Por Camilo Fernández Cozman
El cuento gana por knock-out; la novela, por puntos. Aquel recuerda la perfección estilística de un poema; esta permite un mayor desarrollo de la sutil trama narrativa. Que este breve introito nos permita comentar un buen libro de relatos: me refiero a La prosperidad reclusa (Arequipa, Cascahuesos Edit., 2009) de Orlando Mazeyra Guillén (Arequipa, 1980), quien ya había publicado Urgente: necesito un retazo de felicidad (2007). El escritor arequipeño intenta aproximarse al relato corto. Por ejemplo, «Vacíos» tiene solo dos párrafos y explora la analogía barroca de teatro y vida. Esta última es concebida como un escenario teatral que desemboca en el exceso y el delirio. En «Tras la puerta» (uno de los textos más notables), el narrador-personaje explora el tema de la locura en una atmósfera familiar donde anida la falta de comunicación y triunfa el prejuicio: hay temas vetados como la esquizofrenia. En «La dulce espera» se explora el carácter heterogéneo del yo: Todos eran yo. Todos eran un poco de mí, una partícula de mis entrañas (p. 15); se trata de una meditación sobre la escritura que nos recuerda el “Yo es otro” de Arthur Rimbaud. En «El faquir y la equilibrista» se relata una anécdota impregnada de erotismo que conduce a una extraña costumbre andaluza: el protagonista pone clavos, diariamente, en su recámara por las noches para espantar a la muerte (p. 39).
Quisiera destacar dos aspectos en los cuentos de Mazeyra: la caracterización psicológica de los personajes y el manejo de la trama narrativa. El autor arequipeño sabe delinear los contornos de la personalidad de los protagonistas de cada historia; además, hace que el lector mantenga el interés por el desarrollo de los sucesos. Mención especial merece la musicalidad de la prosa que evidencia un trabajo de relojería con el lenguaje. En fin, un libro que merece ser leído con atención y que augura un estilo personal en el concierto de la narrativa peruana contemporánea.
* Tomado del blog La soledad de la página en blanco de CFC.
Quisiera destacar dos aspectos en los cuentos de Mazeyra: la caracterización psicológica de los personajes y el manejo de la trama narrativa. El autor arequipeño sabe delinear los contornos de la personalidad de los protagonistas de cada historia; además, hace que el lector mantenga el interés por el desarrollo de los sucesos. Mención especial merece la musicalidad de la prosa que evidencia un trabajo de relojería con el lenguaje. En fin, un libro que merece ser leído con atención y que augura un estilo personal en el concierto de la narrativa peruana contemporánea.
* Tomado del blog La soledad de la página en blanco de CFC.
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