Sonia Cunliffe y Silvana Pestana. Cortesía del diario El Comercio. |
Por Alfredo Vanini
Benvenuto
No hay que ser mezquino. Si hay un mérito que reconocer a
Sonia Cunliffe y a Silvana Pestana, es el de haber inaugurado el arte político
en y desde la derecha. ¿O se creían que la izquierda tenía el monopolio de la
pintura, de la performance y del conceptualismo? No queridos, no sólo de caviar
vive el arte. Arte limeño de clase, pero con contenido histórico-social y que,
parafraseando a un “crítico” insufrible “revela las tensiones inherentes a este
archipiélago de identidades inconexas llamado Perú ¿no es verdad?”.
Y la verdad, tan inconexo anda todo en el archipiélago del
arte local que hasta muchos de los artistas políticos que sostuvieron una
sincera (pero también, admitámoslo, publicitadísima) lucha contra el
fujimorismo político, se han acomodado muy bien en la serena bahía del
fujimorismo cultural que ha sido, por lo menos en gran parte, el evento
Art-Lima.
¿Art-Lima evento del fujimorismo cultural? Sí señor, leyó
bien. Permítame usted decirle en dos palabras a qué llamo “fujimorismo cultural”:
a la suma de expresiones artísticas vacías de contenido crítico, instaladas
bajo la severa vigilancia del poder militar, únicamente apreciables previo pago
de 25 soles por cabeza (en un país donde el sueldo mínimo es de apenas 750
soles) y donde el discurso retórico ha echado mano de la jerga de la
mercadotecnia y el marketing. ¿O alguien sería capaz de refutarme que entre la
frase del propio Fujimori “Yo vendo un producto llamado Perú” (pronunciada en
pleno auge de su régimen) y las tres veces que Jota Castro ha definido
públicamente al arte contemporáneo peruano como un negocio (lo hemos visto,
esta mañana, por la TV ,
en reportaje de Chema Salcedo) no estamos sino hablando de lo mismo?
Y cuán fuerte fue la vigilancia, cuán selectivo el ingreso de
25 lucas, y cuán intolerable el
mínimo contenido crítico, que el artista Alán Carrasco fue desaforado sin culpa
ni remordimiento a las 24 horas de inaugurado el evento, por una obra que,
aunque formalmente mala, pretendía (¿lo pretendía?) ser una especie de pedo
tirado entre tanto Chanel N° 5: Iconoclasia, que mostraba la represión militar.
¿La explicación oficial (¿oficial?) de los organizadores? “Es español, no es
peruano”. Ya, el nacionalismo en el arte está muy bien, fuera españoles, pero
el nacionalismo, cuando se trata de explotación de petróleo es intolerable. Ya
entiendo, ya: fujimorismo puro y duro.
Pero vamos, celebremos la caída de un monopolio: el del arte
político ya demasiado tiempo en manos de la fauna dizque de izquierda:
“culturalistas chicha”, “maoístas artys” y lavanderos de bandera… éstos
últimos, por cierto (algunos de ellos), también participando alegremente en
esta gran fiesta del fujimorismo artístico-cultural que ya nació con su éxito
conceptual: una obra de arte que condensa una muy particular y curiosa, pero
original y bastante representativa, interpretación de la reforma agraria de
1969. Felicitaciones Sonia y Silvana, sinceramente se las doy (ni pizca de
ironía en mis palabras), ya era hora que alguien se metiera en aguas turbulentas
desde vuestro lado social-político.
En fin, el futuro del arte político peruano no es nuestro
(nunca lo fue) y en adelante, si es que por aciago destino el fujimorismo
vuelve al poder, el que los artistas políticos “de izquierda” se pongan a lavar
banderas será un chiste de muy mal gusto, cuando no una muestra de hipocresía
que ya a pocos puede engañar. Con el arte político, lo poquito que quedaba,
hecho “pan con pescado”, entre dos ferias que no son sino solamente el nuevo
“negocio” (Jota Castro dixit) del arte peruano versión “Mistura” y con censura
“Asu mare”, y con el nacimiento del arte político NN de la derecha (N)i brutas
(N)i achoradas, los duros tiempos que vendrán han perdido a sus mejores hombres
y mujeres (de los otros NN, los ex maoistas, recuperados y anestesiados bajo la
febril producción de “maos” y “tupacs” destinados a las subastas del MALI, a 4
mil dólares el precio base, espero ocuparme luego).
Algo ha quedado pues muy en “Desarraigo” en toda esta
“Iconoclasia” del ferial arte peruano contemporáneo.
Lunes, 29 de abril del
2013.
1 comentario:
Un izquierdista devenido sorpresivamente a la derecha o un "apristón" que para no pecar de irreverente, con lo que seguramente no entendió; no ha podido escribir sino con patética y afiebrada sintaxis que pretende esconder su flagrante incapacidad que en su arrebato lo lleva a sugerir la posible existencia de una cultura fujimorista.
A pesar que el relato trató de no ingresar deliberadamente al campo político, ya estaba allí con la fuerza de su omisión. Para que no queden dudas, ya lo metieron. ¿Haber que resulta de lo que siga opinando la fauna local?
JNV
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