12.12.11
MAGNÍFICA MARÍA ZAMBRANO CON ALMA DE MARFIL
Cuando la filosofía se extraña de la poesía y la contempla en su afán elongado, la cifra de Lezama por ejemplo parece como viento estirarse entre los gatos de papel perdido o entrecomillado. Se sabe innecesaria la filosofía con su cuerpo estático. Se sabe otra cosa. Se sabe cuerpo perezoso de nostalgia que no arriesga a abrir la boca que no dice ni mu. Pero allí están frente a frente como en un duelo a navaja partida nuevamente Poesía y Filosofía. Y María Zambrano lo dice con su música de amores terrenales y también divinos: A pesar de que en algunos mortales afortunados poesía y pensamiento filosófico hayan podido darse al mismo tiempo paralelamente, y de que en otros, más afortunados todavía , poesía y pensamiento hayan podido concertarse en una sola forma expresiva, la verdad de que pensamiento filosófico y poesía se enfrentan seriamente en diversos grados que llegan hasta la exclusión total, a lo largo de nuestra cultura, desgarrándola, parece imponerse por sí misma. Un desgarramiento de la cultura, de la tradición. Pues que cada una de estas dos formas de saber y de expresión —filosofía, poesía— quiere para sí enteramente el alma en que anida y es causa de tantas vocaciones malogradas, de angustia sin término anegada en la esterilidad, de enajenación.
Supongo que esos mortales afortunados se han convertido con el tiempo en profesores de Estética en universidades prestigiosas a pesar de su angustia sin término anegada en la esterilidad. Y aunque no haya sido así, en otros teatros y en otras latitudes la tonadilla no ha dejado de preocuparme. Platón y su logos triunfal no ha dejado de perseguirme convirtiéndome en un rebelde sin máscara. Es así que retozando en el recuerdo me encuentro con Agustín García Calvo y María Zambrano y, nuevamente comienza el escozor.
De Vladimir Herrera para Roberto Echavarren.
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* Tomado del blog Laguna brechtiana.
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1 comentario:
Es decir, Vladi, que todos los caminos conducen a tu ego...
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