiese estado con nosotros hasta ahora, pero Kumpanamá lo mató y de su carne sembraron y de allí nació el pijuayo, una palmera que es útil para la humanidad y que hasta ahora es una persona importante. La hormiga isula con los sapitos juntaron la sangre de la lluvia derramada y una vez juntada ella se fue, como evaporación, al espacio. También se fue el alma del hombre lluvia, como un espíritu, y fue mandando la lluvia al pasar por el espacio. De esa lluvia se formaron grietas que Kumpanamá convirtió en quebradas y ríos, tumbando un cedro, para formar los cauces. Las astillas del cedro las transformó en peces y se formó un espacio más. Allí viven peces de todas las especies, la sirena (“madre” del agua aquí en la tierra), la boa (hamaca de la sirena) y el lagarto (su canoa). Por eso el agua es importante, porque es sangre de una persona. Y por eso necesitamos que esté pura, limpia.

LA EPIGNOSIS DE ENRIQUE VERÁSTEGUI POR JOSÉ PANCORVO


LA EPIGNOSIS DE ENRIQUE VERÁSTEGUI

Escribe: José Pancorvo

Aparecido en el prestigioso sello de poesía Sol negro —en asociación con Cascahuesos, brillante nueva editorial arequipeña de poesía—, el nuevo libro de Verástegui, Teoría de los Cambios, es una vital contemplación de la totalidad. Comenzaremos recordando el pueblo, valle, río y torre llamados Berastegui o Verastegui, en la circunscripción guipuzcoana de Tolosa. El escudo de la villa está partido en dos mitades, una con San Lorenzo portando el libro y la parrilla, la otra con una torre a la que por una escalera un caballero sube llevando su lanza. Lema: Nobleza con Libertad.

Aquí la heráldica viene a propósito porque, lejos de ser la caricatura frívola que a veces aparenta ser, es una ciencia exacta cualitativa, es decir, una ilustración, una fotografía diríamos, de los arquetipos. Familiares, locales, regionales, nacionales —por eso algunos piensan que el Escudo nacional debe ser, será y es el sol radiante—. Y alrededor de los arquetipos suceden los cambios. Este escudo y lema —lo mismo hice con los blasones de Oquendo de Amat en la revista sanmarquina Dedo Crítico— prefiguran al poeta que, como el santo de la parrilla y el libro, arde y paga por servir a su muy elevado ideal. Y al poeta sabio que, como el caballero grada a grada, a través de varias ciencias, mismo Dante, asciende a la Sabiduría, la cual se representa alegóricamente como una dama enorme a la cual hay que subir por una escalera: así está representada en un bajorrelieve de Notre Dame de París, así como en vitrales y esculturas de Chartres y Laon. Para obsequiarle la rosa de un corpus poeticum.

Por que en este libro, lleno de vitalidades, se recorren la filosofía y las ciencias políticas, matemáticas y sociales. Aunque en el Perú hay gigantes de la denominada poesía pura, a la que se dedicaban con exclusividad, como Eguren y Westphalen, no son menores los que, además, nos muestran una poesía de fuertes saturaciones y connotaciones ideológicas, como Vallejo y Martín Adán; del círculo de González Prada y después comunista el primero; el segundo del entorno de Riva Agüero, y siempre católico reaccionario. En Verástegui hay una ascención de ideas poéticas con una nota muy fuerte de conocimiento. De lo relativo cambiante, de lo absoluto, y de sus interrelaciones.

En su búsqueda de universalidad —y, como se sabe, katholikos en griego significa universal—, destaca su mención de la gnosis. La gnosis que demuestra que lo infinito / está en lo finito / donde está, realmente, el universo. La palabra gnosis, a fuerza de ser abusada, tiene dejos de temas heteróclitos u oscuros, pero es la palabra más normal y consagrada del mundo: figura decenas de veces, y siempre como algo bueno, en el texto original del Nuevo Testamento, y centenas de veces en forma de derivados: prognosis, kardiognostes —conocedor de los corazones—, diagnosis, epignosis —conocimiento cabal—, y muchos otros.

En el escudo familiar Verástegui, confluyen hacia el centro, en forma de aspa, cuatro caminos dorados sobre campo verde. Prefigura también la síntesis que persigue Verástegui de los diversos conocimientos por sus vetas más bellas y vivaces y sobre los follajes más frescos y espontáneos. Síntesis expresada como en una rosa de oro: Extiendo la punta de mis dedos para tocar una rosa, / con la mirada concentrada en el centro místico. Con ello Enrique Verástegui se convierte en un Midas de la poesía. Transforma en oro de alto poema hasta a un alka-seltzer: Mi alka-seltzer es la razón, que embellece al mundo.

Razón: ratio en latín, logos en griego —pues “logos” no sólo expresa ser la palabra sino el contenido—. El alka-seltzer se convierte en un símbolo de la gnosis legítima; se convierte en una aparición, como el sabor del bizcocho de Marcel Proust. Y el universo también se aparece como un alka-seltzer que burbujea dentro de la epignosis poética de Verástegui. Como un reloj de Dalí, pero esta vez efervescente, vívido y eficaz. (Dicha de comprenderlo todo. / El Ángel Enrique demuestra que el 1 / no existe y que teoría de mundos múltiples/ son flores: el Espíritu es todo el poder del universo.) Un reloj sin manecillas que marca la hora cero gloriosa y burbujeante.

*En la imagen: José Pancorvo, Paul Guillén y Enrique Verástegui. Tomado de Sol negro editores.

19.10.09

NUEVO CUENTO PUNEÑO: LA SOMBRA PAVOROSA DE LA OFUSCACIÓN EN LA NARRATIVA DE WALTER BEDREGAL PAZ


Por Darwin Bedoya

Pocas veces uno está frente a signos pesadillescos que nos remiten a tensiones como en «El gato negro» de Allan Poe, que nos trasladan a sensaciones impávidas como en «El señor de los muertos» de Tom Holland, ficciones puras como en «Los mitos de Cthulhu» de H.P. Lovecraft, pavores tremendísimos como en «Drácula» de Bram Stoker, anhelos profundos como «Qué difícil es ser Dios» de Boris y Arcady Strugatsky, presencia de algo oscuro como el signo espantoso y patético de la «Saga crepúsculo» de Stephenie Meyer, luminiscencias oscuras, alucinantes, como en «Un fuego sobre el abismo» de Vernor Vinge, visiones fantasmales del paso de las horas como en «El señor del tiempo» de Louse Coper. Todas estas historias, de algún modo, asoman en este libro titulado «Pamoslake» (Grupo editorial Hijos de la lluvia & LagOculto editores, 54 pp. Lima, 2009), pero se muestran creando las ideas de atmósfera, de alucinaciones, de visiones escurridizas y fragmentarias de lo maravilloso que tiene la literatura fantástica. Fue el mismísimo Lovecraft quien hablaba de los cuentos sobrenaturales porque, en cierta medida, éstos coinciden con las inclinaciones personales. Este tipo de historias logran la suspensión momentánea de las irritantes limitaciones del tiempo, del espacio y de las leyes naturales que nos gobiernan o aprisionan para que al final quede frustrada nuestra inquisición por indagar en las infinitas regiones del cosmos, lejos de nuestro análisis y más allá de nuestra visión.

El texto se apertura con un excelente paratexto titulado «Balada del absurdo animal», extraído de «Sparagmos» de Maurizio Medo: «Hay habitaciones que a nadie corresponden./ Coágulos aletean sobre la negra flor del dormitorio/ mientras la pastilla alerta noche./ Afuera balan los turistas como coros de ángeles o arpías por el pasadizo del motel./ Un animal bendice a la tiniebla./ El zumo del placer hierve en su boca./ Tropieza y se tiende a devorar la piel de su vergüenza.» Este libro abriga, ante todo, una historia fantástica que se proyecta en muchas orientaciones. El relato está escrito desde el centro mismo de la escritura. Combina las vivencias personales y los miedos interiores del hombre. Es también una memoria personal, y va proponiendo la desaparición de ciertas fronteras narrativas y abriendo camino para las confesiones amplias, siempre a la búsqueda de que lo real sea visto como espacio idóneo para acomodar lo imaginario, y así ficcionar con la vida.

Su autor, Walter Bedregal Paz, (Tacna, 1965), con esta singular historia nos lleva a un mundo donde pareciese que existen personajes escapados de los más extraños sueños que bordean la locura, al tiempo que transgreden cualquier tipo de convenciones sociales o amorosas, en un espacio geográfico tan común, donde todo está ordenado y prefijado. El protagonista se confunde con su miedo y su conducta es extremadamente compleja, por todo lo que se describe en las líneas de esta imaginería sorprendente. El gran «desideratum» de «Pamoslake», como en cualquier ficción fantástica, es la atmósfera, y no la acción. Stephen King y Bradbury son la mejor muestra de esta afirmación, pero no sólo la atmósfera, porque este «Pamoslake» también posee los vestigios de ciertos elementos góticos incluyendo un signo sutil de futuros siniestros que, evidentemente emulan una ansiedad interna como en aquel lejano «Farenheit 451».

«Pamoslake» tiene una tensión entre imaginería de lo invisible y la narración subjetiva. Es un relato rápido a la vez que profundo, que en su travesía recorre la soledad, la amistad, el amor, la muerte y las fronteras del vacío. En estas páginas se rescatan de la memoria distintos momentos de una época pretérita de su protagonista, escenas conmovedoras sobre la formación moral, sobre aquel «viaje a la singularidad que constituye toda adolescencia.» La quietud y permanencia que destilan sus páginas, la sensación de que nos cuentan cosas «que han pasado y que están destinadas a seguir pasando». Este libro, el segundo de narrativa que publica su autor y por el que obtuvo una mención en el Concurso Nacional de Cuento Premio a la Cultura en 2006, está destinado a acompañar nuestro propio aprendizaje del dolor y del amor y a perdurar en la memoria lectora.

Insomnio y profundo sueño. Velas en la vigilia. El protagonista de esta historia va esparciendo el caos a su alrededor a medida que avanza en su mutación. Y también nos va conduciendo a un lugar que no sabemos si existe o no, pero que sin duda está entre el insomnio y el sueño. El nudo que él mismo ha provocado guiándose por lo que dicta aquello a lo que más quiere en el mundo, su forma, aprieta en su garganta. Así es como acaba pensando una cosa tras otra, dejándose arrastrar por las circunstancias y su revisión interior. Es de este modo como atraviesa etapas de un viaje iniciático en el cuerpo que posee y la desesperación, en el que cualquiera esperaría que encontrase redención. Como en otras historias escritas por los consagrados, Walter Bedregal sabe husmear en el lodazal de los sucesos para forjar con envidiable pulso narrativo una ficción basada en hechos reales, digna de la mejor tradición realista del género. Y es que da la sensación de que la narración cuenta una historia mientras en realidad está pasando otra cosa. Una prosa perturbadora, inquietante, en el límite de lo ilusorio. Como la lucidez de una noche en vela. El segundo cuento de un narrador que dice que algo anda mal, sin necesidad de levantar demasiado la voz.

Parece que esta historia hubiese surgido del miedo para irse también al miedo. El personaje nos parece indicar que toda definición de insomnio redunda en la imposibilidad de conciliar el sueño. Por motivos físicos o mentales, el sujeto se ve sin posibilidad de descanso en el cuarto eslabón del sueño. Este espacio es conocido como fase «lento» o fase delta, en la cual el organismo halla máxima relajación y comienza un proceso fundamental para su salud: la regeneración. Regeneración en dos sentidos: inmunológico, cuando este sistema actúa con mayor fuerza y eficacia sobre los diferentes órganos del cuerpo; y psicológico, cuando los procesos mentales reacomodan experiencias enviando algunas al arrumbado «ello» y sacando otras de ahí, para descifrar los acontecimientos de las jornadas venideras. El «Pamoslake» de Bedregal es como un insomnio: «La situación era insostenible, debía arriesgarse a retroceder, pese a que Pamoslake bloqueaba toda salida posible. Pensó que protegido por su propia piel podría pasar sobre aquella masa. Sabía que era una idea delirante, el protoplasma viscoso lo envolvería hasta sofocarlo, pero debería de correr el riesgo. Tomó la decisión, se desnudó y corrió hacia él con tal fuerza que lo único que logró fue hacerlo enojar, tras chocar contra una caparazón pegajosa. La flacidez de sus extremidades contraídas con el desfallecimiento de todo su organismo y la apatía de su espíritu, lo debilitaron. Un sudor pegajoso como la miel cubría su cuerpo». (p. 24) Este «mal» que ha atacado en todo momento al ser humano; tiene orígenes diversos y explicaciones múltiples, pero en todo caso parece haber acuerdos. Uno de ellos es que el estado insomne crea una dialéctica del insomnio: acostumbrado el cuerpo a no dormir, comienza a despreciar el sueño. Otro acuerdo es que después de un periodo largo de insomnio, una persona puede volverse, sin vuelta atrás, esquizofrénica; incluso puede llegar al suicidio por depresión profunda e inmediata. Por no referir a lo más común, las implicaciones directas en la salud de la persona: al no autorregenerarse, el organismo debilita al máximo su sistema inmunológico y neurológico. Los datos indican que en toda época se han utilizado sustancias de diversa índole y origen para controlar y abatir el «mal». Pero la conclusión final es contundente: el insomnio se trata, pero jamás se cura, puede existir en forma de monstruo, de Pamoslake.

Las lecciones de vida que deja el profesor Recabarren (personaje principal de la historia), nos da un lugar para poder pensar en el neologismo de la autoficción que Serge Doubrovsky dijo de este género: «el autor se convierte a sí mismo en sujeto y objeto de su relato.» No es tan difícil entender que la autoficción es la autobiografía bajo sospecha. Bedregal no solo cruza esa frontera hacia los dominios de la fabulación, sino que se adentra más allá de las horas agudas del insomnio que aplaza una muerte. Este Pamoslake puede ser la certeza última de la inmortalidad, la resurrección de la fantasmagoría, el ser que capturamos o nos captura en la totalidad de lo divino. Al parecer, lo escrito nunca muere. De ahí la necesidad humanística que guía la vida y nos hace mapas capaces de evitar la sempiterna errancia del absurdo, contar siempre con esos asideros incondicionales prestos a resarcir los extravíos de la animalidad: «Salir de noche es amar la luna y no verla es como tener un cuerpo sin alma. Pero exponerse a la soledad a sabiendas de retarla como se desafía a la muerte por causas del amor y la locura, es firmar la liberación de Pamoslake y aceptar la metamorfosis consecuente». (p. 22) Si bien esta soledad tiene que ver con la ausencia, no siempre la ausencia se asegura a sí misma en la nada ni la carencia objetiva logra enmudecer la enunciación del vacío. Próximo al fin, el moribundo custodia, ahí donde los testigos de su deceso creen hallar ya un silencio sepulcral, la irrupción de un último estertor. Adherida a la presencia efectiva, al objeto real, se encuentra la sombra, espejo oscurecido donde se ejercitan imperceptibles contornos fantasmales. «Pamoslake volvió del país de las sombras, de donde nadie suele volver. Extendiendo sus manos como un ave sus alas. Recabarren, entró como si descendiera a la casa de las tinieblas, y ya dentro de él, pudo aprender muchas cosas, le hubiera gustado quedarse más tiempo, pero no sentía los latidos de su corazón, su pulso, sus ojos tenían una expresión de melancolía. Había sido devorado en un abrir y cerrar de ojos por ese Pamoslake que regresó de la casa del Dios Irkala». (p.29) El tono de este texto es con olor a ejércitos espectrales cuya misión es abrir una nueva dimensión que no consista únicamente en mascullar las palabras que yacen ante los ojos. Acordes no tanto a la imagen cuanto a la semejanza, tales apariciones escoltan la visibilidad de la cosa y, a pesar de su inaprensible condición, se mantienen firmes, animadas, dispuestas a renovar una y otra vez la capacidad de asombro. En este relato acompañamos a Pamoslake en su aprendizaje de la vida, recorriendo vívidamente el mundo interior del ser humano habitado por la condición que le ha tocado vivir y que Bedregal narra con una prosa sosegada y limpia, realista, cruda y penetrante, develándonos una existencia profundamente humana. En la metáfora inacabada de esta narración participa el juego entre la ficción y la realidad para construir, una vez más, un mecanismo fascinante en su estructura y resolución. Este «Pamoslake»: delirio y soledad. Pequeñez de lo humano en un universo infinito y amoral, azaroso y hostil, carente de significado y angustiosamente ajeno a nuestras preocupaciones y cavilaciones. El orden temático también engancha con títulos que ahora recordamos: «El pescador de demonios», de Redwood, «El hermano de las moscas», de Jon Bilbao, «La boca del infierno», de Rodolfo Martínez, «Infierno nevado», de Ismael Martínez, «Forastero en cuerpo extraño», de Fermín Moreno, «Nunca me abandones», de Kazuo Ishiguro y «Pashazade», de Jon Courtena, quizá este último sea el más cercano a «Pamoslake» por el personaje y la atmósfera.

La vida de este Pamoslake se nos muestra tan cercana que podemos sentir el latido de su corazón cuando le invade el desasosiego o la felicidad. Y, especialmente, el miedo que compartimos con él. La sombra pavorosa de la ofuscación.

ENTRE LA LITERATURA Y LO IMAGINARIO, ENTREVISTA A BLADIMIRO CENTENO


Por Fernando Chuquipiunta Machaca

A fines de 2003, el catedrático universitario, Bladimiro Centeno Herrera publicó El imaginario de la Palabra (Estudios literarios-culturales), un ensayo sui géneris que nos llamó la atención por completo, pues en sus artículos hay una propuesta coherente, plural y renovadora. El autor nos concedió esta entrevista.

¿Cómo surge este ensayo literario?

El Imaginario de la Palabra es un libro donde he reunido varios ensayos literario-culturales. Digo literario-culturales porque doy lectura de varias obras literarias que me llamaron la atención desde un punto de vista de los códigos literarios pero también desde el punto de vista de los factores socioculturales que se traducen en dichas expresiones literarias.

¿Del jaiku ahora pasa al micro-cuento?

Bueno, el proceso de la comunicación literaria actual nos exige una forma de textual que implique una economía en el uso lingüístico y codificación de los motivos temáticos sin atentar contra la compleja propuesta cognitiva de todo texto literario. En este sentido, hay dos vertientes de la narrativa corta que se está desarrollando actualmente: el cuento epifánico y el micro cuento que constituye una especie de paralelismo con el jaiku japonés.

¿Qué proyectos tiene?

En estos momentos, estoy concretizando la publicación de mi libro de cuentos Días Secretos en el cual he reunido doce cuentos que considero poseen unidad temática y atmósfera urbana común.

¿Con qué faceta se acomoda más? ¿Cómo escritor o crítico literario?

Ambas facetas me resultan muy útiles y a la vez vitalizantes. Pienso que mi faceta crítica me permite controlar mi espontaneidad creativa. Y viceversa. Mi faceta creativa me permite soltar mi lenguaje crítico-académico que tanto daño hace al lector cuando no integras a un lenguaje más llano.

¿Qué piensas de la crítica literaria en el Perú?

Se aprecia una extraordinaria producción crítica. Aunque todavía falta construir un lenguaje propio, dialógico y desaprejuiciada; en estos años he leído textos críticos muy interesantes, explorativos y sugestivos. Me agrada sobremanera el libro “Poéticas del flujo: migración y violencia verbales en el Perú de los 80” de José Antonio Mazzoti. Más o menos es una armonización de varios enfoques para dar una lectura más socioculturalista.

¿Qué desearía usted pedirle al Perú?

Que reduzcan en tiempo para ver la televisión que adormece las mentes humanas. Que escuchen más críticamente la radio. Y que se habitúen a la lectura de los periódicos. Nos falta desarrollar un hábito de lectura que nos salve de los ídolos como Magaly o Bayle. Hemos perdido la capacidad de comunicarnos razonablemente y generamos tanta violencia tanto desde los poderes como las individualidades por falta de habilidades comunicativas que tiene que ver mucho con las lecturas racionales de los mensajes cotidianos.


*Bladimiro Centeno es ante todo un reconocido escritor puneño. Estudió Literatura y Lingüística en la UNSA de Arequipa. Es colaborador en varias revistas nacionales con artículos de crítica literaria y cuentos de gran factura. Ejerce docencia en la UNA-Puno.

14.10.09

NOVENO PISO: UN CUENTO DE LUIS ORMACHEA AZPILCUETA (1er LUGAR EN EL III CONCURSO LITERARIO DEL SEMANARIO EL BÚHO)


Como ya sabemos, el ganador de este año en la categoría Cuento del “III Concurso Literario de Cuento, Poesía y Ensayo breve” organizado por el semanario El Búho, ha sido también ganador en la misma categoría el año pasado: nos referimos al gran poeta Luis Ormachea. Aquí el cuento extraído de la edición virtual de dicho semanario.


NOVENO PISO


Puedo decir que estoy cansado, que despierto cada madrugada bañado en este sudor frío que, los médicos dicen, pasará cuando sane del todo. Les creo, pero el cansancio no es cosa de fe. Ya no quiero cambiarme la camiseta húmeda después de secarme el cuello, la espalda, ya no quiero despertar para tender las sábanas al revés, hacia el pie lo que daba hacia la cabecera de la cama, ya sólo quiero quedarme inmóvil; si al menos pudiera recordar lo que soñaba… pero sólo recuerdo la última sensación de mi sueño, la de haberme hundido en una frialdad que me obliga a despertar en contra del peor de los cansancios.

A decir verdad esta será la última vez que rechazo las pastillas; que me perforen el estómago, que me induzcan a olvidar cuando estoy a punto de derramar las vísceras, me derriben a mediodía, incapaz de llamar a alguien si algo ocurre, ya no me importa, sería lo mismo y, he sabido, los últimos meses son insoportables si se abandona el tratamiento. Tengo miedo de haber caído en manos de médicos poco enterados de mi enfermedad, podrían estar envenenándome, podrían estar errando a pesar de su buena voluntad, podrían estar agravando los síntomas de un simple resfrío… no, lo mío es más serio que un resfrío cualquiera, ya no quiero mentirme. Me he tendido de espaldas, de costado, he dejado que hagan lo que sabían hacer o lo que aprendían a hacer conmigo, mi colección de placas es exorbitante, mis huesos, hasta antes de mi enfermedad desconocidos, ahora poseen para mí rasgos particulares que, de seguro, sabría reconocer llegado el caso, el de la resurrección y eso; lo digo para reír un poco, no necesito público para saber reír.

Es lo que pienso, lo que estoy pensando estas semanas. Viene muy poca gente. A nadie se le puede reprochar sentir deseos de vivir, y ellos, además, tienen el aire, asisten a las celebraciones; todo eso es algo a lo cual yo mismo no renunciaría por un poco de inútil solidaridad. Así, arropado como estoy, con la frazada en las piernas, y mis medias de lana gruesa, y mi inhalador y mi máscara de oxígeno cerca por si me sorprende el ahogo, me siento tranquilo y algo cómodo. Lo molesto va a ser tener que ir a orinar todo ese líquido sanador que me ha cerrado el entendimiento como si acabara de tomar un jugo de cactus y desinfectantes. Han dicho los médicos —los médicos, siempre diciendo cosas— que eso matará al menos la mayor parte de mis tejidos enemigos; pero, al pensarlo, al sentir durante horas cómo se incendiaba mi cuerpo en una fiebre que nunca antes había experimentado, y cayeron mis brazos, y tuve que cerrar los ojos para evitar el brillo corrosivo del día sobre mis ojos… qué importa, los médicos saben lo que hacen, los médicos saben cómo curar a sus enfermos. Ahora sólo debo darme valor para llegar hasta ese baño abierto a tantos kilómetros de esta cama. Nunca aceptaré la humillación de usar un recipiente, estar oliéndolo durante toda la noche.

Caminar un poco será bueno, ejercitar mis piernas que ahora acostumbran adormecerse ya muy seguido, mirar mi cara en el espejo a oscuras, esa cara azul que todos tenemos en la oscuridad, y encender la luz y seguir siendo azul como todo un buen enfermo, lavarme con el agua pura, secarme con la toalla que huele tan bien, a baño limpio, al saludable mundo que reencontraré cuando los venenos cumplan su función y todo vuelva a la normalidad; y yo que nunca he sido creyente, creeré desde ahora en Dios y en sus hijos: los médicos que me envenenan y me dicen tranquilo, relájese, lo vamos a sanar; creeré lo que dice escrito en las recetas, creeré en el predicador televisivo que de madrugada vende rosas y aceites, creeré en mis hermanos cuando me vean cada día mejor, creeré en mis dos pies, en todo el tiempo que está transcurriendo desde que me levanté de la cama y doblé la frazada que me cubría las piernas, y cerré la válvula del balón de oxígeno con sus dos seguros, y me quité las medias para sentir real la solidez del piso, para sentir la luna que aparece por las ventanas mientras voy avanzando, para entender la realidad de mi cansancio, cansancio de despertar cada madrugada, cansancio de mirarme azul en el espejo, de voltear las sábanas sudadas: hacia los pies lo que daba a la cabecera de la cama, creyente, convencido de todo eso que prometen los médicos, esos médicos que de seguro firmarán sus protocolos sin siquiera ser capaces de devolverle a mi cuerpo una postura decente cuando por fin mañana o esta noche alguien me encuentre, como un muñeco de trapo, tirado y roto en la vereda, ahí abajo.


*Luis Manuel Ormachea Azpilcueta, (Cusco, 1974), Actualmente radica en Arequipa. Finalista en la XIII Bienal internacional de Poesía premio COPE, 2007. Ha publicado Índice (Arequipa, edición del autor, 2004), Bóveda (Arequipa, Grita ediciones, 2005), Apología del absoluto cotidiano (Arequipa, Editorial Dragostea, 2007), y Tela de juicio (Arequipa, Editorial Dragostea, 2008). Puedes leer el primer cuento con el que Ormachea obtuvo le primer lugar en la versión anterior de este mismo concurso. La imagen superior ha sido extraída de aquí.

WITOLD GOMBROWICZ Y MARTIN HEIDEGGER


Por Juan Carlos Gómez

Heidegger llegó a ser un personaje tan importante en al panorama de la filosofía occidental que filósofos como Ortega y Gasset y Jean Paul Sartre, para nombrar sólo a dos de los más populares, hacían peregrinaciones para asistir a las conferencias magistrales que daba en la Universidad de Friburgo donde eran deslumbrados por el giro lingüístico que el herr doctor profesor alemán le estaba dando a la exposición a sus pensamientos fundamentales, intrincados y profundos.

¿Cómo fue posible que Sartre publicara sus libros y artículos, y viera representadas sus piezas de teatro en el París ocupado por las tropas de Hitler, cuyos jefes se mostraban tan recelosos de cualquier manifestación intelectual francesa? Lo fue porque la estrecha relación de Sartre con la filosofía existencialista del profesor Heidegger, le dio a las autoridades germanas la impresión de que se hallaba de su lado.

A Gombrowicz lo impresionaba realmente la seriedad de Heidegger, es un respeto que había heredado de la madre que tenía adoración por los profesores y por los pensadores, una persona poco seria que sin embargo parecía seria.

“Usted parece interesarse más por los filósofos que por los escritores; —Sin embargo, la filosofía sigue siéndome tan extraña como la ciencia. Como escritor estoy más interesado que nunca en el mundo de las pasiones”.

Esta respuesta que le da a François Bondy en el año 1969 nos lleva directamente al punto, a la ambigüedad que tenía Gombrowicz en relación con la filosofía y con la madre. En el año 1959 había dado cuatro conferencias sobre Heidegger en el Círculo de Amigos del Arte de Buenos Aires, y el mismo año de la conversación con Bondy, en el último curso de filosofía que dictó en su casa de Vence, lo presentó como el filósofo más creador del pensamiento existencialista. No obstante, también mantiene con Heidegger algunas diferencias.

Es difícil saber qué le pasaba a Gombrowicz con la madre y con los filósofos, yo creo que estos conflictos tienen más que ver con sus diferencias caracterológicas que con sus puntos de vista. Marcelina Antonina era una persona poco seria que parecía seria; Heidegger era una persona seria que parecía seria; y Gombrowicz era una persona poco seria que parecía poco seria.

“Yo no me dejo embaucar por ellos; conozco este infantilismo que juguetea con el Infinito, sé demasiado bien cuánta despreocupación e irresponsabilidad hacen falta para entrar con orgullo en los terrenos de esos pensamientos impensables y de esa severidad inaguantable, conozco este tipo de genialidad. Y ese Heidegger, en su conferencia sobre Nietzsche, suspendido sobre esos abismos... ¡payasos! Despreciar el abismo y no digerir los pensamientos excesivos: hace tiempo que lo decidí así. Me río de la metafísica… que me devora”.

Heidegger fue el filósofo de los malos entendidos, tanto por sus simpatías con el nazismo, como por su obra inconclusa, oscura y poco sistemática. Mientras a los diecisiete años el filósofo se preparaba para su carrera sacerdotal, a la misma edad Gombrowicz resistía como podía la terminación de sus estudios en el liceo. Heidegger se casó a los veintiocho años con la hija de un oficial prusiano, Gombrowicz a los sesenta y cuatro con una estudiante canadiense. A los cuarenta y cuatro años, en el mismo año que muere el padre de Gombrowicz, el filósofo se afilia al partido nacionalsocialista cuando los nazis llegan al poder. A la misma edad Gombrowicz empieza a trabajar en el Banco Polaco. Ambos son desafectados del servicio militar por insuficiencias físicas, y ambos, nacidos católicos, se volvieron ateos.

Dar clases sobre Heidegger no es una tarea sencilla, pero Gombrowicz se las ingenió más o menos bien para dárselas a la Vaca Sagrada y al Hasídico en su casa de Vence.

El hombre es un decir inconcluso, un proyecto incompleto que debe asumir la muerte como fin radical. Estamos arrojados a un mundo que es nuestro espacio y nuestra posibilidad de realización y, por lo tanto, puede ser considerado un utensilio, un instrumento que utilizamos para realizarnos. En la medida en que nos servimos del mundo y lo instrumentalizamos para nuestras acciones y proyectos, creamos una relación con él que varía dependiendo no sólo de los condicionantes históricos y temporales, sino también de cada individuo. El hombre crea un mundo, hace un mundo según el uso que le da y de los fines que tenga.

Heidegger advierte de los peligros de la técnica cuando ésta menoscaba nuestra relación originaria con el ser y nos hunde en la facticidad de los entes, instrumentalizándonos a nosotros mismos y dejándonos atrapar por los propios objetos que hemos creado. Nuestra existencia es una preocupación surgida de la angustia de vernos proyectados en un mundo en el que tenemos que ser a nuestro pesar. Provenimos de una nada y nos realizamos como un proyecto encaminado hacia la muerte, por eso la angustia es constitutiva del Dasein y la condición de un ser caído y solitario que no puede contar con Dios ni con remedio alguno para su condición. La verdadera dimensión de la nada aparece recién con Heiddeger. La nada no es para Heidegger la negación de un ente sino aquello que posibilita el no y la negación.

La nada es el elemento dentro del cual flota, braceando para sostenerse, la existencia, una nada que descubre su carácter existencial en la angustia. El ser por el cual viene la nada al mundo debe ser su propia nada, sólo la libertad radical del hombre, entendida como nada, permite enunciar significativamente tales proposiciones.

El problema de la libertad condiciona la aparición del problema de la nada, por lo menos en la medida en que la libertad es entendida como algo que precede a la esencia del hombre y la hace posible.

Debemos hacernos responsables de nuestra propia vida, asumir nuestra propia muerte sin dejarnos fagocitar en nuestra relación con los objetos y sus funciones. La vida inauténtica nace del ocultamiento de lo terrible de nuestra condición.

La autenticidad consiste, según Heidegger, en reconocer que somos un ser para la muerte, única vía de acceso a la libertad. Pese al rechazo que ha supuesto su posición política frente al nazismo, es indudable que Heidegger ha sido uno de los filósofos más importantes e influyentes en el nuevo panorama de la filosofía contemporánea, muchas de cuyas corrientes, como por ejemplo el existencialismo, se han configurado en un inevitable diálogo con su obra.

“Las cosas son absurdas porque están aquí sin decir nada, no tienen historia y no están en el tiempo. Las cosas no tienen límites, no puede decirse dónde termina una mesa, por ejemplo, y dónde empieza el suelo, los define el hombre de acuerdo a sus necesidades y a sus proyectos”.

Esto lo dice Gombrowicz en 1969, en el curso de filosofía que da en su casa de Vence, tres años después de la aparición de “Cosmos”, pero ya antes, en 1961, ocurrían algunas cosas respecto a su última novela y a esta idea de Heidegger. Para la época de nuestro viaje a Piriápolis Gombrowicz había empezado a escribir “Cosmos” y aunque no me participaba del plan general de la obra —quizás en ese momento él tampoco lo tenía— empezó a ejercitar conmigo las ideas sobre las cuales la ciencia y la filosofía forman la noción de realidad.

Mientras paseábamos por los bosques de Piriápolis Gombrowicz trataba de desentrañar cuáles eran los límites de la naturaleza, ¿por qué este árbol terminaba aquí y no allá?, ¿y por qué luego empezaba la tierra?, ¿por qué no era todo un continuo?, ¿cómo es que se establecían los límites de la realidad?, a él le parecía que se formaban artificialmente o, mejor dicho, por una intervención violenta de la voluntad.

Gombrowicz se detiene bruscamente delante de un arbusto, y pregunta: —¿Qué es esto? El silencio empezó a incomodar a los Swieczewski y a mí también: —Es el presentimiento de la forma. Gombrowicz se puso de rodillas, juntó las manos como si fuera a rezar y empezó a adorarme como si yo fuera el Dios mismo, según parece había dado en el clavo sobre los contenidos de su imaginación. Claro, el arbusto es una planta indefinida, una planta que no llega a ser un árbol, y la forma es una línea, es como el límite de la realidad. El arbusto tenía pues, para los propósitos de Gombrowicz, una naturaleza esfumada, tenía límites pero no tanto, pertenecía también a ese continuo donde las cosas están indiferenciadas. ¿Un arbusto no venía a ser entonces algo así como un presentimiento de la forma? Como yo conocía lo que andaba buscando Gombrowicz no me fue tan difícil hacerlo arrodillar.

“El existencialismo por su naturaleza nos es próximo a los polacos, y debería encontrar entre nosotros a seguidores entusiastas. Yo personalmente no soy partidario del existencialismo en un cien por cien, al contrario, soy muy crítico en relación con sus logros; esta filosofía me parece plagada de lagunas evidentes que no achaco a la incapacidad de sus creadores, sino a la dificultad inusitada, imposible de salvar, de esos problemas […]”.

“Pero, al igual que todas las corrientes espirituales surgidas de una necesidad esencial del hombre, el existencialismo no se plantea dificultades, se afirma con tenacidad a pesar de todas sus contradicciones, a veces suicidas, y no hay nada que pueda detenerlo. Probablemente sufrirá todavía unos enormes cambios y perfeccionamientos, en este momento apenas está en su fase inicial […]”.

“Sin embargo, una cosa es la filosofía estricta contenida en obras como “El ser y el tiempo” de Heidegger o “El ser y la nada” de Sartre, y otra muy distinta la postura existencialista que posiblemente se manifiesta mejor en el arte contemporáneo que en la filosofía”.

12.10.09

RESULTADOS DE LA CONVOCATORIA PARA LA ANTOLOGÍA DE POESÍA 2009 PARA AUTORES PERUANOS, EDICIONES JAGUAR DE MÉXICO


ANTOLOGÍA DE POESÍA 2009
CONVOCATORIA ABIERTA PARA AUTORES PERUANOS



Octubre 12 de 2009

Luego, de un largo proceso de selección, de lectura y deliberación, la editorial Ediciones Jaguar, dirigida por el poeta mexicano Juan Carlos Gómez Recinos, y el comité consultivo de la misma, decidió seleccionar al siguiente grupo de treinta y cuatro poetas, de nacionalidad peruana, para hacer parte de la Antología 2009, Antología de Poesía Hispanoamericana.

1. Alessandra Tenorio
2. Carolina Fernández
3. Cynthia Campos Bendezú
4. Dalmacia Ruiz Rosas
5. Daniel Rojas Pachas
6. Denisse Vega
7. Denis Castañeda
8. Fernando Cuya
9. Francisco Salazar Rosales
10. Germán Carnero Roque
11. Giancarlo Peralta Miranda
12. Héctor Ñaupari
13. Helmut Jerí Pabón
14. Isaac Goldemberg
15. Iván Yauri
16. José Enrique Briceño Berrú
17. Juan Carlos Lázaro
18. Julia del Prado Morales
19. Lena Retamoso Urbano
20. Marycarmen Ponce García
21. Matilde Gamarra
22. Melissa Patiño
23. Miguel Canta Sifuentes
24. Miguel Ildefonso
25. Orlando Granda
26. Paul Guillén
27. Pedro Granados
28. Raúl Heraud
29. Roger Santiváñez
30. Rosella di Paolo
31. Selenco Vega Jácome
32. Tilsa Otta Vildoso
33. Violeta Barrientos
34. William Guillén Padilla

Este trabajo, que nació con el objetivo de recopilar lo más relevante de la poesía hispanoamericana, se puso en marcha el 1 de Febrero del presente año a través de la convocatoria abierta para autores peruanos. 153 trabajos provenientes del Perú se dieron cita para ser evaluados por el comité consultivo de la editorial Ediciones Jaguar, quien encontró los trabajos presentados de características excepcionales, distinguiéndose por su riqueza lingüística y su búsqueda de formas poéticas.

A todos los autores “Muchas Gracias” por su participación, una antología puede ser un trabajo un tanto injusto, más cuando se quiere revelar la realidad poética de Hispanoamérica, lo que de entrada es más que una utopía. A pesar de esto consideramos que el presente trabajo nos ha permitido vislumbrar, aunque sea a través de un ligero intersticio, siluetas que hablan sobre la poesía peruana, sobre sus tradiciones y sus búsquedas, resta, entonces, dar cuenta de este hallazgo a través de nuestra propuesta.

Mantendremos informados a los autores sobre los detalles concernientes a la antología, estudios críticos y publicación del material poético.


Cordialmente,
Antología 2009
Editorial Ediciones Jaguar
Colima-México
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