El pex de oro de Gamaliel Churata en la versión de Cátedra. |
EL NACIMIENTO DE EL PEZ DE ORO
Cuando empezamos a pensar en la edición de El pez de oro,
de Gamaliel Churata, nunca imaginamos que la publicación de este texto raro iba
a estar hecha de una esperanza desesperante. Digo empezamos porque en este
proyecto que he tratado de completar siempre ha estado Vladimir Herrera. Como
es lógico en un trabajo tan laborioso, no se hizo en dos días: acabé la edición
en septiembre de 2010 —ya ni recuerdo cuándo la empezamos—, y ha salido dos
años después. Sin ser culpa de nadie: la editorial Cátedra, o mejor dicho la
editora Josune García, siempre me trató bien, y nunca me engañó, pero dejaba
resquicios para la ilusión: “no podrá programarse antes de un año”, y entonces
imaginábamos el libro en la calle en septiembre de 2011, pero cuando llegaba la
fecha aún había que esperar, y nos dábamos contra el suelo otra vez.
En los inicios del trabajo la editorial me pidió que
contactara a los herederos de Gamaliel Churata para gestionar los derechos de
autor. Pude hablar —después de una búsqueda detectivesca en las diferentes
ramas familiares, en la que me ayudaron Max Meier y Riccardo Badini—, con
Amarat Peralta, que vive en Miami. Un día lo llamé por teléfono desde Barcelona
y a través del Atlántico me llegó su voz cercana y su amabilidad profunda. Me
emocioné por hablar con el hijo de Churata, porque en seguida me mostró que lo
más importante para él y sus hermanos era que se conociera la obra, porque
intuí historias dolorosas, pero tal vez también luminosas, en sus recuerdos.
El pez de oro me llegó de Perú y espero que ahora
vuelva a Perú. La inspiración y el impulso han venido también de los amigos
peruanos, y de Perú mismo, claro. Las Jornadas organizadas en Arequipa en 2009
por Filonilo Catalina y José Córdova me animaron a seguir adelante. En especial
José Luis Velásquez Garambel y Juan Yufra han hecho posible que exista el texto
tal como es.
Tanto tardó el libro en salir, que en el entretiempo
apareció otra edición, de José Luis Ayala, a fines de 2011. Ahora espero que
ésta de Cátedra también se conozca, y que sean fructíferas las decisiones que
tomé. Por ejemplo, la de respetar la elección de Churata respecto a las
palabras en quechua y aymara, y no anotarlas en el texto, sino añadir un
glosario que completa y aclara el del propio Churata. Su “Guión lexicográfico”
al final de la obra no es una lista de palabras organizadas como un
diccionario: es un texto poético estructurado en destellos de su conocimiento
imperfecto pero íntimo de esos lenguajes, de sus lugares y relatos. Por eso no
he querido tampoco actualizar esa ortografía, ni cambiar las palabras que
Churata escribe erróneamente, sino que he tratado de señalar esos desfases en
el prólogo y en el anexo a su guión. El castellano lo he trabajado de modo más
canónico, pero tampoco he corregido las transgresiones significativas con las
que Churata a veces lo cambia y lo recrea.
Dada la importancia de Cátedra en España y en el ámbito
hispanoamericano es seguro que la obra de Churata terminará siendo centro y
horizonte, cifra y fulgor, gozo y sabiduría para sus nuevos lectores.
Helena Usandizaga.
* Tomado del blog Lagunabrechtiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario