20.8.12

ENTRE EL RUMOR: EDMUNDO PAZ SOLDÁN

Escritor boliviano Edmundo Paz Soldán

ENTRE EL RUMOR: EDMUNDO PAZ SOLDÁN

Iván Jesús Castro Aruzamen

Edmundo Paz Soldán, Premio nacional de novela, mcondiano y parricida del macondismo de los sesenta, ve cómo su última novela alcanza un notable éxito de ventas y reconocimiento, bajo el título de Norte; en Bolivia ha sido editada por Nuevo Milenio en coedición con la española Mondadori. Norte es una novela sobre los apátridas del sur en norte. Si bien se ha escrito y producido mucho sobre el tema, hasta ahora ningún escritor boliviano ha escrito nada mejor.

Con gran habilidad, Edmundo Paz Soldán, ha logrado unir en una novela tres hilos aparentemente aislados: una descripción irónica y policial sobre la vida, miedos, temores, desplazamiento fronterizo y ejecución en una cárcel norteamericana del Railroad Killer, mexicano, Jesús María José; un informe preciso, técnico, sobre la academia norteamericana y sus escarceos literarios, a través de Michelle y su tortuosa relación con un decadente profesor universitario, Fabián, atrapado entre el pseudo status académico universitario y las neurosis de las drogas; y, finalmente, una trama de acuciante interés por el arte pictórico y los recuerdos de la guerra cristera mexicana de mediados del siglo XX, retratada en las creaciones de Martín Ramírez, un inmigrante indocumentado, que acaba sus días de silencio en un psiquiátrico.

Según estos tres hilos conductores de la novela, para Paz Soldán, los Estados Unidos no sólo padecen el cáncer de las multinacionales —aunque en última instancia éstas terminan siendo sólo uninacionales—, sino también, el desarraigo, los traumas de la convivencia interracial, y cómo para los desplazados del mundo en busca del sueño americano éste se convierte en una pesadilla. De modo que el sueño americano se transforma en un mal de millones, consuelo de pocos norteamericanos.

Edmundo Paz Soldán, desde sus primeros cuentos y pasando por novelas como Palacio quemado, Río fugitivo, Los muertos vivos y Norte, su prosa ha sufrido la metamorfosis de todo escritor comprometido con su oficio, hasta alcanzar una madurez propia del narrador dueño de una voz propia; en Norte la prosa de Paz Soldán, reúne la capacidad de intriga de la novela policial y la ironía escéptica de una Montaigne. A pesar de que los norteamericanos, bajo la égida de su sueño americano y de bienestar quieren todo el mundo para ellos y el resto para los demás; a pesar de que el narcotráfico, la violencia, las perversiones, la intriga política, el desarrollo desenfrenado, el hedonismo, los americanos no se merecen una novela tan buena como Norte. Es hora ya de aceptar que los buenos novelistas han empezado a prestarle más atención a los efectos perversos, nocivos de la globalización, la falta de tolerancia, la identidad, o en palabras de Paz Soldán, las máscaras de la nada que recubren la sociedad actual.

He escrito el algún lugar, siguiendo a Jurgen Moltman, que el sueño americano es prometedor para la humanidad, pero así como los sueñan los norteamericanos no es posible para el resto del planeta. Ante un panorama tan desolador del paraíso americano, ¿qué puede importarles a las grandes cabezas del capitalismo, la condena de escritores como Paz Soldán, Gabriel García Márquez o José Saramago y en su momento Mario Benedetti, si las cabezas más sensatas del mundo viven sobre la cresta del capitalismo más salvaje?

Este escritor cochabambino, que desde hace décadas vive en los Estados Unidos y conoce de cerca la sociedad opulenta del norte y su decadencia moral, dice en esta novela, que “todos tenemos un mundo que escondemos de los demás”, por lo que, los indocumentados venidos de todas partes del mundo tras un sueño imposible, inmersos en las entrañas del monstruo capitalista, han sido capaces de poner en vilo el poder y la seguridad del imperio. ¿Qué hace entonces, que los norteamericanos sean unos imbéciles frente al otro, al diferente, al distinto? Tan sólo la impaciencia y la neurosis de creer que los desplazados son enviados por países enemigos.

La sentencia final del Railroad Killer: “El gigante debía pagar sus años de abusos en la tierra”, resume gráficamente, la visión crítica de Edmundo Paz Soldán, sobre las contradicciones en las que se debate la sociedad norteamericana.

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